Reapertura del Cine/teatro El Plata, el sueño ansiado por los vecinos de Mataderos
Avenida Juan Bautista Alberdi al 5700, pleno corazón del barrio de Mataderos. Los vecinos que pasan por el frente del Cine/Teatro El Plata detienen su marcha para mirar hacia adentro del hall en donde obreros, personal de limpieza, gestores y algunos artistas (por ahí anda algunos de los integrantes del grupo Los Amados), circulan por el amplio cine de tono racionalista que fue inaugurado en 1945. Desde mañana, a las 16, esta sala histórica será parte del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), que dirige Jorge Telerman. La fiesta de apertura, que contará con un escenario con una pantalla gigante montado en el frente del edificio al que se le llamaba “el Gran Rex de Mataderos”, se presentarán espectáculos teatrales, música y títeres, con la participación de vecinos. En la avenida, se instalarán puestos con juegos y talleres. En el cierre del sábado se presentarán los grupo Al ver verás, UOW y El Choque Urbano. El domingo, a las 18, se presentará el grupo Los Amados. Durante octubre, se presentará Recuerdos a la hora de la siesta, el musical familiar inspirado en el universo poético de María Elena Walsh que dirige Emiliano Dionisi, y que irá los viernes y sábados; y Varieté de ilusiones, una obra del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, que se presentará los domingos.
Pero antes de la fiesta como de las funciones regulares de estas dos elogiadas propuestas escénicas hubo muchas otras historias. Durante décadas, en esta imponente sala de 1.200 butacas se estrenaban los títulos que copaban las grandes fachadas de los monumentales cines de la calle Lavalle. También por acá se presentaron los grandes artistas de la época. Del otro lado del escenario, pasaron miles de habitantes de Mataderos y de barrios vecinos que ampliaron sus imaginarios en función de lo que sucedía en la pantalla, en el escenario y en el rito social que promueve esta tipo de propuestas artísticas. Pero en 1987, como sucedió con tantos cines y teatros barriales de Buenos Aires, cerró. El Plata pasó a ser bailanta y casa de electrodomésticos.
Como sucedió con el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza (actualmente, Centro Cultural 25 de Mayo) algunos vecinos dijeron basta. Y a esos vecinos se les sumaron otros, y otros. En la primera camada, ahí siempre estuvo Roberto Gutiérrez. A la segunda camada, se le sumó María Denti, una de las integrantes de la Coordinadora Vecinal en defensa del Cine/Teatro El Plata. Los dos ahora están en el hall del cine/teatro de estilo art decó mirando como el sueño, la lucha de tanto tiempo va tomando cuerpo. Y, claro, no pueden evitar emocionarse porque desde hace 14 años que imaginan esta realidad. Roberto tiene 95 años.
“La Coordinadora se formó cuando derribaron al cine, en 2008. Muchos vecinos nos sumamos a la lucha de la cual formó parte desde sus inicios Roberto. Ellos fueron los que habían logrado que este lugar fuera adquirido por el Gobierno porteño porque los dueños lo querían vender. Ahí se armó toda una movida vecinal para que se convierta en un centro cultural. Se compró en el Gobierno de Aníbal Ibarra (octubre de 2005). En aquel momento, Jorge Telerman era el encargado de Cultura. En la escritura figura detallado el objetivo de ser convertido en un polo cultural de la zona. Hasta ese momento, el cine estaba intacto, pero cerrado. Luego vino el Gobierno de Mauricio Macri y como tenían este espacio ocioso se les ocurrió transformarlo en un CGP y tiraron abajo la parte de la sala. Cuando los vecinos vieron esto se armó urgentemente la Coordinadora a la que se sumó Roberto”, cuenta ella sobre el barrido histórico.
Desde aquel momento, la lucha de los vecinos organizados pasó por la Justicia, por la Legislatura, por los medios, por la misma vereda de la avenida Juan Bautista Alberdi. “Pasamos muchas dificultades como grupo, nos topamos con declaraciones muy hostiles. De ahí en más, comenzó una lucha que tuvo tres patas: la calle con los vecinos juntando firmas, los festivales culturales; y la Justicia, que fue vital ya que intervino para que se respete el fin por el cual había sido adquirido por el Estado porteño. Y, claro, exigir que el gobierno de la ciudad restaure al cine que ellos mismos habían destruido para que, al fin, el cine/teatro vuelva a funcionar”, sigue ella. A lo largo de estos años, perdieron compañeros. Es que la masa más importante de la primera movida eran personas mayores, como Roberto, que ya no están. “Venimos golpeados emocionalmente. Esto fue un sueño compartido. En algún momento todo esto parecía una utopía, algo imposible y hoy, ver todo esto es muy fuerte –apunta con una emoción que ni el barbijo puede disimular–. Y para nosotros, es muy importante que Roberto pueda decir, por fin, ‘arriba el telón’. Es su sueño”.
Roberto la escucha atentamente. “Sí, es mi sueño –reconoce él que está impecable con su jogging gris y una remera que reclama la reapertura de la sala que conoce a la perfección– Yo acá presenté a Troilo, a Fidel Pintos... Por eso fue muy duro cuando vi el escenario roto, cosa que todavía me duele, porque querían poner un lugar para recaudar cuando esto había sido comprado por el Estado para la cultura. Pero había funcionarios en aquel momento que... ¿para qué hablar? Tuvimos que hacer intervenir a la Justicia. Y ahora vienen las elecciones y ese hecho hace que todo esto se haya apurado. Tanto es así que me pidieron una reunión con María Eugenia Vidal para que le contara la historia del teatro y, después de discutirlo, quedamos de juntarnos después de las elecciones. De todos modos, lo importante es que este sueño, se lo decía a Telerman, se hace realidad. Y, en verdad, esto me emociona. Es hermoso verlo así y lo que queda es hacerlo funcionar para que sirva para el barrio, para sacar a los chicos de la calle”.
Roberto intentó estudiar locución, pero no pudo. “Yo tengo sexto grado”, dice como justificándose. Estudió teatro. Mientras trabajaba en un club de Mataderos conoció a otra persona que tenía una “radio con bocina” que tenía contacto directo con los negocios del barrio. Una vez le pidió que lo reemplazara y ahí estuvo él, a finales de los años 50, a cargo de esa radio. También en la sala organizaba festivales, recitales que tenían contacto directo con el entramado de negocios y emprendimientos del barrio. El Cine/Teatro El Plata se llenaba siempre.
María, por una cuestión generacional, de todas estas historias no sabe nada. Cuando se mudó a Liniers ya el cine estaba tapeado hasta que el Centro de Comerciantes de la zona fue el que alertó la presencia de las topadoras en tiempos de la gestión de Macri y se sumó la barriada, la radio cooperativa, las bandas de rock, los dueños de las canchitas de fútbol, los centros culturales de la zona, las organizaciones sociales y culturales al reclamo de reapertura.
Para tener un claro el barrido territorial, el cine más cercano es el Gran Rivadavia, que también estuvo mucho tiempo cerrado y que está en manos privadas. En la zona, hay grupos de teatro como Res o no res, que desde hace décadas trabaja en el Parque Alberdi, quienes fueron parte vital también de este sueño. La realidad de Mataderos no difiere mucho de lo que sucede en tantos barrios y con sus salas históricas, como sucede con el Cine Teatro Urquiza, de Parque Patricios cuyo vecinos también reclaman su reapertura.
“Lo que sucede es que tenés muchas generaciones que crecieron en este lado de la ciudad sin conocer lo que es tener un cine/teatro en tu barrio. Hay personas de nuestra edad que nunca entraron a una sala teatral y hay factores económicos como culturales en juego en todo este entramado. En todos estos años empezamos a ver toda esa situación. Nosotros soñamos con que El Plata sea una usina de arte. Acá cerca tenemos muchos barrios pobres y todo ese piberío tiene que tener la posibilidad de ver cultura de calidad, confrontarse con otros imaginarios. El arte sana y salva. No es solamente el deporte es el que te saca de la calle. El arte también”, afirma con convicción María Denti. En su imaginario, en ese mapa de la ilusión sueñan ver a la avenida llena de gente, haciendo cola para entrar. Fiesta, una fantástica fiesta. Fiesta familiar.
“Yo tengo casi 96 años. En una reunión de ayer con gente de acá yo coincidía con que hay que sacar a los pibes de la calle, pero nosotros, los ‘pibes’ de mi edad, también necesitamos que nos apoyen. Queremos realmente poder decir ‘arriba el telón’. Esto comenzó hace mucho, en 2004. Estamos en 2021. No solamente tuvimos tolerancia”, señala el pibe de casi 96 años. En la fiesta del sábado y el domingo conviven artistas barriales con figuras reconocidas del teatro y de la música. A cargo de la coordinación artística está Gabriela Gobbi, que viene del Cultural San Martín. Es ella la que lleva a este cronista por los amplios camarines ubicados debajo de la sala principal con sus 500 butacas nuevas o la que se imagina poner un bar en la entrada del pullman. Por su parte, Carolina Simón se encarga de la coordinación operativa. “La verdad es que tanto en el trato como en el respeto y en cómo han dejado al Cine/Teatro debo reconoce que es un equipo maravilloso –señala ella–. Porque en todos estos años ya hubo otras instancias de reaperturas que fueron muy precarias, con la obra no terminada. Hasta en algún momento nos habían dado el permiso para que la Coordinadora se pudiera reunir acá, pero nos terminaron echando. Hoy, es muy distinto, se ha hecho todo con una gran calidad. De acá en adelante es fundamental tener una mesa de trabajo constante que siente las bases para que este sueño venga de la mano de contenidos culturales de calidad que no estén sujetos a los vaivenes de las distintas gestiones”. Cierra el histórico, el que la madre siempre le dijo que era un tipo demasiado inquieto: “Hemos pasado de todo en estos años, nos hicieron pasar cosas muy feas acá; pero nunca bajamos los brazos. Hoy el trato es distinto. No dejamos de soñar, pero con los ojos abiertos”.
“No hay desarrollo artístico sin infraestructura”
Por la amplia platea de la sala principal, mientras personal de la obra ultima detalles para recuperar los materiales históricos que entran en sintonía con los nuevos, están Jorge Telerman y su equipo. Y, claro, los vecinos que, curiosos y entusiasmados, entran al hall. “No hay desarrollo artístico y cultural sin infraestructura. Es la base. En este caso, se une a una infraestructura histórica actualizada y necesaria porque se implanta en un lugar sin otras grandes ofertas culturales de este tipo. Lo importante es construir comunidad y es un momento clave para la ciudad y el país. En estos días me topo con infinidad de historias de vecinos cuando entran a la sala. Nos comprometemos a traer los productos de excelencia del Complejo Teatral a El Plata siempre respetando el perfil de cada sala. En este marco es que vamos a cerrar la temporada de este año con un temporada de Petróleo, por el grupo Piel de Lava, que es uno de nuestros espectáculos emblemas del CTBA que se estrenó en el Sarmiento y pasó por el San Martín. Estamos agregando al Complejo Teatral tres salas: la mayor y los dos microcines, uno con butacas y otra, sin ellas, para poder usarlo como espacio más maleable. Queremos que el Cine/Teatro El Plata sea un centro comunitario muy fuerte. Queremos que esté vinculado con el barrio”. Mientras tanto, Telerman está solicitando un refuerzo presupuestario, personal propio y partida extraordinaria para terminar de equipar a ese sueño soñado por muchos con los ojos bien abiertos.
En el mapa del CTBA mientras se abre esta sala esta semana se cumplen 2700 días del Teatro Presidente Alvear cerrado. “Así es –señala ante el dato concreto–. Gobernar es tomar decisiones. En su momento, cuando hubo que definir si poner las energías en el Alvear o El Plata optamos por hacerlo acá porque hace mucha más falta una infraestructura cultural de estas características en esta zona. Es alentador remarcar que la inversión no se ha detenido nunca. Cuando asumió Horacio Rodríguez Larreta y él me convocó como director del CTBA había solamente dos salas en funcionamiento: el Sarmiento y el Regio. Eso habla a las claras del compromiso asumido”.