La ropa de caballeros se emperra

El puesto de Paikka en Pitti Uomo en Florencia, Italia, el 10 de enero de 2023. (Clara Vannucci/The New York Times)
El puesto de Paikka en Pitti Uomo en Florencia, Italia, el 10 de enero de 2023. (Clara Vannucci/The New York Times)

FLORENCIA, Italia — Aquí tienen un dato poco conocido: a los perros les encanta la ropa.

En un próspero mercado de ropa para mascotas valorado en 5700 millones de dólares en 2021, quienes tienen perros representan la mayor parte de las ventas. El sentido común sugiere que la mayor parte de ese gasto se destina a correas, arneses y collares. Pero resulta que las camisetas y los suéteres son un sector de crecimiento canino increíblemente robusto. Y ni hablar de los abrigos.

Estas son algunas de las conclusiones del primer día de Pitti Uomo, la feria de moda para caballeros que se celebra en Florencia entre enero y junio. ¿Y qué tiene que ver el cuello de tortuga del pequeño Rover con un evento conocido por atraer a bandadas de hombres vanidosos que se atavían con un plumaje estrafalario?

Es que, por primera vez, Pitti Uomo dedicó un pabellón de la Fortezza da Basso, una construcción del siglo XVI, para la exposición de prendas para animales, ¿ por qué no? Los gatos y los perros constituyen el mayor porcentaje de los cientos de millones de animales de compañía que hay en el planeta. Y son sobre todo los mercados felino y canino los que están impulsando el auge de la ropa para mascotas (los pececitos, periquitos y cobayas por lo general se ven más guapos cuando están desnudos).

Entre los factores a los que se atribuye el crecimiento del mercado están el aumento de la urbanización, el incremento general de la renta familiar disponible y los cambios sociales que les han dado a las mascotas la misma importancia que a los miembros de la familia y, a menudo, prioridad sobre ellos. Es por eso que ahora hay una proliferación de marcas centradas en las mascotas, como Moshiqa, que se ha visto en los bulldogs franceses de Lady Gaga, así como Max Bone, PetHaus, Wagwear, Muttropolis, Vanderpump Pets y un montón de otras ofertas caninas costosas de casas de lujo como Barbour, Ralph Lauren y Gucci.

Sorprendentemente, no fueron las famosas marcas de gama alta —que venden arneses con logotipos de 655 dólares (Moncler), sus abrigos de cuatro patas a cuadros y cuello de lana de 300 dólares (Dsquared2) o sus ponchos jipis de lana estampada de 540 dólares (Alanui), todos ellos realizados en colaboración con Poldo Dog Couture— las que trajeron sus productos a Florencia.

El perro de Niccolò Chiuppesi, Arunte, en Frida Firenze en Florencia, Italia, el 10 de enero de 2023. (Clara Vannucci/The New York Times)
El perro de Niccolò Chiuppesi, Arunte, en Frida Firenze en Florencia, Italia, el 10 de enero de 2023. (Clara Vannucci/The New York Times)

Más bien, para este debut modesto, el área de mascotas de Pitti consistió en 15 puestos en un pabellón diseñado por la arquitecta Ilaria Marelli y que presentaba sobre todo a valientes empresas independientes como la española Painter’s Wife o marcas de tamaño medio como Lollipet y DuePuntoOtto (con una línea de abrigos y camas para perros con estampado de puntos diseñada por la arquitecta italiana y deidad del diseño Paola Navone), cada una clamando por ganar terreno en lo que sigue siendo un sector incipiente.

¿Fue algo bobo? Puesto que hablamos de criaturas que lucen perfectamente vestidas tal y como las creó la naturaleza, sí. ¿Era necesario un diseño considerado de las prendas, compuestas esencialmente por una costura superior, un cinturón y aberturas para la cabeza y la cola? Curiosamente, la respuesta es afirmativa. Mientras que en una vitrina se exhibían crinolinas que pondrían a prueba la dignidad de cualquier canino, ya sea de raza pura o cruzado, en otra se ofrecía un abrigo de automovilistas para perros con cinturón en la espalda inspirado en el que Hubert de Givenchy creó para que Audrey Hepburn lo luciera en “Desayuno con diamantes”. Al igual que el de Holly Golightly, este tenía mangas que llegan abajo de las muñecas.

“Es enorme y está creciendo”, afirmó Sonia Staccioli, diseñadora de Lollipet, refiriéndose al mercado de prendas de abrigo como las que ella había traído, chamarras y abrigos de piel sintética metalizada, piel sintética y lana de Casentino, producida durante siglos en varias pequeñas fábricas toscanas, ahora en peligro de extinción.

Cuando un periodista le preguntó a Staccioli, cuyo perro de caza bracco italiano, Ugo, tiraba de la correa, en qué se diferenciaba confeccionar ropa para clientes de cuatro patas y poco poder de decisión sobre su vestuario de diseñar para los humanos notoriamente quisquillosos, se encogió de hombros.

“Básicamente. es lo mismo”, respondió, “salvo que con los perros no tienes que escuchar su opinión”.

c.2023 The New York Times Company