El mítico puesto callejero al que deberías ir si eres fan de Rosalía y Rauw Alejandro

Rauw Alejandro y Rosalía en un momento del concierto que ofreció la española en el festival Coachella (California, Estados Unidos). Foto:  Frazer Harrison/Getty Images for Coachella)
Rauw Alejandro y Rosalía en un momento del concierto que ofreció la española en el festival Coachella (California, Estados Unidos). Foto: Frazer Harrison/Getty Images for Coachella)

Rosalía y el reguetonero Rauw Alejandro forman una de las parejas de moda en la escena musical y, ya sea juntos o por separado, convierten en éxito cada proyecto que tocan. Sino que se lo digan a Jordi Argilés, que lleva días atendiendo llamadas de periodistas y viendo como los fans de los cantantes y otros tantos curiosos llegan a su churrería a pie de calle.

Pero ¿qué tiene que ver este churrero de tercera generación con los artistas? Todo comenzó con la publicación del último videoclip de Rosalía y Rauw Alejandro, Vampiros, grabado en la ciudad española de Barcelona. En una de las escenas se puede ver a la pareja, ataviada con abrigos de piel, crucifijos y largos colmillos, comiendo churros frente a un puesto callejero, engalanado con un gran letrero luminoso donde se puede leer ‘Xurrería J. Argiles Repostería’. Jordi es su orgulloso dueño. “Qué ganas teníamos de compartir esta noticia con vosotros! Los artistas @rosalia.vt y @rauwalejandro eligen nuestra churrería como uno de los escenarios en su videoclip de VAMPIROS!! Gracias chicos y felicidades por este pedazo de tema que seguro bailaremos mucho!”, compartía en su Instagram Argilés que se ha guardado el secreto durante cerca de dos meses hasta que el videoclip ha salido a la luz.

Ubicada en la calle de la Marina, número 107, J. Argilés es una churrería con historia y una de las más míticas de la capital catalana. No sé sabe si, Rosalía, nacida en la localidad barcelonés de Sant Esteve Sesrovires en 1993, era una asidua de este local antes de ser una estrella mundial, pero, sin duda, es una parada obligada para todos esos vampiros que amanecen en la discoteca Razzmatazz. Este centro neurálgico de la fiesta en Barcelona queda justo delante. Consciente del hambre que invade a altas horas de la madrugada después de una noche de baile ininterrumpido (Razzmatazz abre de una a seis a.m. los viernes y sábados), los fines de semana, la churrería se mantiene abierta durante las 24 horas.

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El video oficial de "Vampiros":

Jordi es hijo y nieto de churreros. Su abuelo José fundó el puesto callejero, que por aquel entonces se erigía en madera noble, el 8 de enero de 1958. Ahí iban a parar los trabajadores de las fábricas de la zona antes de empezar la jornada: un cucurucho de papel atiborrado de churros y a trabajar. Luego José, otro José, este hijo del primero, tomó el testigo y ahora Jordi, nieto del primer José e hijo del segundo, es quien se encarga de la empresa familiar. En tres generaciones, la churrería de los Argilés no había tenido mejor promoción que esta, cortesía de Rosalía y su futuro marido. Un gran impulso que coincide con un momento en el que los puestos de churros están desapareciendo de los callejeros de las grandes ciudades españolas.

El bar de los ilustres bebedores

Otro de los escenarios icónicos elegido por la pareja para grabar su videoclip es el Marsella, localizado en el céntrico barrio del Raval. Es de obligado cumplimiento para quien cruza las puertas del bar más antiguo de Barcelona, con 200 años de historia, pedir un trago de absenta, el alcohol que lo hizo famoso entre clientes tan ilustres como el escritor Ernest Hemingway o el pintor Salvador Dalí. Eso mismo hacen Rosalía y Rauw Alejandro: entrar, echar el cierre al local e ingerir de un solo trago esta bebida verde apodada ‘El diablo verde’ por su característico color y su altísima graduación alcohólica.

El Marsella, que aún conserva su decoración original, estuvo a punto de cerrar en 2013, cuando el propietario del edificio quiso vender el terreno donde se ubica. Gracias a la presión ciudadana, el Ayuntamiento de Barcelona pagó algo más de un millón de euros para evitar su venta y, probablemente, posterior demolición. Hoy, el bar sigue a pleno rendimiento bajo la dirección de José Lamiel, hijo y nieto de los anteriores dueños. Otro lugar emblemático que no pueden dejar de visitar quienes eligen Barcelona como destino turístico, sean o no fans de Rosalía y Rauw Alejandro. Merece la pena (y la borrachera con absenta).

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