Romy Schneider, más allá del mito de Sissi en una exposición en París

París, 14 mar (EFE).- A mediados del siglo XX el personaje de Sissi convirtió a Romy Schneider en la actriz más famosa de Europa, pero su fama y su belleza eclipsaron un talento que la Cinemateca de París homenajea ahora en una exposición enfocada en su trabajo y trayectoria.

Actuó con los realizadores más grandes de la época, de Luchino Visconti a Orson Welles, Claude Sautet, Costa-Gavras y Claude Chabrol, aunque en el imaginario popular su personaje quedó asociado al rol de la emperatriz Sissi, a su romance con Alain Delon y a su trágico y prematuro final a los 43 años.

Schneider (Viena 1938-París 1982) "tenía talento, pero llegó a ser una actriz genial a fuerza de trabajo", explica a Efe Clémentine Deroudille, comisaria de esta exposición, presentada hoy y que desde el miércoles y hasta el 31 de julio se apoya en imágenes de esos rodajes y en cartas o vestidos para ofrecer un retrato completo de la intérprete.

Tenía la actuación en la sangre: sus padres eran actores y ella debutó a los 15 años en "Lilas blancas" (1953) con su madre, con quien acabaría coincidiendo en ocho películas en total, incluidas las tres de Sissi.

"Me convertí en propiedad nacional", diría Schneider de ese personaje, que hizo que cuando conoció a Delon en 1958 en el rodaje de "Christine", de Pierre Gaspard-Huit, fuera ella la estrella mundial y no él.

Durante cinco años fueron "los novios de Europa" y su amor por el entonces actor debutante la condujo a Francia y a hacer carrera con los directores más prestigiosos del país, aunque al principio no supiera hablar francés.

"Lo que más me sorprendió de ella fue su compromiso total con lo que hacía. No existía nada más en su vida, salvo la película y su relación con el director, su compañero y parte del equipo", dijo este lunes a Efe el presidente de la Cinemateca, Costa-Gavras, que la dirigió en "Clair de femme" ("Una mujer singular", 1979).

MUJER VALIENTE

A la actriz le gustaban los retos y esa valentía quedó reflejada en sus elecciones: hizo el salto a Hollywood, pero prefirió no renovar su contrato de seis películas con Columbia. "Lo fácil nunca me ha divertido. Siempre he luchado", revelaría ella.

"No quiso prestarse al juego de esos estudios, que pasaba por hacerse retoques estéticos y caer en una especie de sumisión", apunta la comisaria.

Schneider se sentía francesa y atribuía ese sentimiento a su relación con tres personas: Delon, Visconti y la diseñadora Coco Chanel, que la vistió hasta finales de los setenta y de la que en esta muestra se puede ver alguno de esos trajes.

Para cuando rodó "La piscine" ("La piscina") en el 68 estaba casada con el director alemán Harry Meyen, con quien tuvo a su primer hijo, David-Christopher, y, aunque se había retirado de la vida pública para dedicarse a su familia, Delon la reclamó como protagonista y ambos contribuyeron a que el filme triunfara y fuera un nuevo punto de partida para la actriz.

"Romy lo tenía todo: el talento, la juventud, la belleza, evidentemente, y el éxito, y eso no se le perdonó", indica de ella la comisaria, que con esta exposición intenta devolver la palabra a alguien a quien la industria convirtió en un mito.

Schneider era consciente de su fotogenia, pero rechazó el comportamiento de estrella y no tuvo miedo ni a mostrar su cuerpo desnudo ni a dejar que en los últimos años se reflejara el paso del tiempo.

Era una adelantada a su época, en un momento en que todavía no primaba la liberación de la mujer, y dejó también que la elección de sus películas hablara por ella en cuestiones políticas: "Hago cine para lanzar una señal contra los nazis", apuntó para liberarse de los vínculos de su familia con el III Reich.

El mayor cliché que pesa sobre ella, según Deroudille, es que "era una mujer desgraciada, que encadenaba desencantos amorosos y nunca superó a Delon". Sus últimos años, sin embargo, sí apagaron esa luz que transmitía en pantalla.

Schneider fue hallada sin vida en su apartamento en París un año después de que su hijo falleciera en un accidente, en 1981, siendo aún un adolescente. Oficialmente ella murió por un paro cardíaco, aunque sigue planeando al respecto la sombra del suicidio.

"Vivió tragedias como ninguna otra actriz, pero no se quejaba, lo guardaba para sí misma", recordó Costa-Gavras de una intérprete que, según la exposición, "fue infiel a la imagen que los otros se hacían de ella, pero de una fidelidad absoluta a sí misma".

Por Marta Garde

(c) Agencia EFE