Reuma: diferencias entre artrosis y artritis
Las enfermedades reumáticas y musculo esqueléticas afectan a más de 120 millones de personas en la Unión Europea y alrededor de 10 millones en nuestro país, según datos del Estudio EPISER 2016, una investigación de la Sociedad Española de Reumatología (SER)
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades reumáticas son la segunda causa de consulta en los hospitales, aporta más del 50 por ciento de las causas de invalidez total o parcial, y son la segunda causa de absentismo laboral y pérdida de trabajo.
Algunas de ellas, como la artrosis, son más conocidas entre la población. Pero otras como la Artritis Reumatoide, el Lupus, la Esclerosis Sistémica, el Síndrome de Sjögren o la Artritis Idiopática Juvenil son desconocidas y necesitan de una mayor concienciación por parte de la sociedad.
Artrosis, artritis, fibromialgia, gota, lupus eritematoso sistémico y osteoporosis son algunas de las enfermedades reumáticas más conocidas, pero existen más de 200 patologías distintas dentro de grupo de patologías de carácter crónico.
Este tipo de dolencias afectan tanto a todo el conjunto del sistema músculo-esquelético, como a órganos y determinadas funciones del cuerpo humano, y dificultan ostensiblemente las actividades de la vida diaria del paciente, así como la actividad física y en el ámbito laboral.
Además, este tipo de patologías no sólo se dan en personas mayores, sino que también afectan a otros sectores de la población como son jóvenes e incluso niños. Su detección precoz resulta fundamental para, con un tratamiento fisioterapéutico adecuado, mejorar las condiciones de vida de estos pacientes.
“A pesar de su alta prevalencia y de su gran impacto personal, familiar y social, estas enfermedades siguen siendo patologías desconocidas, por lo que es importante promover su conocimiento para mejorar su diagnóstico precoz que, junto con un tratamiento adecuado, mejora la función de los pacientes, su calidad de vida y sus años de vida”, ha explicado el Dr. Juan J. Gómez-Reino Carnota, presidente de la SER.
Los 5 grandes grupos
Como decía, existen muchas clasificaciones de los padecimientos reumáticos. La más sencilla es esta:
Artritis: son las enfermedades inflamatorias de las articulaciones propiamente dichas. Puede afectar a personas de cualquier edad, incluso a niños (artritis juvenil). Implica siempre inflamación, con otra enfermedad reumática muy frecuente. Las articulaciones se hinchan, duelen y pierden su movilidad. Pueden ser transitorias o crónicas. Pueden también afectar a otros sistemas del organismo, como el pulmón o el corazón. Las artritis más conocidas son la Artritis Reumatoide, la Gota (artritis por depósito), la Espondilitis Anquilosante, el Lupus Eritematoso Sistémico y la Artritis Psoriática.
Artrosis: es una enfermedad crónica que también afecta a las articulaciones, pero de índole degenerativo y en muchas ocasiones relacionado con la edad. En este grupo de enfermedades, el daño inicial asienta en el cartílago articular que se degenera progresivamente y con ello la articulación duele, se deforma y pierde su movilidad. La artrosis puede ser primaria (la más frecuente y de causa desconocida) o secundaria a otras enfermedades. Se localiza sobre todo en manos, rodillas, caderas, columna y pies. Es importante aclarar que la artrosis no es una enfermedad autoinmune, y eso la diferencia de otras afecciones reumáticas (por ej. la “Artritis Reumatoidea” o el “Lupus”). Sólo afecta las articulaciones y los análisis de laboratorio del paciente son normales, excepto que se acompañe de otras enfermedades.
Dolor lumbar: en la mayor parte de los casos es de origen desconocido, pero en ocasiones, su causa radica en una hernia discal, un conducto lumbar estrecho o en anomalías estáticas de la columna vertebral.
Osteoporosis y enfermedades primarias del hueso: la osteoporosis es una enfermedad en la que la falta de resistencia ósea conduce a la aparición de fracturas.
Reumatismos de partes blandas: engloba las enfermedades de los tendones (tendinitis), bolsas serosas (bursitis), músculos (miopatías y miositis) e incluso del sistema nervioso periférico, como los síndromes de atrapamiento nervioso.
Qué puedes notar
En general estas enfermedades cursan con dolor, en ocasiones hinchazón y rigidez. Además, por las mañanas puede haber dificultad para el inicio de los movimientos (rigidez matutina) que dura más de media hora. Sin embargo, aunque hay síntomas comunes, el dolor se expresa de forma diferente.
En el caso de la artritis reumatoide el dolor es constante, puede producirse un enrojecimiento y aumento de la temperatura de las articulaciones afectadas. Además, muchos tipos de artritis se acompañan de pérdida de peso, cansancio, fiebre hormigueos en manos o pies, ronquera mantenida sin tener catarro, sensación de falta de aire, tos continua, dolor en el pecho o los costados, mientras que la artrosis solo afecta a las articulaciones.
El dolor del cuello puede también ser debido a la artritis reumatoide y debe ser comunicado al médico.
La artrosis se reconoce porque provoca crujidos de la articulación asociados al movimiento, deformidad o derrames. Con la artrosis se produce más dolor al mover la articulación y suele mejorar al dejarla en reposo. En ocasiones produce atrofia muscular por la disminución de la movilidad, contracturas musculares y dolor irradiado a brazos o piernas cuando la artrosis afecta a la columna cervical o lumbar y se produce pinzamiento de los nervios.
Hábitos que ayudan a prevenirlas
Evitar la obesidad: aumenta el riesgo de padecer artrosis de rodilla y cadera y favorece su progresión.
Mantener una posición recta al sentarse y evitar permanecer con el cuello o la espalda doblados durante periodos prolongados.
Conviene dormir una media de 8-10 horas nocturnas, y viene bien una siesta de 30 minutos. El colchón debe ser duro y la almohada baja. No deben ponerse almohadas debajo de las rodillas.
Puede ser de utilidad comenzar el día con un baño de agua caliente, que contribuirá a disminuir la rigidez o el agarrotamiento matutino.
Realizar ejercicio físico de forma habitual resulta fundamental para la prevención y el tratamiento de las enfermedades reumáticas. El ejercicio físico regular tiene efectos beneficiosos en el aparato locomotor independientemente de la edad, aunque, en la prevención de enfermedades como la osteoporosis se ha demostrado que en las mujeres tiene mayor efecto si se inicia la práctica deportiva antes de la menarquia. Asimismo, hay estudios que relacionan el ejercicio aeróbico regular con una disminución de la inflamación crónica,
Aplicar calor local, o frío: en forma de baños de agua (en la artrosis de las manos) o mediante una manta eléctrica. En ocasiones, la articulación artrósica puede tener un intenso brote inflamatorio y, en esas ocasiones, es útil aplicar frío local mediante bolsas de hielo o baños fríos.
En cuanto a los fármacos, ninguno frena la artrosis, pero para tratar el dolor, se recomiendan analgésicos, como el paracetamol, y antiinflamatorios, como el ibuprofeno. Para la artritis se recomienda antiinflamatorios y el reposo.
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