Rocío Oliva recordó su vida con Diego Maradona en Dubái: "Muchos años lindos"

Rocío Oliva, expareja de Diego Maradona, recordó este miércoles en Polémica en el bar, programa del que participa habitualmente como panelista, algunos momentos de su vida junto al astro del fútbol en Dubái.

Maradona, que falleció a los 60 años, vivió en Emiratos Árabes y dirigió durante un año el equipo del Fujairah. Oliva comenzó relatando a Mariano Iúdica y al resto de la mesa de periodistas que allá estaban "los dos solos" y que fueron "muchos años lindos".

La rutina en Dubái

"Él se levantaba temprano, a las 10 de la mañana", contó la exjugadora de River. Iúdica se mostró sorprendido, ya que cuando era notero, Diego se levantaba "cerca del mediodía". Oliva siguió explicando: "A la noche nos llevaban películas en DVD porque en Dubái no podés ver nada, de hecho las revistas te las tachan, todo es muy complicado. Netflix no podés porque tenés que hacer una conexión que ellos no te lo permiten".

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"Veíamos una película y se quedaba dormido. Yo me dormía más tarde, me ponía a ver YouTube. Las doce la noche de allá eran las cinco de la tarde acá, entonces aprovechaba a hablar con mis amigas. Al otro día se levantaba temprano, me traía el jugo exprimido a la cama para que me levante, me decía mal orange juice y nos reíamos. 'Dale, dale', me decía, se aburría, desayunaba solo, leía el diario, mirábamos las fotos nada más, más o menos nos enterábamos de cosas porque habíamos visto el día anterior la Champions, por ejemplo", rememoró, conmovida.

"Almorzábamos viendo la repetición de lo que habíamos visto la noche anterior de fútbol, yo ya sabía dónde iba el penal, el corner, todo. Después se dormía una siesta y yo me tiraba a tomar sol o hacía algo que nos había quedado pendiente", contó Oliva.

Luego de la siesta, la vida de Maradona se activaba. "Se levantaba, se tomaba unos mates, las vitaminas y proteínas que tomaba él, y a las ocho ya subía al gimnasio, ponía la música a todo lo que daba, se ponía la campera de correr. Si yo no iba a jugar al fútbol me enganchaba, y si no, me acompañaba a jugar todos los partidos".

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Según su expareja, Diego era muy exigente con su rendimiento como jugadora. "Por ahí yo había metido tres goles en un partido que salió 4 a 0, y se subía a la camioneta.", recordó Oliva, imitando un gesto de Maradona serio, con los brazos cruzados.

Y agregó: "'¿Qué te pasa? Tres goles metí, Diego'. 'Tres goles, pero no corriste, jugaste mal, porque ahí tendrías que haber hecho esto', me decía. Me exigía cosas. 'Sí, yo te exijo porque lo podés hacer', me contestaba. Y volvíamos a casa, a la noche ya cenábamos, mirábamos otro partido que no habíamos visto y a las 12, 1 ya subíamos a dormir".

En el Fujairah

Oliva comentó que hacían 150 kilómetros de ida y de vuelta para entrenar al equipo del Fujairah: "Iba en camioneta, por momentos había mucho tráfico, entonces el chofer tenía que agarrar por los médanos y se quedaba la camioneta. Se bajaba Diego y empezábamos a sacar la arena de la rueda todos ahí, se subía de nuevo y se iba a trabajar. Todo con mucho humor, tomando mate, escuchando música. Llegaba y ya se le pasaba, entrenaba un rato y estaba en la cancha, así, mirando a la tribuna. Era muy especial".

La producción mostró un video de Maradona vestido con un traje típico árabe, bailando rodeado de personas. "Es un baile típico de Dubái", explicó Rocío. "Él se ponía a bailar y cantaba, los árabes se volvían locos, pensaban que no se iba a agachar", describió.

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"Lo invitaban a jugar al fútbol, árabes que tienen a las mujeres lejos, y decía: 'Sí, voy. ¿A qué hora es el partido? A las 8. Bueno, preparate flaca que a las 8 vamos a jugar a la pelota'. ' ¿Yo también voy a jugar?'. 'Si, más vale, si no, yo no voy'. Nos vestíamos iguales, el mismo short, mismos botines, las mismas medias, grabábamos los botines con nuestros nombres", narró, emocionada.

Y concluyó: "Llegó el traductor Mohamed y dijo: 'Diego me parece que acá con mujeres no'. Él le respondió: 'No te preocupes'. Decían 'no, no'. 'Yo si no juego con mi mujer no juego', dijo. 'Bueno, bueno, vení a jugar', le respondieron. Y terminé jugando yo con todos los árabes al fútbol. Se armaba el picadito y los árabes tenían que aceptar. Tenía esas cosas que lo hacían distinto, grande, divino, amoroso, enorme".