Estas ruedas aguantan la arena y las olas, así que ve por el bloqueador solar

Una silla de ruedas para playa en Miami, el 28 de mayo de 2023. (Janel Kilnisan/The New York Times)
Una silla de ruedas para playa en Miami, el 28 de mayo de 2023. (Janel Kilnisan/The New York Times)

Para Linda Green James, ir a la playa suele ser lo primero en lo que piensa cuando planea una escapada veraniega con su hija Suzi Osborne, de 47 años, quien utiliza una silla de ruedas debido a una lesión cerebral.

No obstante, cuando se alojan en el apartamento de unos amigos en Pompano Beach, Florida, suelen resignarse a pasar el tiempo en la alberca.

Durante su visita en enero, James se emocionó al ver una silla de ruedas de playa, un dispositivo con llantas gruesas y de gran tamaño que puede rodar sobre la arena y terrenos irregulares, y que podían pedir prestada en una tienda de equipos para playa. “Llevábamos años viniendo a este apartamento, pero Suzi nunca había podido ir a la playa, solo a la alberca”, narró James, profesora universitaria jubilada de Brownsville, Tennessee, de 75 años.

“No es muy divertido ir a la playa cuando un miembro de tu familia no puede acompañarte”, dijo. “Con la silla, el tiempo en familia es posible”.

Una ‘gran oportunidad de negocio’

Las sillas de ruedas de playa son cada vez más comunes en las costas de Estados Unidos, gracias a las leyes, las iniciativas gubernamentales y la creciente demanda de los viajeros discapacitados.

Las sillas de ruedas disponibles en muchas playas públicas, ya sean de alquiler o gratuitas, tienen armazón de PVC o acero y llantas tipo globo. Una versión de tres ruedas con la estructura reclinada les permite a los bañistas discapacitados flotar en las olas.

La mayoría de las sillas necesitan que alguien las empuje, pero algunos modelos están motorizados y ofrecen más independencia. Por lo general, los visitantes pueden tomar las sillas prestadas conforme van llegando, en playas o locales de alquiler. Algunas playas también aceptan reservaciones.

Para millones de personas como James y Osborne, la accesibilidad es fundamental a la hora de planificar las vacaciones. Alrededor del 2 por ciento de la población estadounidense usa una silla de ruedas manual o un auxiliar de movilidad motorizado, según la Encuesta de Vivienda Estadounidense realizada en 2019 por la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Los viajeros con discapacidad representan 58.200 millones de dólares del mercado de viajes de Estados Unidos, que asciende a 1,2 billones de dólares, casi el 5 por ciento, y viajan casi con la misma frecuencia que las personas que no tienen discapacidades, señaló MMGY Global, una empresa de mercadotecnia turística, en un informe de 2022.

“La inclusividad no solo es lo correcto desde el punto de vista ético, sino también una gran oportunidad de negocio”, aseveró Chris Davidson, vicepresidente ejecutivo de MMGY Travel Intelligence, el departamento de investigación del mercado de viajes de la empresa.

La Ley de Estadounidenses con Discapacidad (ADA, por su sigla en inglés) exige que todos los gobiernos estatales y locales “les den a las personas con discapacidad la misma oportunidad de beneficiarse de todos sus programas, servicios y actividades”. La ADA no cubre el suministro de sillas de ruedas para la playa, pero hay otra ley (la Ley de Barreras Arquitectónicas) que se aplica a los parques nacionales con playas, que deben tener una vía de acceso como un entablado o un tapete.

Libertad y un espacio para la caña de pescar

DeBug Mobility Products, fundada en 1996 por Mike Deming y su esposa, Karen Deming, después de que un accidente de coche la dejó tetrapléjica, fabrica sillas de ruedas de acero inoxidable para playa, entre las que está un modelo flotante de tres ruedas con un costo de 2275 dólares y un modelo estándar con reposapiernas fijo por 2475 dólares. El modelo estándar puede modificarse con opciones para inclinar el asiento, reclinar el respaldo y elevar las piernas, así como para añadir soportes para una caña de pescar, una bebida y una sombrilla.

“Esta silla les da a los usuarios una sensación de normalidad y libertad”, afirmó Karen Deming, de 61 años. “No hay nada peor que llegar al final de la rampa y no poder ir más lejos cuando todos tus amigos y familiares están sentados en la playa”.

Algunos fabricantes de sillas de ruedas motorizadas para playa alquilan sus sillas directamente a los huéspedes de los hoteles. Sand Helper, una de estas empresas, ofrece sillas de ruedas de baterías con tracción en las cuatro ruedas por unos 500 dólares a la semana en Florida y otros estados, y por 30 dólares la hora en Ocean City, Maryland. La empresa vende sus sillas por unos 12.000 dólares, una cantidad muy elevada si consideramos que ni Medicaid ni Medicare cubren los costos de las sillas de ruedas de playa.

También hay al menos un modelo manual que puede ser impulsado por el usuario: la silla de ruedas de playa todoterreno Hippocampe, que se vende por unos 4000 dólares y es fabricada por Vipamat, con sede en Francia. Entre las opciones más económicas, Wheeleez ofrece juegos de piezas para convertir una silla de ruedas urbana en una silla de ruedas para playa. Las opciones oscilan entre 300 y 1000 dólares, dependiendo del tamaño y la cantidad de ruedas.

Compartir la ‘magia’ de las playas

Encontrar información sobre la accesibilidad de las playas puede ser todo un reto. La Comisión Costera de California tiene una lista de al menos 114 lugares en el estado con sillas de ruedas para la playa, varios de los cuales (como Imperial Beach, en el condado de San Diego, y Laguna Beach, en el condado de Orange) ofrecen sillas motorizadas sin costo, pero las listas incompletas de otros gobiernos locales y playas obligan a los usuarios a verificar la disponibilidad en cada destino.

Algunos escritores especializados en viajes accesibles se esfuerzan por llenar este vacío informativo. Sylvia Longmire, de 48 años y proveniente de Sanford, Florida, padece esclerosis múltiple, usa silla de ruedas y ha recopilado listados de decenas de playas de Florida que ofrecen sillas de ruedas para playa y tapetes en su blog de viajes accesibles, Spin the Globe. “Pasé ocho años sin ir a la playa, y pensé que siempre sería inalcanzable para mí”, escribió Longmire en el blog. “Eso fue hasta que descubrí dos inventos revolucionarios (el tapete y la silla de ruedas para playa) que me regresaron la magia de mis playas natales de Florida”.

c.2023 The New York Times Company