Regina Castro y el lado agridulce de haber tenido una infancia feliz en Los Pinos

Con nostalgia y melancolía, Regina Castro recuerda cómo su vida en la residencia oficial de Los Pinos. (Photo by Friedemann Vogel - Pool/Getty Images)
Con nostalgia y melancolía, Regina Castro recuerda cómo su vida en la residencia oficial de Los Pinos. (Photo by Friedemann Vogel - Pool/Getty Images)

Con la transición presidencial de la gestión de Enrique Peña Nieto a la de Andrés Manuel López Obrador en 2018, una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue convertir la residencia oficial de Los Pinos en un museo y recinto cultural. A cinco años del cambio de poderes, una antigua inquilina recuerda cómo fue vivir ahí. Se trata de Regina Castro, hija de Angélica Rivera, ex primera dama.

Contrario a lo que se puede pensar, Regina no comparte su sentir bajo un contexto político. Lo hace desde la melancolía y la nostalgia que le significa su pasado ahora que ha cumplido la mayoría de edad. Mira hacia atrás para repasar lo que fue su infancia en la casa presidencial como una etapa de su vida y nada más.

A través de redes sociales compartió stories con imágenes de su niñez en Los Pinos. La mayoría de las fotografías revelan su cercanía y buen trato con los animales. Recordó a sus perros fallecidos, así como a Don Juan, el caballo que le causó un accidente que derivó en fractura de fémur y pérdida de dientes, pero al que le agradece por haberle enseñado a disfrutar el momento pese a las adversidades.

Igualmente compartió la imagen del famoso teléfono rojo de la presidencia. Para algunos sigue tratándose de un mito, sin embargo, tal como lo mostró, su existencia es real. Este artefacto forma parte de la narrativa política y social del país porque de él emanan órdenes inmediatas y directas por parte del mandatario en turno. Regina lo presumió como un accesorio con el que podía marcar fácilmente a China.

El compendio de postales publicadas iba acompañado de pensamientos y sentires respecto a lo que significó vivir y crecer en ese espacio. No obstante, las críticas también se hicieron notar, pues detractores de sus publicaciones le reprocharon por haber crecido entre lujos y alto poder adquisitivo.

“Fue reflexión, pero al mismo tiempo me llegaron esas fotos de cuando vivía en Los Pinos y no sé, me puse muy triste porque hay muchas cosas que no ven detrás y al final a todo mundo se le olvida que todos somos personas”, respondió a sus críticos.

El comentario que irritó a algunos seguidores fue el siguiente: “La casa en la que yo crecí se convierte en un fuc... museo”. Se le consideró incluso “clasista”. Por ello insistió en explicar que sus recuerdos van ligados a la nostalgia. A diferencia de sus hermanas Sofía y Fernanda, Regina era una niña pequeña cuando llegó a habitar la residencia. Para ella fue su casa, su hogar. Y eso es lo que trata de hacerle notar a la gente desde su propia experiencia.

Igualmente generó empatías y simpatías, principalmente con seguidoras y seguidores que se identificaron con ella en lo que implica mudarse, la memoria sobre las mascotas de la infancia y el volver a empezar luego de las elecciones de sus mayores. En cierta medida, sin decirlo como tal pero con esa intención, Regina considera afortunados a quienes tienen la oportunidad de volver al lugar que fueron felices: "... chance ustedes pueden regresar a su casa de la niñez, yo no, y no pasa nada".

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