Reseña de ‘Wonka’: Timothée Chalamet no logra encarnar del todo a su mítico personaje en esta mágica precuela de Roald Dahl
Wonka solo funciona como precuela de Willy Wonka y la fábrica de chocolate de 1971 si existe una suerte de amnesia colectiva. ¿Recuerdas que gran parte de la película original pone en escena castigos severos cuasi bíblicos a niños desagradecidos? ¿Te acuerdas de la interpretación rimbombante y excéntrica de Gene Wilder?
La nueva película de Wonka y su estrella Timothée Chalamet no conservan nada de la esencia pintoresca de la película original. Deja a un lado la psicodelia algo morbosa de la escena del túnel que aparece en la versión de Wilder. Los espectadores tienden a olvidarse de aquella notoria escena de una gallina decapitada.
Sin embargo, yo diría que el hecho de que Wonka no imite a su predecesora no representa un fracaso si se tiene en cuenta lo siguiente: en lugar de ser una precuela de Willy Wonka y la fábrica de chocolate, se convierte en un complemento de las dos películas de Paddington del director Paul King. Al igual que esas encantadoras aventuras de aquel famoso osito querido (estrenadas en 2014 y 2017 respectivamente), Wonka es pura magia cinematográfica en el verdadero sentido de las palabras. Transmite ingenio, ternura y se desborda de recuerdos entrañables de obras clásicas del pasado. Evoca la película de Mary Poppins, un poco Matilda, hay un dejo de Oliver e incluso recuerda la obra de Los Miserables.
Quizás los paralelos con Los Miserables hayan surgido al azar. Pero ¿qué se va a hacer cuando King, y su coguionista Simon Farnaby, nos presentan al joven Willy (Chalamet) como un hombre venido a menos y obsesivamente perseguido por el jefe de policía (Keegan-Michael Key), que adopta a una niña huérfana (Calah Lane) que se encontraba bajo la tutela de dos posaderos depravados (interpretados por Olivia Colman y Tom Davis)?
Y si bien en Wonka no hay barricadas de revolucionarios, la banda sonora de la película está a la altura de las grandes producciones teatrales del West End. ‘Pure Imagination’, de Leslie Bricusse y Anthony Newley, tiene su momento de gloria, y los temas originales de Neil Hannon, de The Divine Comedy, encantan por sí mismos. Los archivillanos del Cartel del Chocolate, un trío de altivos hombres de negocios interpretados a la perfección por Paterson Joseph, Mathew Baynton y Matt Lucas, incluso parecen cantantes melódicos de un antiguo cabaré parisino en un momento dado.
Chalamet, está claro, es lo suficientemente carismático como para encarnar plenamente el personaje estrafalario de Wonka. Baila y canta de maravilla, y su talento innato carga a la película con una poderosa riqueza emocional, como fue el caso de Ben Whishaw al interpretar la voz de Paddington. Sally Hawkins, también de las películas de Paddington, interpreta a la difunta madre de Wonka, y aparece en flashback. Cuando los dos personajes aparecen juntos en la misma escena, no pueden sino arrancar las lágrimas del público.
Dicho esto, puede que Chalamet no encaje del todo en este papel. En realidad, parece más un personaje de la comedia musical de Newsies que el extravagante personaje de Willy Wonka. Parece un tipo afable y bastante normal. Es precisamente esa característica la que le hizo tan plausible como caníbal en Hasta los huesos del año pasado. Cuando pronuncia diálogo como “¡Absolutamente demente!” y retuerce la cabeza como una marioneta rota, es cuando menos poco convincente.
De hecho, es justamente cuando la película intenta enlazar con la historia original de Roald Dahl que fracasa. Al igual que en el caso de Augustus Gloop, la gordura se equipa a la glotonería con el propósito de hacer un chiste torpe y sin gracia. Hugh Grant se destaca por su canto y baile en Paddington 2, y en Wonka tiene la ventaja de estar pintado de naranja en el papel de un Oompa-Loompa. Pero los personajes son igual de problemáticos que en la película anterior. Tanto los sentimientos encontrados dentro de la comunidad de enanos como las implicaciones colonialistas siguen presentes. La película inventa una historia de fondo algo forzada para mitigar esa ambigüedad latente y resulta ser un mecanismo narrativo algo débil. Sin embargo, si finges que Wonka no es en realidad una precuela de Willy Wonka y la fábrica de chocolate, te encontrarás con una película absolutamente encantadora.
Director: Paul King. Protagonistas: Timothée Chalamet, Calah Lane, Keegan-Michael Key, Paterson Joseph, Matt Lucas, Mathew Baynton, Sally Hawkins, Rowan Atkinson, Olivia Colman, Hugh Grant. 116 minutos.
Traducción de Anna McDonnell