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RESEÑA: Hasta los huesos | Sangre, carne y romance made in USA

RESEÑA: Hasta los huesos | Sangre, carne y romance made in USA
RESEÑA: Hasta los huesos | Sangre, carne y romance made in USA

Después de realizar en 2017 Llámame Por Tu Nombre (97%), Luca Guadagnino y Timothée Chalamet vuelven a reencontrarse para entregar una película que destaca tanto por su audacia como por su estilizada puesta en escena, aunque este último aspecto se ha convertido en un rasgo distintivo del director italiano, aquí resulta una sorpresa al ser Hasta los huesos (55%) (Bones and All), la película con la que se sumerge en la América profunda. En esta ocasión, Guadagnino toma como pretexto el tema del canibalismo para hablar de dilemas humanos más profundos a través de personajes marginados, explorando los siempre complejos límites del deseo.

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Basada en la novela homónima de Camille DeAngelis, Guadagnino regresa al cine de género luego de Suspiria: El Maligno (55%) para realizar una relectura de sus mecanismos, en aquella ocasión del giallo, en esta, de las tramas antropófaga, aquí estamos ante un tratamiento más cercano a Entrevista con el Vampiro (61%), pasando por El Ansia (48%) y hasta coqueteando con Voraz (90%) de Julia Ducournau (especialmente te hará recordar la película de la directora francesa por una situación que involucra devorar un dedo de la mano). Y así como es provocadora y directa en sus escenas más gráfica, Hasta los huesos es un nuevo e inusual acercamiento del cineasta a uno de sus temas predilectos: el romance.

La historia sigue a Maren (Taylor Russell), una joven que está aprendiendo a sobrevivir al margen de la sociedad debido a su naturaleza, lo que la llevará a emprender un viaje para encontrar a su madre y conocer sus orígenes; en el camino conoce a otras personas que comparten su mismo impulso como Sully (Mark Rylance) y Lee (Timothée Chalamet), con quien tendrá un romance. Maren y Lee emprenden el viaje que los llevará por carreteras, pasajes ocultos y caminos alternos en los Estados Unidos de Ronald Reagan. Pero a pesar de sus esfuerzos, todos los caminos los conducen a sus aterradores pasados y a una última parada que determinará si su amor puede sobrevivir a sus instintos.

Hasta los huesos es tanto una película de iniciación como una historia del primer amor, que encuentra en la estructura de road movie, el apoyo perfecto para ensamblar los acontecimientos y personajes con los que Maren se encuentra a lo largo del camino y que son, a su vez, piezas claves en su proceso de transición.

Desde la primera escena queda claro que estamos ante una película que no teme ser explícita, Guadagnino sostiene muy bien la oscuridad y perversidad que recorren las más de dos horas de metraje, además, la introducción del personaje de Sully es de los momentos más inquietantes y tensos de toda la película, en parte por la estupenda actuación de Mark Rylance, quien deja sin respiración cada que sale a escena, pero también gracias a la atmósfera maliciosa que hace teje el realizador.

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Pero, a pesar de la construcción fluida de la primera hora en la que se utilizan cintas de audio a través de las cuales Frank (André Holland), padre de Maren, le explica sobre sus orígenes, así como del impacto de la primera escena y la presentación de los personajes, la película llega a un punto en que se vuelve densa al recrearse en su propio lirismo y sobreexponiendo las situaciones, algo que esta historia no necesitaba, ya que funciona muy bien como un drama realista con elementos de horror. Es precisamente la decisión de alargar el desenlace lo que impide cohesionar el subtexto político que conlleva ambientarse en una época definida en relación a temas como la clandestinidad, los desplazados, la vida en los márgenes y las personas víctimas de sus deseos.

Luca Guadagnino tomó el riesgo de no abrazar de lleno el cine de género, desaprovechando el potencial metafórico del canibalismo y eso, al final, le ha pasado factura en su encomienda por construir un relato romántico de tintes trágicos salpicado de las incertidumbres juveniles. Sin embargo, hay ecos góticos que terminan por elevar el resultado, gracias a su idea del amor más allá de la muerte.

Lo que sí consigue el director es sostener una oda al romance adolescente, entregando una obra capaz de generar las emociones más extremas en el espectador, desde empatía hasta repulsión. Es en su plana actoral donde la película encuentra su mayor apoyo, destacando la soberbia interpretación de Mark Rylance, un Timothée Chalamet impresionante en un rol más bien secundario pero importante y una Chloë Sevigny con una participación breve, pero impactante, sin embargo, es Taylor Russell quien deslumbra con un rol exigente, es la protagonista y la revelación de esta película.

Aunque no hay reivindicación del mito, Hasta los huesos (55%) da un nuevo aire a la figura del caníbal, describiendo sus instintos, impulsos y reconocimiento entre iguales como pocas veces hemos visto en el cine. Es un festín vibrante y sangriento al que le faltó rigor, pero como experiencia cinematográfica resulta embriagadora. Y sí, es de esas películas destinadas a dividir a la audiencia.

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