RESEÑA: ¡Shazam! Furia de los dioses | La infancia o la sabiduría de Saruman

RESEÑA: ¡Shazam! Furia de los dioses | La infancia o la sabiduría de Saruman
RESEÑA: ¡Shazam! Furia de los dioses | La infancia o la sabiduría de Saruman

Cuando vimos por primera vez a este héroe en ¡Shazam! (88%), disfrutamos una historia profundamente dolorosa donde veíamos las razones de Billy Batson para forjar su carácter, tener esos temores y comprender qué hacer con los poderes concedidos. Su naturaleza, como la de la mayoría de los héroes de DC (el gran orfanato de los ungidos por excelencia), proviene del abandono y un penetrante miedo a la soledad, lo que provoca en cualquier superdotado de esta casa editorial, productora de iconos de la cultura pop, la necesidad de proteger a cuanto se ama.

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Ahí el origen de un superhéroe que huelga en humor cáustico, boberías y candidez porque, claro está, su edad lo amerita —sin demeritar su entrega y pasión por salvaguardar al prójimo. Ahora, en esta secuela, nos topamos en ¡Shazam! La Furia de los Dioses (73%) con una película que se puede definir de dos maneras generales: a) su mayor virtud es recordar que los cómics fueron leídos por sus hoy recontrafanáticosashell (los consumidores más gastalones del mercado) en la infancia y la adolescencia; y b) la película abusa del humor bobo, pierde el tiempo con cursilerías que, de cualquier manera, sólo abundan en el subtexto, más no en el músculo de la historia, y se distrae mucho en repetirnos las mismas grandilocuencias durante la última media hora del largometraje.

Comenzaré por lo que vale la pena de esta producción, digna de aplauso por sus aciertos. Los niños son la minoría realmente ignorada en esta era, como nos recordaría vehementemente Helen Alegría de Los Simpson. El cine mainstream, contra todo pronóstico, ha abonado al fenómeno. Las películas live action de superhéroes los abandonaron y los relegaron a babadas pop pero sin mollera como Power Rangers (44%), versiones pasadas por agua de Lego (aunque LEGO Batman: La Película (91%) es una maravilla), o cosas insufribles como Súper Escuela De Héroes (73%) y otras cosas que preferiría no recordar. En suma: el cine de superhéroes live action, en esta época donde dominan la taquilla, las carteleras y las salas de exhibición de películas, se compone de películas con adultos haciendo chistes para adultos solamente —y apelando a la nostalgia de los adultos que leyeron esos cómics cuando pequeños.

Claro que hubo grandes películas que retomaron al heroísmo que nace desde la infancia. Ahí tenemos Kick-Ass: un Superhéroe sin Superpoderes (76%) como una película que afronta su complejidad desde la perspectiva de un joven adolescente. Antes, sabíamos de la relevancia de esta vertiente de los héroes live action por Las Tortugas Ninja (40%), El Sorprendente Hombre Araña (73%) de Andrew Garfield, algunos acercamientos cutre a los superpoderes como Poder Sin Límites (85%)... y más recientemente vimos la contraparte villana en BrightBurn: El Hijo de La Oscuridad (81%). Los Nuevos Mutantes (62%) como película o Titans (84%) como serie que se han plantado como una alternativa para recordar el valor de un niño que aprende a vivir con habilidades distintas a las del resto. Pero, estadísticamente, sorprende que haya sido hasta Logan (93%) que realmente se puso al centro de la trama a una niña como el punto de quiebre, como encuentro del protagonista con su razón de defender al mundo. De ahí que ¡Shazam! (88%), en medio de películas bien hechas pero mal narradas de los integrantes de la Liga de la Justicia, prosperara con creces.

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La producción de ¡Shazam! Furia de los dioses se da vuelo con la imaginación y no se detiene en absoluto en ningún tipo de lógica, atendiendo más a la fantasía y la magia que conlleva desarrollar a una pandilla de chamacos con superpoderes, buenas intenciones y ningún ápice de estrategia o inteligencia táctica. Así, la dirección de arte, los conceptos de los monstruos y las texturas abundan. Algunos escenarios están muy limitados, lo que hace parecer que en lagún momento se quedaron cortos para los sets. También tiene referencias clave a la cultura pop con muchos elementos que provocan risa fácil. Algunos chistes son muy sencillos y con afán de sketch, lo que facilita la salida pronta. Los guamazos con las hijas de Atlas son virtuosos, particularmente el enfrentamiento con Hespera. El superpoder de Anthea es representado con lujo de efectos especiales, creando un deleite lírico al ojo, la verdad. Magia, pues.

Las actuaciones, esta vez, lucen sólo en momentos muy concretos, no es una constante de la película, como sí sucedió en otras ocasiones. Excepto por el trío de hermanas titanes Hespera (Helen Mirren), Anthea (Rachel Zegler) y la rencorosa Kalypso (Lucy Liu), Zachary Levi (¡Shazam!) no alcanza los hitos gesticulares de la primera. Acá, se estanca en parecer (demasiado) chamagoso, al punto de volverse insufrible. Además, habla más que el personaje parlanchín por excelencia: Freddy (Jack Dylan Grazer). Al tornarse en una película tan coral, depende más de la acción para sacar a los involucrados de un show de stand up comedy demasiado largo para ser una película superheroica.

La trama es bastante lineal, sin construcción dramática bien estructurada de los personajes que justifique el proceder de los contrincantes. No hay, propiamente, un arco dramático, sólo una línea donde se cumplen distintos estadios de los personajes. Las biografías sucintas terminan dilucidando que los guionistas tenían más interés en explicar que en narrar, lo cual torna a la historia un poco torpe, algo que intentaron encubrir con chistes y diálogos con la misma calidad que That’s 70’s show —y sí, igual de malos, aburridos o derivativos. Y no, no es porque esté mal usar tal o cual tipo de humor. Es que en una película de este tipo, deben existir los contrastes, tal como lo hicieron en la primera, para que la risa sea parte de una montaña rusa, no de un paseo en un carrito de golf. Aquí, se quedaron cortos. Y, aunque uno se distrae con la acumulación de pivotes humorísticos apuntalados por secuencias de acción coreografiadas de modo tópico (gracias Marvel por una escuela tan limitada en esas lides), cuando se recapitula... queda poca substancia.

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Las soluciones a los dramas personales de algunos personajes son fáciles, casi inferidas desde el principio. Otros dramas, sencillamente quedan volando. Sólo nos enternecemos por la heroicidad, candidez y frescura de un personaje: Darla (Faithe Herman/Meagan Good). El detalle de los Skittles y los unicornios es lo mejor logrado de todo el guion. Lo demás, está meh. Incluso el fanservice sólo nos corrobora una cosa: el mejor tema musical de todas las películas superheroicas que han salido después de Spider Man, es el de Mujer Maravilla (92%).

¡Shazam! Furia de los dioses es una excelente oportunidad para entretenerse, enternecerse y disfrutar de un despliegue audiovisual de alta calidad. Por lo demás, podríamos catalogar a esta como una película informativa en relación al nuevo universo que piensa construir James Gunn. Ojalá que conserve a este superhéroe y que logre rescatarlo del perfil de payaso involuntario que tanto ahínco hubo en esta entrega y que comienza a perder la gracia que lo hizo tan icónico y diferente.

Ah, claro: la sabiduría de Saruman. Me encantó ese chiste. Vean la película, para que le entiendan. Es una sonsada ñoña, pero de las que sí me gustan.

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