Reina Isabel II: Cómo “Lilibet” se convirtió en una de las monarcas más grandes de Gran Bretaña
La reina ha muerto, anunció el Palacio de Buckingham.
El Palacio dijo en un comunicado: “la reina murió pacíficamente esta tarde en Balmoral”.
Aunque no nació para ser reina, Elizabeth Alexandra Mary Windsor murió el 8 de septiembre de 2022 tras haberse convertido en la monarca que más tiempo reinó en la historia británica.
Su infancia
Isabel nació el 21 de abril de 1926, hija del duque y la duquesa de York.
Apodada “Lilibet” por su familia, causaba una fuerte impresión en las personas desde una edad temprana.
Winston Churchill dijo en 1928: “Es un personaje. Tiene un aire de autoridad y reflexión asombroso".
Isabel y su hermana menor Margaret fueron educadas en privado en casa bajo la supervisión de su madre y la institutriz Marion Crawford.
Las clases se concentraron en Historia, Idioma, Literatura y Música.
Abdicación de Eduardo VIII
Nacida tercera en la línea de sucesión al trono, Isabel tendría que haber vivido como un miembro menor de la realeza.
Sin embargo, su futuro cambió para siempre en 1936 cuando su tío Eduardo VIII abdicó menos de un año después de subir al trono para poder casarse con Wallis Simpson, una socialité estadounidense divorciada.
El padre de Isabel se convirtió en el rey Jorge VI y la joven princesa en heredera al trono.
Una vez que salió a la luz pública, la princesa Isabel se tomó en serio sus deberes reales. Durante la Segunda Guerra Mundial contribuyó a levantar la moral realizando una transmisión dedicada a los niños de la nación, en 1940, a la que se unió su hermana menor al final.
Hizo apariciones públicas por su cuenta y se unió al Servicio Territorial Auxiliar de mujeres como conductora y mecánica para liberar a los hombres y que pudieran unirse a las líneas del frente. Las habilidades que aprendió en aquellos tiempos, las conservó durante toda la vida.
Décadas más tarde, aterrorizó a su pasajero, el príncipe heredero Abdullah de Arabia Saudita, conduciendo sin miedo por las sinuosas carreteras de las Tierras Altas de Escocia en su Land Rover mientras él le rogaba que mantuviera la vista en la carretera.
El Día de la Victoria en Europa en 1945, la joven Isabel y su hermana Margaret convencieron a sus padres para que las dejaran escabullirse del Palacio de Buckingham y mezclarse con la multitud que celebraba afuera.
Más tarde recordó: “recuerdo filas de personas desconocidas que unían los brazos y caminaban por Whitehall, todos juntos simplemente sumergidos en una marea de felicidad y alivio”.
Los momentos de anonimato como ese fueron raros, pero pudo disfrutar de algunos más a lo largo de su vida. Un biógrafo recuerda una vez que fue de compras a una zona libre de impuestos de un aeropuerto mientras esperaba que su vuelo repostara.
“Era un área segura, nadie la esperaba y ella se lo pasó muy bien caminando por Clarins”, informó un miembro del grupo real.
En otra ocasión, mientras andaba por los terrenos de Balmoral con sus guardaespaldas, un grupo de turistas estadounidenses le preguntó si alguna vez había conocido a la reina. Al parecer, ella dijo que “no” pero señaló a uno de sus guardias y afirmó: “pero él sí”.
Felipe, su “fuerza y ancla”
Durante la guerra conoció a un joven oficial naval, Felipe de Dinamarca y Grecia.
La pareja se casó en la Abadía de Westminster el 20 de noviembre de 1947 y la princesa usó un vestido que pagó con bonos de racionamiento.
En los círculos reales de la época se produjo una oposición feroz a la unión porque él no tenía un céntimo y se consideraba “arrogante”, pero formaron un vínculo tan sólido que su matrimonio de 73 años se convirtió en el más largo de cualquier monarca del Reino Unido.
El difunto Lord Charteris dijo una vez que Felipe era la única persona en la tierra que podía decirle a la reina que “se callara”, y viceversa.
Otro amigo cercano dijo de la pareja: “esos dos son una muestra de una verdadera historia de amor: toman el té juntos todos los días y hablan de todo. Él podía sacar una carta y leérsela o bromear. Simplemente se adoran”.
Durante un discurso para conmemorar sus bodas de oro, la reina dijo sobre Felipe: “es una persona que no acepta fácilmente los cumplidos, pero ha sido mi fuerza y ancla todos estos años, y yo, y toda su familia, así como este y muchos otros países, tenemos una gran deuda con él, una deuda mayor de la que conocemos y que él jamás reclamaría”.
Primeros años de vida familiar
Su primer hijo, Carlos, nació en 1948 y Ana lo siguió dos años después.
Pero la princesa Isabel tenía una vida en la que debía equilibrar la familia con los deberes reales.
Durante un tiempo, vivió con Felipe en su base naval en Malta, dejando al joven príncipe Carlos en el Reino Unido.
Se dice que fue uno de los momentos más felices de su vida. La joven princesa conducía por la isla sin escolta en su vehículo descapotable o iba al cine local para ver una película, de la mano con su esposo.
Su coronación
El 6 de febrero de 1952, Jorge VI falleció e Isabel se convirtió en reina, lo cual produjo un gran cambio en su vida con Felipe.
En ese momento se encontraba en una gira real por Kenia, visitando un hotel en la copa de un árbol y dejaron que fuera el príncipe Felipe quien le comunicara a su esposa la noticia de la muerte de su padre.
Al día siguiente, la nueva monarca pidió que no tomaran fotos. Un periodista dijo que podía “sentir su tristeza” cuando pasó y los saludó.
Más de un año después, el 2 de junio de 1953, la reina fue coronada en la Abadía de Westminster en un evento televisado que fue visto por aproximadamente 27 millones de personas en todo el Reino Unido.
Fue la soberana número 39 en ser coronada en la Abadía de Westminster, en un servicio seguido de una procesión que se extendió a lo largo de una ruta de 7,2 kilómetros a través de Londres.
Vida familiar posterior
En la década de 1970, había dado a luz a sus hijos Andrés y Eduardo y se convirtió en la primera monarca reinante en visitar Australia y Nueva Zelanda.
En 1977, celebró sus bodas de plata y, aunque el país estaba sacudido por la agitación política y los disturbios, la reina seguía siendo admirada y respetada.
Allanamiento en el Palacio de Buckingham
En las primeras horas del 9 de julio de 1982, el pintor y decorador Michael Fagan, de 31 años, irrumpió en el Palacio de Buckingham tras escalar los muros perimetrales de 4 metros de altura.
Luego subió por una tubería de desagüe y entró al palacio a través de una ventana abierta.
Finalmente, Fagan llegó a la habitación de la reina, donde encontró a una monarca atónita.
Un informe oficial de Scotland Yard sobre el incidente indicó que la causa básica del error en la seguridad se debió a una serie de fallas por parte de los oficiales que no actuaron correctamente y acto seguido se mejoró la seguridad.
Annus horribilis
En 1992, una serie de eventos desagradables sacudieron a la familia real. Los matrimonios de dos de sus hijos, la princesa Ana y el príncipe Andrés, se rompieron.
Se publicó un libro que detallaba la infelicidad de la princesa Diana y un incendio arrasó el Castillo de Windsor. Esto llevó a la reina a pronunciar un discurso en el que lo calificó como su “annus horribilis”, su año horrible.
El apoyo público a la familia real estaba cayendo en picado, pero la popularidad de la reina apenas disminuyó. Tal vez se debió a su servicio desinteresado.
Tony Blair, uno de los tantos primeros ministros que presidió durante su reinado, dijo: “la característica que más me sorprendió de ella fue su capacidad para sobrevivir en tiempos difíciles”.
“A lo largo de mi mandato como primer ministro, me sorprendió con frecuencia su enorme capacidad para captar el estado de ánimo del público”.
Hubo una excepción notable. En 1997, el mundo se quedó atónito por la muerte de Diana, la princesa de Gales, y por primera vez la reina pareció juzgar mal lo que el público quería de su monarca.
Sin duda, pensando en que sus amados nietos Guillermo y Harry habían perdido a su madre, los llevó al Castillo de Balmoral en Escocia. Allí, retiró los periódicos intencionalmente para no entristecer más a los jóvenes.
El príncipe Harry explicó más tarde: “fue un caso de: ‘cómo dejamos que los niños lloren en la intimidad y cuándo es el momento adecuado para que se pongan sus sombreros de príncipe y asuman sus deberes para que lloren, no solo a su madre, sino a la princesa de Gales’”.
Sin embargo, el público no respondió de manera tan comprensiva. La reina fue acusada de “fría” y “distante”. Más tarde, hizo una transmisión rindiendo homenaje a Diana. Pero la oleada de ira la había conmocionado.
Respecto a sus expresiones de enojo, el método preferido de la reina para expresar su desaprobación era decir: “¿estás seguro?”, o simplemente hacer muchas preguntas.
A lo largo de su reinado, se mantuvo neutral políticamente, pero su experiencia y conocimiento sobre los asuntos mundiales fueron una fuente invaluable de buenos consejos para los políticos.
El ex primer ministro Blair recuerda haberle preguntado sobre otro jefe de Estado, diciendo: “realmente me estoy esforzando por conectar con él”. Ella le respondió: “prueba con el cricket, esa es su pasión”.
Una monarca que rompió récords
Su increíble ética de trabajo, así como su lealtad hacia sus súbditos, consolidaron el apoyo a la reina en la década del 2000.
Su Jubileo de Oro se celebró en 2002, a pesar de que ese año habían muerto su hermana Margaret y su madre, la reina Isabel, la Reina Madre.
Entre las celebraciones en el Reino Unido se realizó el concierto “Prom at the Palace” en los jardines del Palacio de Buckingham, así como numerosas fiestas en todo el país a las que asistieron varios miembros de la realeza y celebraciones en las calles.
Cuando celebró su Jubileo de Diamante en 2012 su índice de aprobación alcanzó el 90 %, el más alto desde que llegó al trono.
La ocasión se celebró con un desfile fluvial en el Támesis en Londres, aunque el mal tiempo que hizo ese día eclipsó el evento.
2012 también fue el año en que demostró al mundo lo que todos en su círculo íntimo sabían desde hacía muchos años: tenía un divertido sentido del humor.
Los amigos siempre habían insinuado que Su Majestad era una imitadora talentosa, que jugaba con los acentos de Liverpool y Escocia con facilidad.
Pero nadie estaba preparado para el asombroso momento en el que apareció saltando de un helicóptero en una parodia de James Bond para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Tres años más tarde, el 9 de septiembre de 2015, Isabel II se convirtió en la monarca que más había reinado de Gran Bretaña. Su público la admiraba y respetaba. Su familia la amaba.
Le encantaba el rol de abuela y, a menudo, enviaba mensajes de texto a sus nietos desde su teléfono móvil. Cuando era solo un niño pequeño, el príncipe Guillermo la llamó ‘Gary’ porque no podía pronunciar ‘Granny’ (abuelita, en inglés) y el joven príncipe Jorge la nombra cariñosamente ‘Gan Gan’.
En los últimos años, pudo asistir a los matrimonios de sus nietos, el príncipe Guillermo y el príncipe Enrique, así como de sus nietas, las princesas Beatriz y Eugenia, y conoció a 12 bisnietos.
Se convirtió en un símbolo de estabilidad cuando el Reino Unido y la Commonwealth se vieron sacudidos por la pandemia de coronavirus.
Aislada con su esposo, el príncipe Felipe, en el Castillo de Windsor, se adaptó a la nueva normalidad cumpliendo con sus compromisos a través de videollamadas y haciendo transmisiones por la radio y la televisión.
La reina se vio obligada a guiar a su familia en tiempos difíciles cuando el príncipe Enrique y su esposa Meghan Markle anunciaron en enero de 2020 que querían abandonar sus roles como miembros de la realeza para comenzar una nueva vida en los Estados Unidos.
Fue ella quien presidió las discusiones entre la pareja y el resto de la familia real y finalmente llegó al acuerdo conocido como “Megxit”.
Vio cómo la pareja renunció a sus títulos de Su Alteza Real, al derecho a usar la palabra “real” y a que despojaran al príncipe Enrique de sus cargos militares honoríficos.
Y en marzo de 2021 tuvo que lidiar con las consecuencias de la explosiva entrevista de la pareja con Oprah Winfrey, donde afirmaron que un miembro de la familia real había hecho comentarios racistas y que no apoyaron a Meghan cuando pensó en suicidarse.
La declaración de la reina, breve pero cuidadosamente redactada, aseguró que dichos asuntos serían abordaros por los miembros de la familia, no a través de la maquinaria del palacio.
La reina afrontó la angustia que ocasionó la muerte del príncipe Felipe a la edad de 99 años, el 9 de abril de 2021 en el Castillo de Windsor. Había pasado cuatro semanas en el hospital, unas tres semanas antes de su muerte.
Debido a las restricciones por el coronavirus que se aplicaron en el momento de su muerte, el funeral tuvo que reducirse a solo 30 personas.
La reina se mostró solemne, sentada sola en la Capilla de San Jorge, con otros 29 dolientes, en su mayoría sus hijos y nietos.
Su 95 cumpleaños lo pasó de luto real por quien había sido su esposo durante más de 73 años y con quien pudo pasar un poco más tiempo debido al confinamiento durante la pandemia.
En los días siguientes, agradeció al público por sus mensajes de condolencia diciendo: “aunque nuestra familia está atravesando un período de gran tristeza, ha sido un consuelo para todos ver y escuchar los homenajes que se le han rendido a mi esposo, tanto dentro del Reino Unido como en la Commonwealth y alrededor del mundo.
“Nos han conmovido profundamente y seguimos recordando el impacto tan extraordinario que tuvo Felipe en innumerables personas a lo largo de su vida”.
Como viuda, la reina tuvo que atravesar los últimos años de su vida sin el hombre que había estado a su lado desde que era una adolescente.
Sin embargo, volvió a sus funciones públicas apenas pudo, tanto de forma remota como en persona.
El año 2022 marcó los 70 años de su reinado, una ocasión que se celebró con cuatro días festivos por su Jubileo de Platino en junio, unas fiestas en las que participó la propia reina varias veces durante el fin de semana.
No asistió al “Trooping the Colour” y Carlos fue el encargado de hacer el saludo en su nombre durante el evento en Horse Guards Parade.
Sin embargo, apareció en el balcón del Palacio de Buckingham al final del desfile y vio la presentación de vuelo junto a otros miembros de la familia real, incluido el príncipe Luis, quien probablemente se robó el espectáculo con sus animadas expresiones.
Más tarde, ese mismo día en el Castillo de Windsor, encabezó simbólicamente el encendido de la baliza principal del Jubileo como parte de una cadena de más de 3 500 tributos en llamas a su reinado de 70 años.
Más de 3 000 pueblos, aldeas y ciudades en todo el Reino Unido, las Islas del Canal, la Isla de Man y los territorios de ultramar del Reino Unido, y cada una de las capitales de los países de la Commonwealth, encendieron balizas para conmemorar el Jubileo.
Otros eventos durante el fin de semana incluyeron la Fiesta Platino en el palacio y un desfile en la calle, con la presencia de la reina una vez más en el balcón el último día del largo fin de semana.
Asistió a varios eventos durante el verano, aunque Carlos la representó en la Ceremonia de Apertura de los Juegos de la Commonwealth en Birmingham.
El 6 de septiembre, recibió a Liz Truss en una audiencia en el castillo de Balmoral, donde invitó a la recién elegida líder del Partido Conservador a convertirse en primera ministra.
Esa audiencia histórica se convirtió en la primera vez que la reina cumplió con su deber en su retiro escocés, en vez de usar el Palacio de Buckingham.
Usaba un bastón y fue su primera aparición pública desde que llegó a Balmoral, el 21 de julio, para pasar sus vacaciones de verano.
Sin embargo, al día siguiente se anunció que la reina había pospuesto su reunión del Consejo Privado debido a que sus médicos le recomendaron descansar.
El 8 de septiembre, el Palacio de Buckingham anunció que estaba bajo supervisión médica en Balmoral a través de un comunicado que decía: “tras una valoración adicional esta mañana, los doctores de la reina están preocupados por la salud de Su Majestad y le han recomendado permanecer bajo supervisión médica. La reina está cómoda en Balmoral”.
Los miembros de la familia real se apresuraron para estar a su lado. Poco después se anunció que había muerto en paz esa misma tarde.
En el momento de su muerte, la reina Isabel II había reinado durante 70 años, un récord que parece poco probable que se rompa en muchos siglos.