A lo largo de las siete temporadas que la integraron, Mad Men dejó una huella imborrable en la pantalla chica. Esa historia centrada en el mundo de la publicidad durante los años sesenta tuvo una infinidad de aciertos, entre ellos, darle el protagonismo a un desconocido Jon Hamm. Ese actor se puso al hombro esa épica de oficina ampulosas, jornadas laborales eclécticas y hombres que, whisky en mano, eran capaces de reinventar su pasado.

En la piel de Don Draper, Hamm mostraba un magnetismo animal y se movía con sofisticación en cada una de las escenas que retrataban esa idealizada Nueva York del pasado. Mad Men le permitió al actor demostrar un talento de esos que ya no abundan y un carisma al que no cuesta imaginar en pantalla junto al de otros monstruos como Cary Grant o James Stewart. Y para celebrar a ese actor, a continuación un listado con cinco películas que demuestran su gran versatilidad y su facilidad para adueñarse de cualquier género que se cruce en su camino.

Baby Driver

Las persecuciones en auto suelen ser postales irresistibles. Las imágenes centradas en vehículos que avanzan a toda velocidad, esquivando peatones y maniobrando con total pericia en medio de las calles de alguna gran ciudad, inyectan en el espectador un subidón de adrenalina que resulta fascinante. Y Baby Driver es un gran exponente de ese rubro. El protagonista es un joven que se especializa en conducir autos para una banda de ladrones pero, lejos de las pretensiones solemnes de Drive, aquí los personajes están vivos, son rehenes de su visceralidad y manejan con entusiasmo al ritmo de frenéticas canciones como “Bellbottoms”.

En este film, Hamm compone a Buddy, uno de los integrantes de la banda de ladrones, un criminal desbocado que cuando no se encuentra enfrascado en apasionados besos con su pareja, disfruta de crear el caos en forma de salvajes balaceras. El director Edgar Wright pone en marcha una adictiva película de acción, de imponentes persecuciones y villanos presos de su sadismo.

Confiesa, Fletch

El personaje literario creado por Gregory Mcdonald, figura en más de diez novelas, tuvo apenas dos adaptaciones en los años ochenta, ambas protagonizadas por Chevy Chase. Y luego de años de intentar relanzar la franquicia, Jon Hamm fue el elegido para convertirse en la nueva versión de Fletch. Este film, dirigido por Greg Mottola, es un ejercicio cinematográfico de puro placer, con paisajes que oscilan entre Nueva York y Roma, y de personajes hedonistas que se mueven en escenarios frívolos pero en los que habitan grandes crímenes. Y Fletch, un periodista devenido a una suerte de detective, se mueve en ese mapa con astucia y soltura, y de ese modo logra siempre estar un casillero por delante de sus rivales.

Confiesa Fletch es una película hecha a la medida de este actor, porque el espectador no puede evitar más que sentirse cómplice de un atípico héroe, dueño de una pose relajada e impasible ante cualquier tipo de peligro (por cierto, para los amantes de Mad Men este es un título de visión obligatoria, porque marca el reencuentro en pantalla de Hamm con John Slattery).

El chico del millón de dólares

En el año 2014, Disney puso en marcha un largometraje basado en una extraordinaria historia ambientada en el mundo del beisbol. Un agente deportivo venido a menos llamado J.B. Bernstein tiene una idea de lo más atípica: viajar a la India y organizar un reality show, con el objetivo de encontrar a jóvenes promesas de ese deporte para llevarlos a los Estados Unidos y convertirlos en estrellas. De esa manera, Bernstein encuentra a talentosos lanzadores, cuya futura carrera podría devolverle al representante un prestigio perdido. Claro que el hombre pronto comprenderá que su verdadero triunfo no esté en ganar fama, sino en el entrañable vínculo que establece con esos chicos.

En El chico del millón de dólares, Hamm se pone al frente de un film emotivo, y compone a un hombre cínico que no tarda en descubrir su propia humanidad. Esta no es una película perfecta, y aunque por momentos se encuentra algo edulcorada, el trabajo del actor alcanza para sostener el interés y descubrirlo en un registro totalmente distinto al de la mayoría de sus trabajos más populares.

Te atrapé

Aunque asociado principalmente al drama, Jon Hamm es un enorme comediante. Es más, él mismo confesó en varias oportunidades que siente por ese género una debilidad especial, y su trabajo en títulos como Unbreakable Kimmy Schmidt o Clear History son pruebas de sus dotes para hacer reír. Quizá al fan más purista de Mad Men pueda resultarle hasta chocante ver al intérprete haciendo pasos de comedia, pero Te atrapé es una inmejorable puerta de entrada para amigarse con un Hamm dispuesto a divertir al público.

Esta película está basada en la historia real de un grupo de amigos que, a pesar de estar en edad adulta, una vez al año se pedían un descanso de sus trabajos para jugar a la mancha, aunque en realidad se trata de una versión a gran escala de ese juego. De esa manera, todos ellos viajan de estado en estado y establecen divertidas estrategias, con el objetivo de encontrar y tocar a quien juegue el papel de presa. En este film, Hamm se pone en la piel de Bob, un agente de seguros que no duda en disfrutar como un chico de ese ritual llevan a cabo con total seriedad, como una suerte de descanso a sus obligaciones.

The Town

En su segunda pieza como director, Ben Affleck pone en marcha un policial sólido, inteligente en su capacidad por beber de las bases del género. Aquí la historia es la de un ladrón de bancos que se encuentra ante la disyuntiva de ser fiel a ese código de barrio que lo formó o traicionar su posible esencia frente al inesperado flechazo que siente por una mujer. Affleck dirige y protagoniza con aplomo este film capaz de combinar a Michael Mann con John Huston (o incluso Clint Eastwood), y establece a un delincuente que, entre muchos de los obstáculos que debe sortear, se encuentra la presencia de un policía obsesionado con atraparlo. Ese agente de la ley es interpretado por Jon Hamm, quien comprende a la perfección el estilo propuesto por el director y desarrolla a un personaje atravesado por el deber, decido a cumplir con su tarea pero, eso sí, procurando no romper los límites establecidos.