Sigue el rastro del conde Drácula por Transilvania
Transilvania es mucho más que Drácula, pero no hay que quitarle mérito al príncipe vampiro que imaginó su autor, porque es un reclamo turístico de primera para esta región rumana en la que nunca estuvo Stocker, pero sí creía que en este entorno montañoso se reunían todas las supersticiones del mundo. Por eso se inspiró en él para dar vida a la leyenda. Lo demás es literatura, bueno, una cosa no, el nombre de su más célebre personaje, que tomó del apelativo de un príncipe transilvano: Dracul, que en rumano significa diablo, y el apellido de su hijo, Vlad, de sobrenombre de El Empalador, por el método que empleaba para extender el miedo.
Tomando como punto de partida Bucarest, el recorrido arranca en Targoviste, la capital de Valaquia, donde Mircea cel Batran, el abuelo de Drácula, construyó la primera corte principesca, y luego el vampiro mandaría levantar la Torre Chindia, un símbolo de la ciudad.
Próximo destino: Poienari y su castillo de los boyardos, hoy en ruinas, punto de control estratégico en la frontera entre Valaquia y Transilvania y lugar donde se recuerda a la primera mujer del vampiro, pues fue desde la torre del castillo a orillas del río Arges desde donde se tiró. Solo los más valientes se atreven a subir a sus alturas, y no por miedo, sino porque tendrán que superar 1468 escalones para llegar a lo más alto.
La ruta llega a Sibiu, una de las ciudades medievales más bellas de Rumanía, que conserva su trazado medieval, pero atrae por su vida urbana europea, cosmopolita, joven y dinámica, como Capital Europea de la Cultura que fue hace unos años. Dos son sus lugares imprescindibles, la Piata Mare o Plaza Grande, donde se encuentran la iglesia Reformista, la torre del Concejo o la galería Bruckenthal junto con un sinfín de edificios pintados de colores pastel, y la Piata Mica (Plaza Pequeña), un lugar perfecto para tomar un café, hacer algunas compras en las antiguas casas de los artesanos y pensar cómo sería cuando Drácula tenía relaciones comerciales en ella.
El itinerario llega a Sighisoara, una ciudad-fortaleza habitada que conserva su centro medieval sobre la colina rodeado de torres de defensa llamadas según el oficio de los que las construyeron: la de los Zapateros, la de los Sastres… De todos sus monumentos, el más visitado es la casa en la que vivió el gran señor de Valaquia y nació su hijo Vlad Tepes, que todos conocen como Drácula.
La ruta sigue por dos lugares vinculados a la novela: Bistrita, el pueblo en el que duerme la primera noche Jonathan Harker, uno de los protagonistas, y el desfiladero del Borgo, donde el libro sitúa la fortaleza del vampiro.
Entre las colinas de Transilvania y protegido por una ciudadela fortificada, se descubre el pueblo de Viscri, Patrimonio Mundial de la Unesco, donde Carlos de Inglaterra –que dicen es descendiente del noble rumano Vlad El Empalador– tiene una residencia.
Viscri está en el condado de Brasov, uno de los grandes destinos turísticos en los que detenerse de regreso a Bucarest, para visitar en esta ciudad rodeada de montañas, junto a la estación de esquí de Poiana Brasov, la iglesia Negra, la mayor catedral gótica que se puede encontrar entre Viena y Estambul.
El lugar más solicitado de la ruta es el castillo de Bran, construido sobre una roca en 1382 y utilizado por Vlad como cuartel general para sus incursiones en Transilvania. Siglos después, se convirtió en la residencia real de los reyes de Rumanía. Hoy es un museo abierto al público que contiene muebles, pinturas y recuerdos de su época como residencia real. Su perfil de torres puntiagudas, almenas y saeteras alimenta la idea de que se trata del castillo descrito por la novela.
Cerca de Budapest dos paradas para visitar el Palacio Real de Peles –el castillo más bonito de Rumanía– y el lago de Snagov, cuyas aguas rodean una pequeña isla en la que se levanta el monasterio donde el vampiro fue enterrado en 1476, aunque sus restos nunca fueron encontrados. ¿Dónde está Drácula?