Romina Uhrig habló de su relación con Alfa, su postura ante las críticas y la importancia de sus hijas

Romina Uhrig, una participante polémica
Romina Uhrig, una participante polémica - Créditos: @adrian diaz bernini

A lo largo de los cinco meses que estuvo en Gran Hermano, Romina Uhrig no fue una jugadora más . La que muchos consideraron una especie de “mamá de la casa”, fue eliminada el último domingo quedando a un paso de la gran final. Durante su estadía en el reality, Uhrig dividió la opinión del público: algunos la seguían de forma incondicional mientras otros le daban la espalda. De 34 años, y de Moreno, fue diputada nacional por Unidad Ciudadana en 2017, durante dos años (asumió la banca de Fernando Espinoza, intendente de La Matanza). Militante de La Cámpora, fue pareja del intendente de esa localidad, Walter Festa, con quien tiene tres hijas. Actualmente trabaja en el Instituto de Previsión Social como parte del gabinete de Marina Moretti. “Me encanta trabajar en lo social, lo hice en la gestión de Walter, y hoy lo sigo haciendo obviamente con muchísimos menos recursos, pero trato de hacer lo que puedo, lo que esté a mi alcance”, afirmó a su ingreso a GH.

En una charla con LA NACION, Uhrig se refirió a su paso por el juego, su relación con Alfa, la importancia de sus hijas y por qué prefiere quedarse con el cariño de la gente y no con las voces que la critican. Evitó hablar de su paso por la política, tema sensible que tampoco formó parte de su juego durante su estadía en la casa.

-¿Cómo te tratan estos primeros días fuera del juego?

-Cuando salí de la casa había gente esperándome con carteles, eso fue muy emocionante, recibir ese cariño. Luego de salir del estudio, la camioneta en la que viajaba paró en un semáforo y también se acercaron algunas personas a darme su cariño. Que la gente te reconozca y te diga cosas lindas es lo mejor que un jugador se puede llevar.

-¿Por qué pensás que fuiste eliminada?

-Hubo medios que hablaron muy mal de mí, inventaron cosas y trataron de ensuciarme. Creo eso no ayudó, pero si yo tuviera algo que ocultar no hubiera entrado a la casa, ni me hubiera expuesto de esa forma. Y como no es así, me siento muy tranquila.

-¿Cómo eran esos momentos en los que quizás querías irte porque extrañabas a tus hijas, aunque luego lograbas sacar fuerzas para seguir dentro de la casa?

-Yo la remo desde muy chica. A los 17 años me fui a vivir sola, a esa edad trabajaba y todo me costó mucho. Es parte de mi vida que todo me cueste mucho, pero siempre lucho por lo que quiero y más hoy teniendo hijas. Soy alguien que cree mucho en Dios y en la casa teníamos un psicólogo que nos ayudaba un montón. Entonces en cada placa en la que me seguía eligiendo la gente, yo pensaba en que no quería defraudar a nadie porque también ahí estaban mis hijas apoyándome. Todo eso me dio la fuerza para continuar. Yo nunca bajé los brazos, siempre voy para adelante.

-¿Pensás que por ser mujer y madre se te criticó más de lo que te hubieran criticado si hubieras sido un hombre?

-Lamentablemente un sector de la sociedad aún es muy machista. A mí no me gusta juzgar a las personas porque nadie está en los zapatos del otro y creo que todo lo que hace una madre o las decisiones que toma siempre es pensando lo mejor para sus hijos, pero si esto hubiera pasado con un hombre no sería igual. Aunque no todos piensan así y son muchas las mujeres que me bancan. Ayer me la pasaba leyendo y llorando, feliz por el apoyo que recibo. Yo me llevo ese amor porque cuando la gente viene con odio trato de no contaminarme de eso. Como mujer fui muy atacada, pero hay gente que me quiere, gente que no me conoce y me apoya. Yo me lleno de eso.

-¿Te arrepentís de algo en tu paso por Gran Hermano?

-En el debate dijeron que con Nacho tuve expresiones que ni quiero nombrar, pero esas son palabras que yo no uso y al final todo fue mentira. Yo soy una persona muy respetuosa y me gusta que me respeten. Por ejemplo, con Alfa pasaron muchas cosas y aún enojada siempre lo respeté. Las cosas de las que me arrepiento, por ahí fueron las discusiones. Cuando decidí alejarme un poco de Alfa fue porque no quería discutir más. La verdad es que me costó mucho estar en la casa y más teniendo tres nenas a las que extrañaba con locura.

-¿Por qué hubo un momento en el que decidiste tomar distancia de Alfa?

-Cuando con una pareja te llevás mal, por tu salud lo más sano que podés hacer es separarte y eso fue lo que hice con Alfa. Yo no quería que las discusiones fueran en aumento y no quería que mi hija de doce años me viera así, de esa forma. Al ser mamá pensás mil veces las cosas, pero nunca quise hacerle mal a ningún compañero.

-¿Cómo pensás que va a ser la relación con Alfa ahora que ambos están afuera?

-Yo siempre digo que no está bueno ser rencoroso. Con Alfa vivimos muchas cosas lindas, él fue un apoyo para mí y yo para él. Después la situación terminó mal y creo que hubo mucho desgaste, pero para que haya peleas se necesitan dos. No sé si seremos amigos o no, nosotros somos el agua y el aceite, pero en el fondo siento un cariño por él. Adentro creo que lo consumió la casa y por ahí sacó su peor parte, pero quizás afuera lo conozca más.

-Era notable la cantidad de tiempo que le ponías a la limpieza de la casa, ¿había algo terapéutico en eso?

-La verdad es que no me encanta limpiar, pero no me gusta vivir en el desorden. Yo pensaba que si podía aportar algo bueno a la casa, lo iba a hacer y por eso me dedicaba a la cocina, a la limpieza o a lavar la ropa, esas son cosas que hago en mi casa y no me molesta hacerlas. Obviamente que era una terapia porque no tenía más nada que hacer y así me entretenía y se me pasaba el tiempo.

-En la cocina pasabas muchísimo tiempo, pero a veces daba la sensación que te molestaba cuando alguien más quería cocinar, ¿eso era así?

-La cocina nadie la quería tocar. Por ejemplo, a Ari y a La Tora les decía que si querían podían hacer la comida. A mí me encanta cocinar, pero jamás me hice la dueña de eso. Yo a veces sí cuidaba algunas cosas, como pasó una vez con el queso, que lo guardaba porque sabía que los chicos querían sus chipacitos con queso.

-Y por tu gusto con la cocina, ¿nunca pensaste en anotarte en MasterChef?

-La verdad es que nunca se me ocurrió. Cuando los chicos de MasterChef vinieron de visita a la casa, yo casi me muero. Lo vi a Donato y no lo podía creer. Yo amo la cocina, me encanta, pero no me anotaría en ese reality porque hago comida de casa, no hago cosas gourmet.

-¿Cómo fue el reencuentro con tus hijas?

-Ellas vinieron al hotel, yo salí el domingo y el lunes me visitaron y se querían quedar a dormir. Nos metimos en la cama y Feli me dice: “Mamá, vamos a dormir, apagá la luz”. El sábado me voy a casa con ellas.

-¡Y con Caramelo!

-Sí, lo extraño mucho a Caramelo. Yo me quería llevar a los dos perritos, pero el Primo se quedó con Morita. Yo pregunté qué iba a pasar con Caramelo y la producción me autorizó a llevármelo, pero por eso también me criticaron.