'Roma', la película que puso incómodos a los mexicanos al revelar su racismo y clasismo

(Photo by Kevin Winter/Getty Images)
(Photo by Kevin Winter/Getty Images)

Además de estar en camino a convertirse en una clásico y una leyenda del cine mexicano a nivel mundial, ¿qué tiene Roma qué nos incomoda tanto, que nos atrae y que nos repele? La cinta de Alfonso Cuarón se ha convertido en una fenómeno social con repercusiones más allá de la cultura cinematográfica.

Un espejo donde no queremos vernos

La película, que en un inicio pretendía ser un homenaje a Libo, la mujer que cuidaba abnegadamente de la casa y de los hermanos Cuarón en los setenta, ahora es todo un mensaje encriptado de nuestras formas más sublimes y más controvertidas como mexicanos. Unos defectos que no queremos ver, que están ahí y que conviven cada día sin que nadie se enfade… hasta ahora, que la obra se convirtió en un mensaje poderoso que rompió fronteras.

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Pero la peor imagen reflejada como sociedad es el racismo siempre latente y vivo en nuestra sociedad que ahora tomó forma desde varias voces que de manera deliberada o no, mostraban su incredulidad por el éxito de una joven indígena.

Y es que en México, ser indígena y ser mujer es una de las peores condiciones. Se traduce en pocas oportunidades, en discriminación por ambas razones y en casi la mayoría de las veces, en pobreza.
La polémica comenzó disfrazada de quienes criticaban a Yalitza por aparecer en un reportaje de la revista Vanity Fair donde lucía atuendos de diferentes diseñadores como Louis Vuitton, asegurando que “la belleza solo puede ser de una manera”, o “aunque la vistan de seda…” y otras linduras que sólo reflejaban el miedo a ver triunfar a quienes creemos que deben estar reservados para tareas de servicios a las clases dominantes.

Y es que además de racista, la sociedad mexicana perfeccionó desde la época de las castas la forma más sutil de separar a las personas por su color y estado socieconómico, el cual siempre e indiscutiblemente va unido a lo primero.

Cuarón estuvo apoyando a Yalitza todo el tiempo y consciente de lo que había despertado dijo “Estamos en un momento en el que nos reconocemos como una nación racista”, tras defenderla de ataques en las redes sociales.

Luego algunos actores poco relevantes como Sergio Goyri, criticaron de forma “involuntaria”, a Yalitza por no actuar, su justificación para decir esto era que “era ella misma”, pues su personaje es Cleo, una empleada doméstica. Y por si alguien en el mundo no la conoce aún, Yalitza Aparicio, es una maestra de origen mixteco y que simplemente se presentó a un casting porque su hermana embarazada se lo pidió, ya que ella no podía, y para el mayor recelo de algunos, ni siquiera conocía a Alfonso Cuarón.

Y mientras en el ámbito nacional gente como Yuri causa polémica al decir que “una persona con ese físico es difícil que triunfe en Hollywood y que quería una Cleo para su casa”. Grandes actrices y directores de talla internacional han elogiado el trabajo de la oaxaqueña, incluso durante el clásico almuerzo de los actores nominados al premio de la Academia, donde Glenn Close (también nominada) se fotografió con Yalitza y aseguró que era un “tesoro mexicano”.

También hay quienes no ven más que clasismo en la obra de Cuarón, quien precisamente intentó plasmar eso en la película, cómo la sociedad se aprovecha de estas “esclavas modernas” para organizar su vida, limpiar sus casa y hasta educar y querer a sus hijos.

Y precisamente este lado del espejo fue el que resultó más positivo de la historia, pues puso sobre la mesa a debate las condiciones en las que trabajan estas mujeres; desde el estreno de Roma, varias asociaciones de trabajadoras del hogar se han unido y su tema ya es escuchado incluso en el Congreso donde se presentó una iniciativa que se convirtió en ley para darles seguro social.

El Senado revisa hacer modificaciones a la Ley del Trabajo, impulsado por Xóchitl Gálvez, en la que no sólo se reconozca el trabajo sino que se proteja y se evite que mujeres menores de 15 años puedan ser empleadas domésticas y que limite a 36 horas semanales las labores.

Y mientras el espejo nos sigue arrojando lo clasistas y racistas que somos, Alfonso Cuarón se alzó con el quinto Oscar consecutivo a un director mexicano y se lo entregó nada menos que su compadre Guillermo del Toro. No ganó como mejor película del año, pero si como película de habla extranjera, y con ello lo que ha logrado la obra de Cuarón es hacer visibles a las trabajadoras, a las personas que nunca son protagonistas a los desvalidos, como alguna vez Luis Buñuel plasmó en Los Olvidados a los niños de la calle, la miseria, el lumpen en donde tampoco quisimos reconocernos.