El calendario indica que hoy, 17 de agosto de 2023, Robert De Niro cumple 80 años. Y, como suele pasar, el número redondo invita al homenaje, a la celebración pública de un hombre que, dado su comportamiento desde el comienzo de su carrera, no desea en absoluto ser celebrado. Sin embargo, el impacto que el actor neoyorquino tiene en la cultura popular global hace décadas -casi un sinónimo del intérprete talentoso, aun para quienes no conocen su carrera en detalle- sugiere un repaso por esos papeles que lo convirtieron en leyenda. Ya sea como el mejor socio de Martin Scorsese, como uno de los primeros colaboradores de Brian De Palma y Francis Ford Coppola, o como la garantía de los proyectos de David O. Russell, por nombrar a algunos de los más destacados realizadores con los que trabajó desde finales de los años sesenta, cuando debutó en el cine con Saludos.

De aquellos comienzos como actor secundario o de protagonismo compartido hasta aquí con 103 películas ya estrenadas y unas seis esperando su lanzamiento además de más de una docena de ciclos televisivos en su haber, la carrera de De Niro ofrece múltiples puntos de entrada: tan solo sus colaboraciones con Scorsese alcanzarían para ejemplificar sus recursos como intérprete y la intensidad de su método. O también podrían destacarse sus coqueteos con la comedia en Analízame (disponible para alquiler o compra en Apple TV+ y Google Play) o la perfecta Triple traición- Jackie Brown de Quentin Tarantino y hasta la trilogía de La familia de mi novia (disponible en Star+), en la que se reía de su propia fama de duro de la pantalla. Y eso si, por demasiado celebrados o demasiado obvios, se quisieran esquivar los múltiples retratos de los mafiosos a los que les prestó su inmenso talento en las últimas cinco décadas: desde el Vito Corleone de El padrino II (disponible en Star+), el papel por el que ganó su primer Oscar como actor de reparto, al Frank Sheeran de El irlandés (disponible en Netflix), pasando por el retrato de Al Capone que hizo para Los intocables (disponible para alquilar o comprar en Apple TV+ y Google Play).

Con De Niro, el recuerdo de uno de sus personajes conduce a otro, una cadena cuyos eslabones están hechos de puro cine 24 quilates. Así, para los espectadores, la mejor forma de festejar el cumpleaños 80 del actor es armarse su propio recorrido por la obra de De Niro. Lo que sigue son tres opciones posibles de las muchas que su filmografía tiene para regalar.

Enamorándose (1984)

Después de sus indelebles Travis Bickle de Taxi Driver, Jake La Motta de Toro salvaje (Prime Video) y Rupert Pupkin en El rey de la comedia (HBO Max / Star+), pocos podrían haber adivinado que el actor protagonizaría un drama romántico. Claro que para él, más allá del género del film, lo más interesante del proyecto dirigido por Michael Cristofer era poder reunirse con Meryl Streep, con quien ya había trabajado en El francotirador.

La película propone a De Niro como un hombre común, un arquitecto casado y padre de dos hijas que, comprando los regalos de navidad para su familia, conoce a la diseñadora gráfica que interpreta Streep. Lo que comienza como una amistad se transforma en un enamoramiento profundo que ninguno puede negar a pesar de la culpa que les produce engañar a sus parejas. Contra las percepciones que el público pudiera tener en aquel tiempo sobre el actor como héroe romántico, De Niro consigue una de sus actuaciones más conmovedoras y sutiles de su carrera, influenciado tal vez por los recursos de su magnífica compañera de elenco.

Buenos muchachos (1990)

Después de una pausa de siete años, Scorsese y De Niro se reunieron para la realización del que muchos consideran el film más logrado de su larga colaboración (y el primero en el que el actor se mete en el mundo de la Cosa Nostra de la mano del director). Algo corrido del rol de protagonista en la historia basada en el libro de Nick Pileggi sobre el verdadero Henry Hill (Ray Liotta), acá De Niro encarna al despiadado y calculador Jimmy Conway, al que se propuso interpretar con su conocida obsesión. Al Pacino fue el actor al que Scorsese le ofreció primeramente ese rol, pero cuando él declinó la oferta porque no quería volver a participar de una película sobre la mafia después de la trilogía de El padrino, fue De Niro quien aceptó el trabajo y se zambulló por completo en la intrincada vida de Conway.

Según cuenta la leyenda, el intérprete solía interrogar al verdadero Hill, consultor de la producción, para que le diera detalles- desde los más insignificantes a los más trascendentales- sobre su personaje; ese compromiso se refleja en cada una de sus apariciones en pantalla. En su personaje se reúnen la sangre fría, la brutalidad y la capacidad de ejercer violencia como quien da un suspiro y sin que se salga un pelo -engominado- de lugar que resumen el espíritu del relato. Frente a las interpretaciones más frenéticas y bulliciosas de Liotta y Joe Pesci, De Niro se reserva la furia contenida que cuando se desata arrasa con lo que tenga enfrente.

Cabo de miedo (1991)

Un año después del estreno de Buenos muchachos, y con el envión de ese reencuentro, Scorsese y De Niro volvieron a trabajar juntos en esta remake del film de 1962 dirigido por J.L. Thompson y protagonizado por Gregory Peck y Robert Mitchum como el vengativo Max Cady. Al mostrar a su personaje con el cuerpo musculoso, tatuado y encerrado en busca de revancha contra el abogado que lo había defendido en un caso de violación por el que fue condenado a 14 años de cárcel, el actor se alejó de la mafia, Nueva York y sus suburbios.

Armado con un acento sureño que contribuía a que todas sus líneas de diálogos sonaran entre seductoras y amenazantes, De Niro construyó un villano descarnado, distinto de todos los buenos muchachos que llevaba años perfeccionando. Un depredador al que la prisión terminó de despojar de todo resto de humanidad.