En 'Rita', Jayro Bustamante le rinde homenaje a las niñas heroicas pero estigmatizadas de Guatemala

Tras el éxito arrollador de “La Llorona” (2019), tanto en términos de audiencia como de crítica, el director y guionista Jayro Bustamante se enfrentaba a la necesidad de crear una película que se encontrara a la altura de las expectativas generadas por una producción que se metía de lleno en terrenos sobrenaturales para lidiar con circunstancias históricas particularmente dolorosas.

“La Llorona”, que se estrenó en Estados Unidos a través de Shudder, recurría a la popular leyenda hispanoamericana sobre una fantasma doliente para aludir a las atrocidades cometidas por el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt (1926-2018), quien aparecía en la cinta con el nombre cambiado, pero que resultaba inmediatamente reconocible.

No se trataba del primer largometraje de Bustamante, quien, de hecho, había obtenido ya diversos -y muy merecidos- reconocimientos por sus trabajos anteriores, “Ixcanul” (2015) -donde ponía la mira en el machismo ancestral de su sociedad.- y “Temblores” (2019) -que le sirvió para exponer la homofobia existente dentro de su propio país-.

Esto quiere decir, claro, que Bustamente no se encontraba especializado en el género fantástico ni en el terror, aunque, para fortuna de los amantes de esta escuela, decidió seguir en ella al realizar “Rita”, la siguiente cinta, que se estrena el 22 de noviembre en la misma plataforma Shudder, y que ha sido elegida por Guatemala como su representante oficial para tratar de insertarse en la lista de nominadas a la Mejor Película Internacional dentro de la contienda del Oscar.

Otro caso devastador

Pese a que no intenta reproducir de manera fiel este suceso, “Rita” se basa en una tragedia real del 2017 que tuvo lugar en una “hogar seguro” del estado y que concluyó con la muerte de más de 50 niñas, ocurrida cuando estas trataban de escaparse de un lugar en el que se cometían aparentemente abusos de distinta índole, desde violaciones sexuales hasta tráfico de personas.

“No pensé en ‘La Llorona’ como un trampolín para dar el salto a otra cosa, porque la compañía productora que tengo maneja una línea de trabajo sobre diferentes ejes relacionados a contar historias que traten sobre los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, los derechos de la mujer, los derechos de los migrantes, los derechos de las minorías y los derechos de los infantes”, nos dijo Bustamante a través de una conexión de Zoom.

“Cuando se dio el caso de las niñas, era muy tentador poder hablar de ello, pero al mismo tiempo se trataba de un reto muy grande, porque fue una tragedia que puso a todos los guatemaltecos frente a una realidad que estamos tratando todo el tiempo de ocultar, y que es que vivimos en un país donde no hay justicia y donde la impunidad reina”, precisó el realizador.

Curiosamente, el proceso de investigación que necesitaba una producción de esta clase no se inició en Guatemala, sino que llevó a Bustamante inicialmente Panamá y después al resto de países centroamericanos, con la finalidad de entender cuál era la situación de la niñez y de la adolescencia en los territorios geográficos que lo rodeaban.

“Fui descubriendo que la situación era más o menos la misma, pero también que había un común denominador que me encantó, y es que en todas las instituciones en donde las niñas sufren de abuso, hay un momento en el que ellas mismas empiezan a denunciarlo y a organizarse para cambiar las cosas, a diferencia de los niños, que casi nunca se rebelan”, detalló el director. “Y es entonces cuando los adultos a cargo comienzan a tildarlas de terroristas, de delincuentes y de seres sin futuro”.

La fantasía como refugio

El aspecto sobrenatural del filme -que Bustamante describe como “fantasía oscura” y “cuento de hadas mezclado con pesadilla”- empieza a vislumbrarse desde el momento que las niñas aparecen disfrazadas con atuendos de ángeles, una circunstancia que, por más caprichosa que parezca, proviene de una circunstancia real: según diversos estudios, las chicas del caso del 2017 eran “vendidas” a clientes externos a través de fotografías en las que se las obligaba a llevar trajes con alusiones mágicas.

“Pero el aspecto de la fantasía también viene de las entrevistas que me sirvieron para desarrollar a los personajes, porque, por un lado, las chicas reales tenían una manera super cruda de contarte los hechos, pero, por el otro, trataban de defender a la niña que todavía llevando dentro mediante el empleo de la fantasía”, recordó nuestro entrevistado.

En las películas recientes de Bustamante, la aproximación a la fantasía y a lo que él describe como realismo mágico -aunque los estudiosos tienen definiciones distintas del fenómeno- se encuentra directamente conectada con un sentido de espiritualidad que no responde necesariamente al de las religiones occidentales.

“En Guatemala, el 70% de la población es maya, y la cultura maya sigue estando muy presente, pese a que solo el 41% de la poblacion se autodenomina maya por la fuerza que tiene la discriminación”, nos dijo el realizador. “Pero esa parte espiritual ha estado siempre mezclada con nuestras experiencias, y a mí, la mezcla me gusta. Me parece que lo espiritual abre puertas a la magia, y sin la magia, la vida es más aburrida”.

Tal y como sucedía con “La Llorona”, al ver “Rita”, se siente una clara influencia de Guillermo del Toro en relación al modo en que el aclamado cineasta mexicano usa el cine fantástico para hablar de problemáticas sociales vinculadas a los abusos de poder en la vida real, aunque Bustamante se ubica en los tiempos actuales y “Rita”, en particular, muestra una mirada colectiva de sus menores de edad que, por ejemplo, estaba ausente en “El laberinto del fauno” (2006), que podría ser la referencia más obvia.

“Para mí, Del Toro ha sido siempre un gran maestro en lo que respecta a la manera en que se debe utilizar el realismo mágico”, reconoció Bustamante. “Además, es un ser tan generoso que siempre está dispuesto a guiarte y darte consejos. Pero ese aspecto colectivo de ‘Rita’ es muy importante, porque fue responsable de que las niñas con las que trabajamos pasaran de una etapa inicial en la que solo les interesaba volverse famosas a una en la que mostraron un interés sincero en el trasfondo de lo que contábamos”.

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Las estrellas

En el rodaje de “Rita” participaron cerca de 300 muchachitas entre los 9 y los 18 años, lo que representó sin duda un gran reto para Bustamante, quien solo había trabajado con dos o tres infantes -y como personajes secundarios- en “Temblores”.

“Tuvieron que ser tantas porque estábamos a finales de la pandemia, y todavía teníamos que hacer ‘burbujas’ por si uno de los grupos se contagiaba del virus”, precisó el cineasta. “Se enfermaron muchas, claro; pero estábamos súper preparados, porque teníamos mucho miedo a trabajar con adolescentes”.

Como ninguna de las elegidas había estudiado actuación, en el set se encontraban presentes profesores expertos en el oficio, pero también un equipo social dedicado a dejarle en claro a las debutantes la responsabilidad que significaba trabajar en una película como esta, así como una unidad psicológica que las ayudaba a manejar las emociones que tenían que tener a flor de piel cuando representaban a sus personajes.

“Fue un trabajo gigantesco, pero a mí se me había olvidado que, en esas edades, uno se dedica a aprender, sin tener el ego del adulto que cree que ya lo sabe todo”, reflexionó Bustamante. “Por lo tanto, teníamos a nuestro lado a seres que solo estaban pidiendo que les enseñáramos y que estaban aprendiendo a una velocidad impresionante. No hubo problemas de rebeldía ni nada de eso”.

Rita es interpretada por Giuliana Santa Cruz, una muchacha que tenía 13 años cuando se inició el rodaje y que convenció de inmediato al director con su madurez y su inteligencia. “Cuando hice el primer casting con ella, podía ver a través de sus ojos cómo se estaba moviendo su cerebro para entender los temas que planteamos y para poder ordenar sus pensamientos antes de decírmelos”, precisó el entrevistado.

“Además, aunque ella es hermosa, no queríamos irnos por el cliché de que fuera la elegida [de las entidades sobrenaturales que aparecen eventualmente] porque correspondía a todos los cánones de belleza que normalmente se presentan en el cine de mujeres empoderadas”, prosiguió. “Me gustaba mucho su belleza mestiza, con esos rasgos indígenas y asiáticos que le dan muchísima fuerza al personaje”.

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Cuesta arriba

En conclusión, estamos ante un trabajo que, en medio de su evidente pertenencia al mundo del entretenimiento, busca denunciar un flagrante -y reciente- abuso del poder y rendir de paso tributo a unas pequeñas mujeres de enorme valor que fueron condenadas por la sociedad de antemano.

“La idea parece utópica, pero realmente, hicimos la película para expandir la voz de estas chicas, para lanzar un grito de búsqueda de justicia”, nos dijo Bustamante. “Mientras más lejos lleguemos con ella, y mientras más público la vea, más cerca estaremos de ello”.

En lo que se refiere a una posible nominación a los Premios de la Academia, el director y guionista reconoce que el camino es incluso más complicado, debido sobre todo a las limitaciones presupuestales inherentes al cine que se hace en Centroamérica.

“No tenemos un centavo”, aseguró de plano el cineasta, que intentó meterse anteriormente en la competencia con sus obras “Ixcanul” y “La Llorona”. “Ya hice dos carreras para los Óscares sin un centavo, y el desgaste es enorme. Vamos a hacer lo que podamos, pero ya no tengo la sed por un premio que tenía antes. Lo que quiero realmente es que esto se vea”.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.