Recalculando: Marvel sale en busca de la mejor fórmula para escapar de su crisis creativa
Noviembre empieza y termina con dos pruebas de fuego para Marvel. Que un estudio acostumbrado en los últimos 20 años a verse como ganador natural quede en este momento expuesto a un veredicto incierto suena por lo menos extraño. Pero en la mirada de los observadores más sagaces de la realidad de Hollywood estamos ante el resultado inevitable de lo que se parece cada vez más a una tormenta perfecta.
Marvel y por extensión Disney, dueña de la marca, padecen hoy los resultados de una suma de errores propios (en la mayoría de los casos no forzados), expectativas frustradas y decisiones estratégicas que chocaron contra accidentes inesperados. En las historias de ciencia ficción también el azar interviene y manipula el curso de los acontecimientos. Esta vez, sobre todo por acción y efecto de la pandemia, la realidad superó a cualquiera de sus representaciones, hasta las más fantasiosas.
En estos días toda la artillería del estudio se vuelca en el esfuerzo por transformar a The Marvels en un éxito lo suficientemente poderoso como para recuperar la confianza en el plan original, alterado por una sucesión de fracasos, infortunios y luces amarillas que tienden a hacerse cada vez más rojizas. Cuatro años después de su aparición rutilante con la película que lleva el título de su personaje, la Capitana Marvel regresa a la pantalla grande en la tercera película de la autotitulada Fase 5 del MCU (Marvel Cinematic Universe).
La película llegará a los cines argentinos el jueves 9 y dominará casi con exclusividad la taquilla global durante el próximo fin de semana, ya que se estrena simultáneamente en los 45 mercados más importantes del planeta. Lo hace una vez más de la mano de Brie Larson, que retoma su papel de Carol Danvers, esta vez acompañada por Teyonah Parris (Monica Rambeau) e Iman Vellani (Kamala Khan). Las dos se incorporaron al universo Marvel en sendas apariciones televisivas, las series WandaVision y Ms. Marvel, respectivamente. También reaparece el inoxidable Nick Fury de Samuel L. Jackson.
Los números de The Marvels (a menos que se produzca una catástrofe inimaginable) volverán a impresionar en magnitudes y alcances como ocurre con cualquier producción de alto perfil de un gran estudio, en la que se invierten más de 200 millones de dólares.
Pero el estudio permanece alerta con la memoria puesta en las experiencias más recientes, casi todas decepcionantes. La mayor tiene que ver con Ant Man and the Wasp: Quantumania, que desde la fría perspectiva de las cifras perdió mucho más de lo que ganó en la mirada de los fans y de los analistas de la industria. Para ponerlo en números, recaudó 476 millones de dólares en boletería, pero en Hollywood se acepta que cualquier cifra global de taquilla para Marvel inferior a los 500 millones es vista como un fracaso.
Todo se parecía mucho a una suerte de profecía autocumplida, adelantada por los magros resultados de otras experiencias recientes como Eternals y Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, recibidas entre la indiferencia general. En los últimos tiempos solamente Guardianes de la Galaxia, vol. 3 encontró una respuesta como las de antes, en medio de una recepción entusiasta de la crítica y de los fans. Pero la historia estaba en manos del saliente James Gunn, ahora responsable creativo máximo de DC, archirrival de Marvel en el mundo de los superhéroes, y aparecía desconectada del resto del MCU.
Quantumania representó todo lo opuesto a la imagen de liderazgo y poder que Marvel instaló en la industria del entretenimiento a lo largo de las últimas dos décadas: agobio creativo, pérdida de originalidad, repetición de fórmulas, superabundancia de contenidos y sobre todo una confusión creciente en cuanto a temáticas y objetivos. El MCU empezó a depender cada vez más de un concepto tan errático y ambiguo como el de “multiverso”, en el que absolutamente todo es posible. El atractivo que despertaba la interconexión permanente entre aventuras y personajes empezó a perder intensidad. Todos esos cruces se hicieron cada vez más forzados, confusos, arbitrarios. Todos entendían cada vez menos. El disfrute se había transformado en una carga.
Aquí entra a jugar el protagonista de la segunda gran prueba de fuego que enfrenta Marvel en este mes crucial. El miércoles 29 está prevista en los Tribunales de Nueva York la primera audiencia del juicio contra el actor Jonathan Majors, acusado de distintos cargos de acoso, agresión y violencia doméstica. Majors llegó a lo más alto de Marvel cuando fue convocado para personificar a Kang, el Conquistador, el poderosísimo villano que ocupa un lugar similar al de Thanos en la quinta fase del MCU. Así lo vimos, por ejemplo, en Quantumania.
Qué hacer con Majors es una pregunta que los ejecutivos de Disney y Marvel se hacen a cada momento. Acusaciones como las que enfrentará frente a un juez son suficientes, a priori, para condicionar por completo el futuro de su carrera. De hecho, casi todos los acuerdos comerciales y publicitarios que el actor había firmado durante la veloz etapa ascendente de su carrera fueron anulados y la propia Disney eliminó hace poco de su plan de estrenos una de las películas que lo tenía como protagonista.
Majors se defendió acusando a su denunciante y ex novia, Grace Jabbari, de haber iniciado las agresiones. El miércoles 25 de octubre, la propia Jabbari fue detenida y permaneció algunas horas bajo custodia policial acusada de un par de delitos menores sobre los cuales no se presentarán cargos, lo que garantiza su libertad. De inmediato se habló de aparentes “trucos publicitarios” por parte de la defensa de Majors con el propósito de dejar bien parado al actor y hacerlo pasar de victimario a supuesta víctima.
Más allá de estos episodios, mientras Majors siga bajo la lupa de la justicia más problemática será su situación en Marvel, que antes de todo este entuerto le había otorgado un papel decisivo y fundamental en el futuro de sus contenidos. La impronta maligna de Kang atraviesa toda la fase 5 del MCU y aunque el estudio no dudó en el pasado en cambiarle el rostro a algún personaje cuando surgen dificultades (Don Cheadle reemplazó a Terrence Howard como James Rhodes-War Machine) sustituir a Majors en este momento traerá sus complicaciones. Mantenerlo también.
Quantumania sumó otra capa de tensiones al estado deliberativo creciente dentro del estudio. En este escenario reaparece el nombre de Victoria Alonso, la oriunda de La Plata que emigró a Estados Unidos con el sueño original de ser actriz y protagonizó en Los Angeles una meteórica carrera, hasta llegar a uno de los lugares más encumbrados del organigrama de Marvel y convertirse hasta hace algunos meses en la argentina más poderosa de Hollywood.
Todo Hollywood se sorprendió poco después de la crisis abierta por el desalentador lanzamiento de Quantumania con una resonante noticia: Disney había ordenado el despido de Alonso. No es habitual que un estudio se desprenda de esta manera de uno de sus ejecutivos más prominentes, pero detrás de la argumentación más o menos oficial (que Alonso descuidó sus responsabilidades en Marvel para ocuparse de la producción de Argentina, 1985, proyecto en el que puso en juego su propia historia personal) se habló mucho de los cuestionamientos al trabajo del área de post-producción y efectos visuales. Toda esa tarea estaba bajo la conducción y la responsabilidad de Alonso.
Una larga y reciente investigación de Variety revela que las últimas producciones de Marvel dejaron a la vista, por primera vez en la historia del estudio, resultados poco satisfactorios justamente en esas áreas, tradicionalmente las más fuertes, poderosas e innovadoras de su escudería creativa. La mayoría de las críticas cayeron sobre Alonso y precipitaron su alejamiento. ¿Cómo llegó Marvel a esa situación? Al parecer, sometida a un exceso de producción impuesta por la pandemia, ese tiempo de encierros forzados a los que Disney se propuso atender acelerando al máximo el lanzamiento de nuevos contenidos en su plataforma propia de streaming.
“Disney estaba indignada porque el control de calidad de las producciones de Marvel estaba cayendo en picada, particularmente en un segmento televisivo en constante expansión”, señala Variety. Los seguidores de las series y las películas de Marvel son especialmente escrupulosos en ese aspecto preciso y no tardaron en hacerlo notar. Pero la publicación va más allá y sugiere que en realidad el despido de Alonso no fue otra cosa que el detonante de una crisis más amplia y profunda, relacionada con la falta de rigor y profundidad en los guiones y la concepción misma de las historias.
Los ecos de esta compleja situación llegan hasta el presente. Precisamente hasta The Marvels, que de acuerdo a varias versiones confluyentes tuvo cuatro semanas de rodaje complementario con varios ajustes de último momento en el guion y unas cuantas tomas adicionales. Este procedimiento es bastante común en las películas de más alto perfil de Hollywood, pero no se emplea por lo general en períodos tan largos. Cuatro semanas agregadas al plan de rodaje para enmendar errores, eliminar tomas y sustituirlas por otras es demasiado tiempo para los estándares de esa industria.
El verbo “recalcular” es el que más se escucha en esta etapa en la que Marvel y Disney hacen su primer recuento de daños en dos décadas y piensan cómo hacer para recuperar el entusiasmo de sus fans. Variety recoge entre los analistas más rigurosos una primera válvula de salida a este laberinto: Disney tratará de explotar al máximo en los próximos años el potencial alternativo que ofrece una serie de relatos surgidos de la inmensa usina creativa de Marvel, pero hasta ahora no integrados de manera plena a la fase 5 del MCU. Allí están en lista de espera, por ejemplo, Deadpool 3 (con la vuelta simultánea del Wolverine de Hugh Jackman) y la reaparición de Los Cuatro Fantásticos, veinte años después de su última y fallida aparición en el cine. Por ahora, los únicos rumores firmes mencionan el nombre de Vanessa Kirby como Susan Storm (La mujer invisible) como incorporación a esta nueva etapa.
La publicación más influyente de Hollywood va todavía más allá y arriesga una hipótesis de máxima. Así como vuelve una y otra vez a sus clásicos animados para explotar sus infinitas posibilidades, Disney estaría considerando seriamente la posibilidad de revivir a algunos de los superhéroes tradicionales de Marvel y recuperar a través de ellos (como si se tratara del triunfal comeback de alguna gran banda de rock) el fervor de un público que hoy parece extraviado y no confía para nada en la atracción de sus sucesores.
Hasta ahora en voz baja, por ejemplo, empiezan a aparecer especulaciones y trascendidos en torno a la eventual resurrección del Iron Man de Robert Downey Jr. y de la Viuda Negra de Scarlett Johansson. En principio no habría ningún impedimento formal o conceptual porque la idea misma del “multiverso” asegura dentro del MCU la supervivencia de cualquier personaje en cualquier espacio, tiempo o circunstancia imaginable. Todo es posible desde esta perspectiva. Pero se trata de una alternativa por ahora demasiado lejana. Mucho más cerca, en los próximos 30 días, Marvel enfrenta al menos dos pruebas de fuego decisivas.