¡Regresa la moda dosmilera! Pero… ¿por qué debemos cuidar que no vuelvan los trastornos alimenticios?

Desde hace unas semanas vimos a la supermodelo Bella Hadid vistiendo unos pantalones a la cadera, como cuando los millennials éramos adolescentes a inicios de los dosmiles; hace unos días, Kim Kardashian apareció en un programa de televisión sin implantes y con una figura delgadísima, una delgadez como cuando las millennials éramos adolescentes a inicios de los dosmiles. Por supuesto, más de una ha puesto el grito en el cielo: ¿será que la la tendencia de moda conocida como Y2K será el must en 2022-2023 con tooodo lo que eso implica?

Sabemos que la moda es cíclica: cada cierto tiempo se retoman algunos elementos de épocas anteriores y se adaptan a la actualidad. Recordemos cómo -por ahí de 2010- comenzamos a asaltar el clóset de las mamás y los abuelos para usar lo que usaban ellas con un toquecito propio.

“Regresa, pero no regresa igual. Aunque está muy chistoso porque estas dos últimas décadas de los 90 y principios de los 2000 llegaron como cínicas, muy iguales“, nos cuenta Manu Castillo, fashion stylist, coordinador de moda y a quien también conocemos en TikTok por enseñar tan cool sobre historia de la moda.

Y eso mismo es de lo que se habla en el regreso de la tendencia Y2K: en su momento empujó a muchas personas a trastornos alimenticios y una obsesión tremenda por alcanzar una figura ultra delgada.

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La nostalgia y su influencia en los X, los millenials y los Z

Se nos salió de las manos esta tendencia. Resulta que la tendencia Y2K envuelve a tres generaciones: X, millennials y Z, también un poquito a la generación Alpha”, nos dice Manu.

El experto explica que la nostalgia es el hilo conductor en estas tres generaciones y su interpretación y uso de la moda.

La generación X fue la primera en ver que podía salir un poquito del contexto de los papás y que, además, le tocó el cambio de tecnología; mientras que los millennials “tratamos ya de romper lo que decían nuestros papás y empezamos a romper protocolos de moda”.

¿Y los Z? Es una generación mucho más libre: carga con menos estigmas, acepta mucho mejor las diversidades, gracias a su acceso a tecnología e información, tiene conceptos y discursos mucho más entendidos (como la gordofobia o la discriminación).

“¿Qué pasa con estas tres generaciones? La nostalgia: la generación X tiene la nostalgia de este proceso de haber sido joven, de empezar a vivir la época de la tecnología de finales de los 90; los millennials tenemos la nostalgia de empezar a vivir lo que nos frustraron los boomers”, sí, por eso nos compramos la playera de Sailor Moon y otras cosas de adultos independientes con gustos bien dementes, “puede gastar lo que gana en cosas que siempre quiso”.

Y la generación Z, como muchas otras generaciones, suele tener nostalgia por el pasado que no vivió y, puede llegar a romantizar épocas. Ahora escarban en los clósets de sus papás, tías o hermanas mayores y ¿qué encuentran? El top de brillitos, el cinturón enorme, los lentes tipo ugly (que para nuestro gusto sí son muy ugly, la verdad).

“Estas tres generaciones están metidas en esta burbuja de nostalgia que nos lleva a justamente a finales de los 90 principios del 2000“.

Muy bonito y todo la “tendencia Y2K muy de moda en pleno 2022″… pero aguas con los trastornos alimenticios ¿por?

Recordemos nomás el dichoso pantalón a la cadera: ese corte rarísimo que cuando te sientas se te ven los calzones, que sientes que se te va a caer todo el tiempo y que hace 20 años nos hicieron creer que a quienes mejor se les veía era a modelos ultra delgadas talla 00.

Basta pensar en Kate Moss y otras grandes supermodelos que, en su momento, desfilaron con una imagen sumamente delgada, muchas parecían enfermas: se les marcaban las clavículas, la espina dorsal y los huesos de la pelvis.

“Sabemos que ese corte fue causante no nada más de dismorfia corporal, sino también deformar los cuerpos. Es una realidad. La generación Z no lo vivió, pero los millennials sí”, insiste Manu.

Y sí… la ropa modifica los cuerpos

No es una afirmación a la ligera: fue algo que se vivió y se vio durante los 90 y la primera parte de los 2000.

Mientras que las modelos de pasarela remojaban algodones con agua y se los comían para no engordar (“yo lo vi”, dice Manu), las personas comunes fuera de esas esferas hacían sus propios esfuerzos por llegar a la talla 00.

Basta recordar los blogs de “Ana y Mía”, donde jóvenes y adolescentes se escribían y daban consejos para adelgazar y que sus familias y amigas no se dieran cuenta que vivían con anorexia y bulimia.

“La moda tiene un cómplice, algo todavía más profundo: la violencia estética. Esta es la que dicta todo: lo que debemos usar, cómo debemos vernos, qué forma debes tener. Su objetivo es que cumplas con el estereotipo físico del momento“, explica Rosario Espino, nutrióloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria, alimentación consciente y alimentación compasiva.

La moda, relata Rosario, comienza a permear de tal manera que, al llegar a las personas comunes como tú y como yo, vemos repetitivamente a representantes de la moda quitarse implantes (coff coff, Kim Kardashian), artistas que seguimos modificar su cuerpo rápidamente (como Danna Paola, por ejemplo) “y nosotras, simples mortales, con el afán de pertenecer, comenzamos a ir hacia allá”, dice la experta.

De poquito en poquito ni cuenta nos damos

Podríamos decir que la “Y2K” como tendencia de moda en pleno 2022 puede ser menos dañina que hace 20 años si ponemos atención a ciertos aspectos.

Manu Styling lo explica perfecto: estamos en un punto en el que la delgadez se malinterpreta.

“Ya se compró la idea de que no se habla del cuerpo de los demás y eso es completamente cierto y ya lo entendimos y me encanta, pero también es importante recalcar que hay un tipo de físico que ahorita se está vendiendo como ‘físico meta’: ser ultra delgado rápidamente para encajar en la tendencia es lo que lo hace negativo“.

El ejemplo más claro es con el que comenzamos: Kim Kardashian sin implantes de senos, brazos delgaditos, en un vestido diminuto. “Esto hace evidentemente que la delgadez extrema esté de regreso en un grado tóxico”.

Y es que eso pasa con las tendencias: gota a gotita comenzamos a ver cambios, al inicio imperceptibles, y luego “nos está explotando en la cabeza que llega un momento en el que se normaliza y ya estás comprando ropa doble cero, bajando de peso para entrar a ese tipo de prendas o haciendo ejercicio brutal o dietas extremas”.

Pero… ¿a poco somos tan “manipulables”?

No es una respuesta fácil. Así como Manu relata cómo vamos normalizando estas imágenes, Rosario explica que el peligro está “cuando no tienes más opciones para comprar ropa“.

“Ahorita las redes sociales nos llevan ahí: a una convergencia entre quienes ya lo vivimos y las que no. Y sí, podemos unirnos y luchar por vestirnos como querramos… hasta que deja de haber mom jeans, los buscas y no están en ningún lado o los que encuentras cuestan tres veces más que unos low rise (pantalones a la cadera). Se comienzan a cerrar las opciones. Es ahí cuando se siente como necesidad «tener que caber en esa ropa» porque ya no tienes más opción“, dice la experta.

No todo es terrible: los avances en la representación corporal

Sí, debemos tener cuidado en no normalizar las tallas 00 para que las personas que no tienen una complexión delgada naturalmente, no comiencen a tener hábitos alimenticios dañinos para alcanzar estándares impuestos por tendencias de moda como la Y2K.

Sin embargo, también es cierto que hay un buen camino recorrido gracias al body neutral y la aceptación de cuerpos diversos en medios masivos. Sí, sabemos que los cuerpos gordos, por ejemplo, no dominan las pasarelas, pero también es cierto que la delgadez extrema ya no es el único estándar aceptable.

“Sí, está cabrón porque las tendencias las vamos a ver en todos lados, pero nosotras somos las que consumimos y tenemos que saber nuestro poder como consumidoras“, recuerda Isabel Sesma, modelo plus size desde hace siete años y quien actualmente estudia psicología conductual.

Para muestra de lo que dice, un botón: una parte primordial en el desplome de Victoria’s Secret, la marca de lencería, fueron las consumidoras que exigían tallas más grandes, mejor representación corporal y la empresa no se supo adaptar a tiempo.

“Sí creo que podemos exigir, dejar de consumir y sí creo que hay mucha más crítica ahorita”, continúa Isabel. “Los centennials son mucho más sensibles a esto y se dan cuenta en chinga cuando algo no tiene intenciones de incluir a todo el mundo. Hay un público mucho más crítico y más informado y tenemos con qué pelear y debatir”.

Y es cierto. Hace 20 años la discusión no era tan abierta, tampoco había una opción tan variada y diversa de medios para informarse, comunicarse o consumir.