Refritos, la fórmula que fue una mina de oro y ahora está matando a la TV

Willam Levy y Margarita Rosa de Francisco | Fotos: Getty Images, Reuters
Willam Levy y Margarita Rosa de Francisco | Fotos: Getty Images, Reuters

Recién se anunció que el galán de origen cubano William Levy será el protagonista, en Colombia, de una nueva versión de la famosa telenovela ‘Café con aroma de mujer’, que se grabará con este título y en la que comparte crédito con las actrices Laura Londoño y Carmen Villalobos.

Ciertamente los productores de RCN Colombia apuestan a que el proyecto será un hit, después de todo, la historia original de Fernando Gaitán ha sido llevada a la pantalla, con esta, en tres ocasiones, la original de 1994 con Margarita Rosa de Francisco y Guy Ecker, en las interpretaciones que los hicieron estrellas internacionales; posteriormente hubo una versión en TV Azteca en 2001 con Silvia Navarro, Sergio Basáñez y Martha Cristiana, bajo el título ‘Cuando seas mía’ y en 2007 Televisa lanzó ‘Destilando amor’, que fue el retorno de Eduardo Yáñez a las pantallas mexicanas, con Angélica Rivera, en la que sería (hasta ahora, y probablemente en definitiva) su última intervención en una telenovela.

Pero, sinceramente, ¿necesitamos otra versión de esta historia? ¿Qué diferencia puede tener esta de las anteriores? Otro remake, de otra telenovela famosa, que busca llegar a “una nueva generación”. Esa parece ser la regla, no la excepción. ¿Y no será un arma de dos filos?

Las telenovelas en México, son el punto medular del entretenimiento doméstico en la pantalla chica desde 1958, cuando se estrenó la primera: ‘Senda prohibida’. A esta siguieron grandes clásicos que redefinieron el género, según la época, desde ‘Corazón salvaje’ ‘Rubí’ y ‘Teresa’ en los 60, o ‘Rina’, ‘Viviana’ y ‘Los ricos también lloran’ en los 70 o ‘Amor en silencio’, ‘Cuna de lobos, ‘El camino secreto’ y ‘El Maleficio’ en los 80. Del mismo modo, en otros países de América Latina como Argentina, Brasil, Cuba (previo a la revolución y unos años después), Puerto Rico, Chile, Colombia y sobre todo Venezuela, que en una época fue la mayor competencia de México, surgieron telenovelas de gran éxito como ‘Cristal’, ‘Esmeralda’, ‘La esclava Isaura’, ‘Los hermanos Coraje’, ‘Papá corazón’, ‘Andrea Celeste’, ‘Rosa de lejos’, ‘La madrastra’ o ‘Simplemente María’.

El éxito rotundo de las mismas, es quizá la continua e incesante espera de cada capítulo para ver la continuidad de la ficción. ¿Cómo va a acabar? ¿De qué vilezas serán capaces los villanos? ¿Logrará la heroína superar a la adversidad y encontrar la dicha en el porvenir en brazos del galán? – esta es la apología misma del concepto formado durante años de lo que pudiera llegar a ser una cultura de la ficción mexicana con algunos muy notorios parecidos a la realidad (No en vano se dice que la vida imita al arte).

Sin embargo, a partir de los años 90, las telenovelas mexicanas se convirtieron en una serie constante de reciclajes: ‘María Mercedes’ de ‘Rina’, ‘Marimar’ de ‘La venganza’ (que protagonizó en 1977 Helena Rojo) y ‘María la del Barrio’ de ‘Los ricos también lloran’; ‘La dueña’ de ‘Doménica Montero’, ‘Esmeralda’ de la telenovela venezolana del mismo título, etcétera. Esto, en los últimos tiempos junto con la competencia de productos turcos, españoles y coreanos y las series anglosajonas de plataformas streaming, ha hecho que la telenovela tenga que luchar más por el goce de las audiencias, y la problemática de hacer remakes fue que tal vez ocasionó por un tiempo la caída de las mismas de la gracia del público.

El factor nostalgia es muy importante, pero a veces tengo la sensación de que se subestima el gusto del espectador y su deseo por algo novedoso – y esto no necesariamente aplica a las telenovelas nada más: en el cine parece ser el pan nuestro de cada día; secuelas, “universos” y remakes, que muchas veces no funcionan (véase el desastre que fue ‘Las brujas’ con Anne Hathaway y Octavia Spencer.

¿No sería mejor intentar jugársela con escritores nuevos con ideas más frescas, que solo reversionar clásicos o adaptar obras extranjeras? ¿O será que el temor al fracaso en esta lucha contra el streaming, hace que se apueste únicamente a lo seguro y por lo mismo se ha creado un círculo vicioso?

Lo cierto es que la competencia con las cada vez más proliferantes plataformas es muy dura y si bien en México hay una audiencia cautiva todavía que ve televisión abierta, pero la brecha se va cerrando cada vez más y quizá los remakes tendrán que llegar a su fin, para dar paso a una nueva competencia. Aunque en el mundo de la televisión (y los gustos) la última palabra aún no está dicha.

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