RESEÑA | Tren Bala: Adrenalina de primera clase

RESEÑA | Tren Bala: Adrenalina de primera clase
RESEÑA | Tren Bala: Adrenalina de primera clase

Las cosas como son: desde sus primeros avances nadie esperaba que Tren Bala (83%) fuera a ser la pieza que revolucionaría el género o subvertiría la fórmula con la que se manufacturan los blockbusters veraniegos que cada año compiten por liderar la taquilla internacional. A veces solo basta con darle a su audiencia lo que quieren y la película de David Leitch (Deadpool 2 (85%), Atómica (76%), Otro Día Para Matar (85%)) basada en la novela Bullet Train de Kôtarô Isaka, hace exactamente eso con la dosis perfecta de adrenalina y corazón. Objetivamente, esta producción tiene múltiples agujeros de guión, pierde cualquier sentido de lógica en su tercer acto y tiene algunos problemas con el ritmo, pero en su defensa nunca trata de venderse como algo más que un momento entretenido en el cine para (casi) toda la familia con buenas secuencias de acción, un elenco repleto de estrellas y comedia absurda que logra aterrizar la mayor parte del tiempo.

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La película, escrita por Kôtarô Isaka y Zak Olkewicz , sigue simultaneamente a cinco asesinos a sueldo a bordo de un tren bala que viaja de Tokio a Morioka con unas pocas paradas intermedias. Pronto todos descubrirán que sus misiones no son ajenas entre sí. La pregunta es quién saldrá vivo del tren y qué les espera en la estación final. En el elenco podemos encontrar a Brad Pitt, Aaron Taylor-Johnson, Brian Tyree Henry, Bad Bunny, Andrew Koji, Joey King, Sandra Bullock, Michael Shannon, Logan Lerman, Zazie Beetz y muchos más.

Hay que decirlo, el principal sostén y fortaleza del thriller son sus personajes ricos en texturas y matices. Los primeros veinte minutos se enfocan en irlos presentando paulatinamente y estableciendo las relaciones entre ellos de forma ingeniosa, cada uno de los cinco asesinos te atrapa con sus propias peculiaridades y esto ocasiona que inviertas emocionalmente en sus arcos de principio a fin. Eso sí, la caracterización tanto de Príncipe (interpretada por Joey King) como de El Lobo (interpretado por el artista puertorriqueño Bad Bunny) cae en la caricatura e incluso en lo estereotipado, quedando ambos como una oportunidad perdida, en particular porque tanto King como el cantante han demostrado en el pasado que tienen un buen desempeño actoral cuando el guión les da la suficiente tela de donde cortar.

Este no es el caso de la dupla conformada por Limón (Brian Tyree Henry) y Mandarina (Aaron Taylor-Johnson), que se roban el show con una química fuera de serie. Tanto Henry como Johnson demuestran que pueden comandar una cinta con sus actuaciones implacables, siendo el alivio cómico perfecto en un instante, manteniéndote al borde de tu asiento al otro y conmoviéndote profundamente en su momento dado. Quien también tiene su oportunidad de brillar es Brad Pitt como Catarina, dándonos uno de los asesinos a sueldo más carismáticos de todos los tiempos. Pitt está en su zona de confort y se nota: el actor claramente se estaba divirtiendo en el set y eso logra transmitirse a lo largo del metraje. Tanto física como dramáticamente este es un momento importante en la filmografía del actor.

La ejecución del concepto también resulta bastante interesante, todos los cabos están atados a un misterioso maletín y la dinámica que conecta todas las historias es, si bien algo rebuscada, absolutamente entretenida de ver. La trama se mueve a toda marcha como el tren, con una edición frenética que apenas nos da momentos para respirar, dejando el diálogo en segundo plano para poder darle prioridad a las envolventes secuencias de acción que no dejan nada que desear: las coreografías son ricas en ingenio y vertiginosidad. No obstante, algo que le pone el freno de mano a la aventura es la necesidad que tiene la película de retroceder con demasiada frecuencia para explicar algún suceso correlacionado con lo que está pasando en pantalla, rompiendo momentáneamente la atmósfera que estaba construyendo.

Por supuesto, no hace falta ver la cinta con ojo microscópico para encontrarle detalles aquí y allá. La dirección de David Leitch es sólida, el cineasta claramente entiende a profundidad el género y juega con los tropos a su favor, pero aún así no puede evitar un desafortunado desequilibrio tonal que le resta mucho peso emocional al resultado final. Por momentos, Tren Bala (83%) se sumerge de lleno a la oscuridad de un thriller clásico, solo para cambiar abruptamente por comedia en otro segmento y, súbitamente, apoyarse más en el drama durante su tramo final. No exagero cuando digo que al final, cuando los créditos comienzan a rodar, uno no sabe con certeza que es lo que acaba de ver.

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Por otra parte, el diálogo con frecuencia cae en la sobreexposición, repitiendo una vez tras otra cosas que ya quedaron perfectamente claras o que funcionarían mejor si se dejaran a la interpretación del espectador. Un ejemplo de esto son las múltiples veces que Príncipe explica su plan en lugar de ejecutarlo: ¿Por qué motivo un villano revelaría lo que está a punto de hacer a alguien que puede poner en peligro toda su operación? Pasando a otro punto, la película podrá tener numerosos personajes e historia que desarrollar pero no hace lo suficiente con ello como para justificar las dos horas de duración que tiene el metraje. Después de cierto punto, las cosas se sienten demasiado alargadas para su propio bien y el viaje que comenzó siendo emocionante de pronto se torna pesado de ver.

También vale la pena mencionar que el tercer acto va a dividir a las audiencias. Para los fanáticos del género que aprecian la acción explosiva sobre la sustancia, definitivamente van a quedar satisfechos con lo que Tren Bala les tiene reservado en su última estación. Pero, para aquellos que no, se encontrarán con un puñado de giros inverosímiles que no tienen ni pies ni cabeza, secuencias dignas de la franquicia Rápido y Furioso que ignoran cualquier sentido de lógica o física, un deus ex machina que raya en lo ofensivo y una sensación de que la historia se descarriló de las vías hasta perder el rumbo.

Finalmente, Tren Bala (83%) funciona bastante bien por lo que es. Esta historia ambientada en un Tokio ciberpunk opta por el estilo sobre la sustancia, quedando a deber muchas veces en el departamento narrativo. No obstante, las sólidas actuaciones de su elenco, secuencias de acción vertiginosas y una dirección que rinde tributo a lo mejor del género te entregan un pase de abordaje en primera clase para un viaje de proporciones épicas donde la suerte, el karma y la redención te acompañan hasta la última estación.

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