Recetario para la Memoria Migrante: El podcast que narra la migración a través de la comida

“Ser migrante es crearse una familia lejos de la propia. Es buscarse hermanos, madres y padres. Es pasar por alto ofensas y afrentas. Mirar el amor en donde lo hay y tomarlo, porque cualquier cosita es cariño, porque lejos de los caldos de mamá, un cocido es lo mejor de la semana. Porque nadie sabe por lo que has pasado para estar donde estás y porque una invitación a comer paella casera no se puede rechazar nunca”, extracto de Morosa. Apuntes sobre migrar, de Ana Luisa Islas.

El 23.6% de la población que vive en Barcelona, España, es migrante, principalmente italianos y colombianos; no obstante, la comunidad latina continúa creciendo en la ciudad, de acuerdo con el último padrón municipal de habitantes publicado por el Ayuntamiento de Barcelona. Esta es una realidad que se refleja en La Otra Orilla, un podcast documental que retrata historias de vida de mujeres migrantes en España y que para su segunda temporada lanzó el Recetario para la Memoria Migrante.

El Recetario para la Memoria Migrante es un proyecto sonoro, creado por Malinalli García, que busca narrar la migración a través de la comida y la memoria. El recetario cuenta historias de mujeres migrantes latinoamericanas que viven en Barcelona y que, a través de la cocina, rememoran su país de origen.

“He escogido la comida porque en esta búsqueda de narrar la migración, la comida está siempre presente. Es un elemento de unión porque precisamente cuando migramos, cuando estamos lejos de nuestro país de origen, la comida se convierte en ese vínculo que nos permite sentir, pensar en esos seres queridos […] La comida también es un elemento de memoria, porque cuando migramos no solamente traemos con nosotros una maleta, también traemos recuerdos y saberes”, indica Malinalli.

Participantes del Recetario de la Memoria Migrante.
Participantes del Recetario de la Memoria Migrante.

Participantes del Recetario de la Memoria Migrante/ Foto: Cortesía de Malinalli García

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Una mexicana en España

Malinalli García, originaria de la Ciudad de México, lleva más de 20 años viviendo en España. A los 12 años se mudó del entonces Distrito Federal a Morelia, Michoacán, conocida por sus carnitas, uchepos y corundas. Como periodista, mientras trabajaba en la sección de Cultura del periódico La Voz de Michoacán, tuvo la oportunidad de viajar a España, que años después se convertiría en su hogar.

Al llegar a España, pensó que las cosas seguirían igual que en México, pero se encontró con varios desafíos inesperados, entre ellos el choque cultural y el racismo.

“Tengo que decir lo que yo lo he tenido hasta cierto punto fácil, porque soy una mujer blanca y no cumplo hasta cierto punto con ciertos estereotipos que tienen con respecto a la mujer latina; otras amigas sí que han pasado eso porque hay racismo en España, en México en todos lados, ¿no? Entonces, el color de tu piel, pues te condiciona muchas cosas”. 

Grabación del Recetario para la Memoria Migrante en Barcelona.
Grabación del Recetario para la Memoria Migrante en Barcelona.

Grabación del Recetario para la Memoria Migrante en Barcelona/ Foto: Cortesía de Malinalli García

García tuvo que dejar el periodismo y asumir trabajos como cuidadora de niños, atención al cliente y cocinera para poder seguir viviendo en España, ya que regresar a su país de origen no era una opción.

Para regularizar su situación migratoria, Malinalli inventó un contrato como trabajadora del hogar. En 2022, la joven periodista decidió dejar de trabajar solo para sobrevivir y reconectar con sus pasiones, lanzando la primera temporada de La Otra Orilla, donde solo mujeres migrantes cuentan sus historias.

En la segunda temporada, quiso darle un enfoque diferente, usando la comida como hilo conductor, ya que “es algo muy importante en nuestras vidas, y cobra doble sentido cuando migramos, porque es nuestra conexión con la familia y nuestro país”, cuenta Mali.

Recetario para la Memoria Migrante

A continuación, te comparto las historias de algunas participantes del Recetario para la Memoria Migrante: Ana Luisa Islas, una mexicana que recuerda su país con huevos rancheros; la brasileña Adriana Pimentel, que cocinó tapioca; y Lady Pazmiño, ecuatoriana que evoca su país con el encebollado.

Ecuador: El encebollado de Lady 

Lady eligió el encebollado para contar su historia migratoria. Este plato, preparado por su madre los fines de semana, evoca sus viejos recuerdos. Es uno de los platillos emblemáticos de Ecuador, hecho con yuca, atún blanco, cebolla, tomate fresco y aguacate.

“Para mí es un plato que cuando yo, por ejemplo, estoy triste o estoy enferma o he tenido un mal día o estoy muy cansada como encebollado y lo disfruto. Para mí son como esos momentos únicos que tengo con el encebollado, que me une a Ecuador aunque esté a kilómetros es mi plato estrella, aunque no sé si me salió tan bueno, pero es mi plato estrella”.

Encebollado, platillo tipico de Ecuador.
Encebollado, platillo tipico de Ecuador.

Encebollado, platillo tipico de Ecuador/ Foto: Cortesía de Malinalli García

Lady tenía ocho años cuando emigró a España con su madre y redescubrió su país a través de la comida durante su adolescencia.

“Los primeros ocho años en Ecuador fueron pura felicidad para mí. Lo recuerdo con mucha alegría, especialmente cuando eres tan pequeña. […] Todos mis recuerdos son bonitos y están muy ligados a la comida, porque aunque mi mamá no era una gran cocinera, una de mis tías tiene un restaurante en Quito y ella nos enseñaba a preparar los platillos”.

Lady compara su llegada a España con entrar en una nevera. Nacida en Guayaquil, una ciudad de altas temperaturas, el cambio a Europa fue radical. Los primeros días en su nuevo hogar fueron extraños, con gente vestida de gris y con aspecto triste, muy diferente de Ecuador, lleno de colores.

Un ave migratoria

El tono de piel de Lady siempre fue un motivo de rechazo por parte de algunas personas en España, pero no fue un tema tan significativo para ella hasta que se convirtió en madre.

“Cuando fui mamá se me derrumbó el castillo ese que tenía yo allí tan bonito, se destrozó. Mi hija me dijo que la habían hecho sentir mal, un compañero suyo le dijo que si bebía mucha leche se podía hacer blanca y que se vería mejor. Esto me destrozó, no me lo podía creer porque yo durante toda mi etapa escolar jamás, nadie me había hecho sentir ni mal”.

Lady se describe como un “ave migratoria” o una “ciudadana del mundo” y pide mayor empatía para las personas migrantes, ya que muchas veces se desconoce el contexto detrás de quienes deben dejar su país.

“Más empatía y curiosidad, y no prejuzgar. Debemos ser curiosos por conocer a la persona en cuestión, porque a veces, sin querer, juzgamos a un grupo de personas por lo que hicieron dos o tres”.

Para escuchar el capítulo de Lady ingresa a:

Brasil: La tapioca de Adriana

Adriana Pimentel, nacida en Seara, Brasil, se considera una gitana porque desde pequeña vivió con su tía, su madre y su abuela paterna. Fue a través de la imitación de ellas que aprendió a preparar tapioca, el plato que presenta en el Recetario para la Memoria Migrante de La Otra Orilla.

En los años ochenta, la tapioca en Brasil era un alimento común en el nordeste del país, muy distinto a su popularidad actual, donde es apreciada por sus propiedades nutricionales. La tapioca se obtiene del almidón de la raíz de la yuca, un tubérculo originario de Brasil.

Preparación de la tapioca por Adriana Pimentel.
Preparación de la tapioca por Adriana Pimentel.

Preparación de la tapioca por Adriana/ Foto: Cortesía de Adriana Pimentel

Aunque la forma más conocida de la tapioca son las perlas o pequeñas esferas, también puede encontrarse en diferentes formatos como harina, fécula e incluso hojuelas.

“Yo hago (la tapioca) como una señora mayor. La gente de Brasil ya la compra hidratada. Yo volví a Brasil después de nueve años y me quedé flipando con la tapioca porque no conseguí hacer la tapioca de la manera que hago aquí. Yo soy la reina de la tapioca de mis amigos”.

Adriana me cuenta cómo su abuela preparaba la tapioca de forma artesanal. Primero, ponía el almidón en un recipiente lleno de agua y lo removía hasta que todo quedaba bien humectado. Lo dejaba cubierto con un trapo durante toda la noche, y al día siguiente, escurría la tapioca con un colador, dejándola perfectamente hidratada y lista para comer.

¿Migrar para vivir mejor?

Adriana es fotógrafa y periodista de profesión, pero gran parte de su vida la ha dedicado al cuidado de niños; a los 12 años ya ayudaba a cuidar a los hijos de su madre.

A los 22 años se mudó a São Paulo, una gran ciudad llena de estereotipos que le hizo enfrentarse a la carga emocional de ser migrante.

“São Paulo es el corazón económico de Brasil, y para mí era como estar en otro país. Me costó mucho encajar, encontrar trabajo y sobrevivir. Fue todo muy grande y muy difícil”.

Durante su estancia en São Paulo, Adriana trabajó como presentadora de televisión, lo que le permitió vivir bien. Sin embargo, a los 45 años decidió mudarse a Barcelona, un cambio radical en su vida que la obligó a dejar su carrera y empezar de nuevo. En España, el único trabajo al que podía acceder como migrante era como trabajadora del hogar, enfrentándose a una dura realidad.

“Te empiezan a decir ‘tú tienes que limpiar, limpiar, limpiar. No tienes derecho a un mejor trabajo. Tus estudios no valen aquí’, y eso crece dentro de ti hasta que te preguntas: ‘Mira tu historial, eres fotógrafa, periodista. Puedes hacer muchas cosas, no solo limpiar… tienes derecho a ser más’”.

Detrás de cámara del Recetario de la Memoria Miigrante. Adriana Pimentel (izq) Malinalli García (derecha).
Detrás de cámara del Recetario de la Memoria Miigrante. Adriana Pimentel (izq) Malinalli García (derecha).

Detrás de cámara del Recetario de la Memoria Miigrante. Adriana Pimentel (izq) Malinalli García (derecha)/ Foto: la_otraorilla

En España, los sectores con mayor mano de obra migrante son la hostelería, el comercio, la construcción y las actividades administrativas, que incluyen trabajos de oficina de baja cualificación y escasa remuneración, como los call centers, según El Economista.

Adriana logró obtener la nacionalidad española gracias a la red de amigos que creó y que le ayudaron a regularizar su situación. Como mujer migrante, pide a la sociedad ver con los ojos de los demás y no estereotipar a las personas, abogando por una mente y una mirada más abiertas.

Para escuchar el capítulo de Adriana ingresa a:

Mexico: Los huevos rancheros de Ana Luisa

¿Por qué huevos rancheros? Le pregunté a Ana Luisa Islas, la mexicana que forma parte del Recetario para la Memoria Migrante. Su respuesta fue contundente:

“Los huevos rancheros son uno de esos platos que pueden ser complicados, pero también sencillos, y siempre te sacan de un apuro. Los ingredientes son fáciles de encontrar. En México, los das por sentado porque en cualquier fonda los puedes comer y siempre serán buenísimos. […] Cuando estoy triste, me los hago. Además, es un plato que cualquier persona disfruta. El otro día, estando en casa de un amigo, me hice unos huevos rancheros porque había oído el podcast”.

Ana no solo ama comer, sino que vive para la comida. Escribe en Ñam Ñam Barcelona, un proyecto culinario transmedia. “La cocina en hogar te hace viajar y te hace sentir cuando estás triste”, es así como Ana describe su relación con la comida, afirma que está viva gracias a la cocina.

“En la pandemia yo estaba sola en mi casa. Entonces lo que me puse a hacer fue a cocinar y publicaba en la cuenta de Ñam Ñam un plato al día […] darle a esa cuenta de Instagram me hizo sobrevivir eso sí, porque quería hacer algo bonito o algo rico y compartir las recetas”.

“Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”

España siempre estuvo presente en la vida de Ana, ya que su bisabuela era española, y en Navidad, el menú rendía homenaje a la Madre Patria. Sin embargo, convivir con tres mujeres oaxaqueñas a cargo de la cocina le permitió conocer México a través de sus sabores y guisos.

Ana nació en Estados Unidos, pero vivió su niñez, adolescencia y parte de su adultez en la colonia Del Valle de la Ciudad de México, disfrutando de su rica oferta gastronómica en lugares como Los Picudos, la Fonda Margarita, los esquites de Tlacoquemécatl y la taquería El Hostal.

Antes de llegar a Barcelona, trabajó en una organización que construía casas para personas en extrema pobreza. Como agradecimiento, la comunidad cocinaba para Ana y su equipo.

Ana Luisa Islas protagonista del episodio huevos rancheros del Recetario para la Memoria Migrante.
Ana Luisa Islas protagonista del episodio huevos rancheros del Recetario para la Memoria Migrante.

Ana Luisa Islas protagonista del episodio huevos rancheros del Recetario para la Memoria Migrante/ Foto: @ana_islas

“En un funeral, todo el mundo puede entrar y comer. Te sirven un plato de mole y arroz. Esas comidas han sido las más deliciosas y bellas de mi vida. Compartir la mesa con gente tan distinta y a la vez tan parecida es un privilegio. La mesa nos pone en un lugar horizontal; todos somos iguales, todos somos humanos, todos necesitamos comer”.

Ana llegó a Barcelona a los 26 años para estudiar una maestría en Periodismo. Se enamoró y casó con un hombre que falleció poco tiempo después, dejando un gran vacío en su vida.

“Hubo un momento en que ya no quería hacer periodismo como tal, sino más opinión, cosas más cercanas a mi corazón, decirle sí a cosas que me emocionaran”.

Sin saberlo, Ana se convirtió en una vocera de México, redescubriendo su país desde la distancia.

“Siendo yo una periodista mexicana en Barcelona nunca voy a llegar a ser editora de nada, porque soy mexicana y piensan que no hablo correctamente, pero sí explico México a España ese es mi valor porque soy como una bisagra”

Así, Ana explicó a los españoles qué es el Día de Muertos para los mexicanos. Su texto tuvo gran impacto y fue parte de una recopilación de la mejor escritura gastronómica en español de 2022, llevándola a escribir Mejor Oler a Mar, un ensayo sobre la apropiación cultural gastronómica.

Ana estuvo cuatro años sin poder regresar a México debido a su situación legal, lo que la sumió en una gran tristeza. Migrar significó perder su esencia y no sentirse de ningún lugar.

“Me di cuenta que yo había estado cuesta arriba muchos años y no te das cuenta porque piensas como que es así y así tiene que ser y no es verdad. Esos cuatro años que estuve sin regresar, pues sí fueron horribles en ese entonces salió la canción la Jaula de Oro de los Tigres del Norte y yo me acuerdo que la cantaba con mucho sentimiento. El año pasado los vi en la Feria de San Miguel y lloraba porque es difícil. Yo sé de paisanos nuestros que pasan 20 años sin volver”.

Ana actualmente vive tanto en Barcelona como en San Miguel de Allende, México. Para escuchar el capítulo de Ana Luisa en el Recetario para la Memoria Migrante ingresa a: