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Russell Crowe y el cambio anti Hollywood que nos mantiene enganchados a su figura

Cuando uno escucha la palabra Hollywood, lo primero que resuena en tu cabeza suele ser el glamur y los físicos despampanantes de sus estrellas. Pero siempre hay una excepción a la regla. Y ahí es que entra en juego Russell Crowe. Su transformación física en los últimos años va mucho más allá de las exigencias del guion. Si bien es cierto que en ocasiones sus películas le han requerido un cambio drástico, en realidad su imagen, a día de hoy muy alejada de cuando empezó como actor, tiene mucho más que ver con su forma de ver la vida y de cómo quiere vivirla. Un espacio donde los estereotipos y los clichés no tienen cabida ni son permitidos.

MELBOURNE, AUSTRALIA - 29 DE ENERO: Russell Crowe observa el partido final de singles femeninos entre Ashleigh Barty de Australia y Danielle Collins de Estados Unidos durante el día 13 del Abierto de Australia 2022 en Melbourne Park el 29 de enero de 2022 en Melbourne, Australia. (Foto de Clive Brunskill/Getty Images)
MELBOURNE, AUSTRALIA - 29 DE ENERO: Russell Crowe observa el partido final de singles femeninos entre Ashleigh Barty de Australia y Danielle Collins de Estados Unidos durante el día 13 del Abierto de Australia 2022 en Melbourne Park el 29 de enero de 2022 en Melbourne, Australia. (Foto de Clive Brunskill/Getty Images)

A comienzos del nuevo milenio, allá por el año 2000, además del supuesto miedo al posible fin del mundo, hubo algo, o mejor dicho, alguien, que también hizo temblar a muchos. Sí, era Russell Crowe, ese actor neozelandés que tímidamente se había metido en nuestros hogares y en las pantallas de cine con cintas como L.A. Confidential o El dilema. Llamaba especialmente la atención ese chico de mirada triste y aspecto serio. Fue poco después, con Gladiator primero y Una mente maravillosa después, que sus dotes actorales y, por qué no decirlo, su atractivo físico, lo convirtieron en toda una estrella mundial. De la noche a la mañana teníamos a Russell en casi todas las portadas de cualquier periódico, semanal o revista de cine y piezas televisivas de entretenimiento que se terciara. Por ser, hasta fue considerado uno de los hombres más sexy del mundo según la revista People.

Russell Crowe enfrentándose a otro hombre en una escena de la película 'Gladiator', 2000. (Foto de Universal/Getty Images)
Russell Crowe enfrentándose a otro hombre en una escena de la película 'Gladiator', 2000. (Foto de Universal/Getty Images)

Una imagen que dista mucho de la que muestra dos décadas después, y por decisión propia. Aunque sus primeros años en la meca del cine fueron un ir y venir de sesiones de fotos y paseos glamurosos por las alfombras rojas de estrenos y premiaciones, todo aquello se ha reducido a apariciones las justas y un look que nada tiene que ver con aquel protagonista masculino de libro de Hollywood. Haciendo un repaso a su evolución, podemos decir que por unos años trató de cumplir con las expectativas, eso sí, muy a regañadientes. Desde el 2015, su imagen física ha estado más en boca de todos que nunca por sus diferentes cambios. Que si la tripita, que si el pelo largo, que si la barba, los kilos de más...

Su transformación ha acaparado más atención y titulares por el cómo se ve que por lo que hace. Cuando en 2016 fue uno de los protagonistas de la cinta Dos buenos tipos, tuvo que engordar 35 kilos. Y a partir de ahí y debido a la dificultad de deshacerse de todo ese peso extra, su imagen ha estado en el punto de mira día sí y día también. Aunque consiguió quitarse unos cuantos de esos kilos, nunca llegó a su peso original por completo. Tampoco parece que sea algo que le haya quitado el sueño. Atrás quedó ese musculoso Máximo Décimo Meridio de Gladiador para dar paso a un look muy diferente de lo que se espera del prototipo de galán de película. Tampoco ayuda que a él le dé absolutamente lo mismo, incluso se sienta cómodo en esa piel.

Su reacción ante tanta atención a sus redondeces no se hizo esperar y fue muy al estilo de Russell, es decir, con segundas y todo el sentido del humor negro, a veces cortante, que le caracteriza. En 2017, justo un año después de esta famosa película que le obligó a cambiar su cuerpo de forma tajante, salieron a la luz unas imágenes del oscarizado actor jugando al rugby, su otra gran pasión que le llevó en 2006 a ser el co-propietario del equipo australiano South Sydney Rabbitohs. Una página de fans se hizo eco de ellas y las redes explotaron. Todos opinaron, inclusive alguna que otra celebridad, no precisamente bien. De hecho, el famoso comunicador Howard Stern no dudó en burlarse al ver las fotos en su famoso show radiofónico. "Yo puedo levantar a Howard con las piernas, él no puede hacer lo mismo", se defendió Russell con ironía en su cuenta de Twitter, donde el intérprete de 58 años interactúa muy a menudo. Hasta el famoso medio Page six, espacio puro y duro dedicado a las estrellas, pidieron un minuto de silencio por esas fotos donde lucía orondo.

Ajeno absolutamente a lo que se diga de él, a Russell le importa poco ser o no ser víctima del famoso body shaming, conocido como la crítica más absoluta y cruel a aquella imagen que no cumple con los cánones esperados. Él mismo lo ha dicho sin complejos, lo de la fama y quedar bien no va con él, y mucho menos lucir como los demás esperan. Ni tiene los dientes blanco nuclear de sus compañeros, ni se viste a la última moda, sino todo lo contrario. Y cuanto más le ataquen, más rebelde con causa. Hay cosas que están por encima de eso que le exigen, por ejemplo, su vida familiar junto a sus hijos, Charlie y Tennyson. "Incluso en los largos periodos de éxito en mi vida, mi principal objetivo era, una vez terminado el trabajo, regresar a mi casa. Desaparecerme y, más recientemente, estar con mis hijos", expresó al periódico The Guardian en 2014.

Russell tampoco dice lo que todos quieren escuchar ni entiende eso de ser políticamente correcto. Si nos ponemos a buscar en la hemeroteca, Russell tiene un amplio currículum de salidas de tono, y no solamente por lo que los demás puedan opinar sobre su peso. En 2002, tras ganar el BAFTA por interpretar al matemático John Forbes Nash en Una mente maravillosa, tuvo un fuerte encontronazo con el director de la ceremonia, Malcolm Gerrie, por cortar su discurso. “Eres un maldito pedazo de mierda. Me aseguraré de que nunca trabajes en Hollywood”, le gritó. "Siento muy poco remordimiento por lo que dije. Pensándolo con frialdad, creo que fui un poco más vehemente de lo que me hubiera gustado ser”, dijo durante el estreno en Sydney de su película Una mente maravillosa.

Y así unas cuantas anécdotas más, no precisamente agradables. Allá por 2005 fue arrestado en Nueva York por tirarle un teléfono a la cara a un recepcionista del Hotel Mercer, al no poder localizar a su mujer por este medio. Esa rebeldía o imagen de chico malo, sobre todo del comienzo, ha sido, de alguna forma, su manera de nadar a contracorriente y rebelarse contra lo que se esperaba de él. No parece que tuviera muchas ganas de ser catalogado ni como chico bueno ni como sex-symbol.

Conforme su carrera fue evolucionando y haciéndose fuerte, se alejó cada vez más de los roles románticos de 'hombre apuesto busca chica'. Este mismo, con motivo de su nueva cinta Thor: Love and Thunder, junto a Natalie Portman, Taika Waititi y Chris Hemsworth, volvimos a ver a un Russell fuerte, frondoso y con una barba blanca a lo Papá Noel para su papel de Zeus. Vamos, irreconocible y totalmente ajeno a lo que fue y representó años atrás. De nuevo, su aspecto físico ocupó unas cuantas páginas de prensa escrita y piezas en programas de televisión. Opacó a su propio personaje.

Precisamente durante este año, se dejó ver junto a Chris y Elsa Pataky en un divertido paseo en barco. La instantánea corrió como la pólvora en redes y provocó todo tipo de reacciones, en su mayoría negativas, sobre el actor y su estado. "No me puedo creer que ese sea el hombre que hizo Gladiador", escribió un seguidor. Otros, en cambio, se enfocaron más en su buen hacer en la cinta de aventuras y lo describieron como un actor "leyenda" por encima de todo lo demás. Su barba canosa es ya un clásico, a veces más corta, otras más larga dependiendo de sus personajes y de lo que se le antoje, se puede decir que va con el lote.

Tal es así que en su último trabajo, The Pope's Exorcist (2023), donde interpreta a Gabriele Amorth, el primer cura en practicar el exorcismo en Roma, no se la ha quitado para nada y la combina a la perfección con el traje de religioso. Lo curioso de todo esto es que su imagen se aleja mucho de la de Amorth en la vida real ya que para nada lucía barba. Todo lo contario.

La pregunta del millón es, ¿habrá sido el propio Russell quien haya pedido que la barba se quede donde está para la cinta de Sony? Ese es un enigma que de momento no podemos resolver, lo que sí es un hecho es que este complemento ya se ha convertido en una seña de identidad del actor no solo en su vida personal sino también en la profesional. Recordemos que también la lució en la película The Georgetown proyect (2020).

Siempre lo tuvo claro, ni puede ni quiere cambiar para encajar en ese papel de príncipe azul hollywoodiense donde todo parece perfecto pero en realidad no lo es. Sus elecciones cinematográficas siempre fueron arriesgadas, pero en los últimos años lo son mucho más, tanto en lo físico como en el contenido. Le importa poco, por no decir nada, de lo que le tachen y vive al margen de todo ese ruido mediático. Su vida, tal y como reflejan sus redes, es una oda al rugby, a los atardeceres, a las ricas comidas, a su familia y, por qué no decirlo, también a sus personajes cinematográficos, de los que siempre tiene algo que contar más allá de lo que despotriquen los demás.

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