Russell Crowe y Paul Mescal, semejanzas y diferencias de dos ‘gladiadores’ de cine
Decía un viejo tango que vivir es cambiar. Lo mejor para detectar lo anterior no es solo ver fotografías viejas, sino películas antiguas… o no tanto. En este caso, la secuela de Gladiator, dirigida hace casi un cuarto de siglo por Ridley Scott, nos permite volver la vista atrás y recordar el poderío que por aquel entonces ostentaba Russell Crowe, el actor aterrizado en Hollywood desde Nueva Zelanda y que no solo conquistó la gran pantalla –con títulos como The Insiders, Beatiful Mind o Master and Commander-, sino también a alguna de las actrices más atractivas del momento. Antológico fue su romance con Meg Ryan que provocó la ruptura de ella con otro de los galanes del momento, Dennis Quaid. Russell Crowe se puso, en 2000, en la piel de Maximus Decimus; en 2024, el actor irlandés de teatro, Paul Mescal –quien tenía cuatro años cuando se estrenó la primera entrega de Gladiator– se pone en la piel de Lucius Verus, el hijo del descomunal gladiador, en Gladiator 2, la secuela, también dirigida por Ridley Scott, y que viene para romper la vieja máxima de que segundas partes no son buenas.
Aunque muchos fans de la primera parte sospechaban que Lucius Verus, el hijo de Lucila (segunda hija del emperador Marco Aurelio), podía ser el hijo secreto de Maximus Decimus, otros han experimentado una gran sorpresa al ver este giro en la trama. Lucius, como Maximus, se ve forzado a luchar en el Coliseo, el corazón de Roma, y de batallar contra las injusticias perpetradas por emperadores corruptos. La historia de la Antigua Roma sigue apasionando por su no tan soterrada brutalidad.
¿Y quién es él?... O, ¿Quiénes son ellos?
Después del éxito fulgurante de Gladiator –la Antigua Roma y Hollywood siempre han formado un tándem de éxito: Ben-Hur ganó en 1960 once Oscars–, el rodaje de una continuación era todo un reto, porque en su día la película batió récords de audiencia, que se evidenciaron en sus cifras astronómicas. Si bien los costes por realización de aquella cinta superaron los 94 millones de euros, la recaudación multiplicó por 4,5 los gastos. Es decir, se recaudaron casi 434 millones de euros. Por el momento, Gladiator 2 cumple objetivos e inmediatamente después de su estreno ha arrasado en taquillas. Solo en el Reino Unido ha sumado más de 10 millones de euros, y en nuestro país, la cifra ya asciende a casi 6 millones. Para dimensionar su éxito basta con exponer una cifra más: tras su estreno europeo, en un único fin de semana, lo acumulado por taquilla alcanzó una cifra de 82 millones de euros, un hito en la carrera de Ridley Scott –quien sufrió algún que otro descalabro con sus anteriores largometrajes como El último duelo o Napoleón–, porque con ninguna otra película había superado esa cifra en el fin de semana del estreno.
¿Cuál es el secreto más allá de un legendario director y una trepidante trama de intrigas, aventuras y encarnecidas luchas cuerpo a cuerpo? Se podría decir que los nuevos efectos especiales, logrados de forma digital, algo que aún estaba en pañales en 2000, pero, por encima de toda la parte técnica, destaca el elenco de viejos conocidos y excitantes desconocidos que han generado una química que el público percibe. Como protagonista, el irlandés Paul Mescal quien, para lograr el papel, luchó casi casi como los gladiadores en el Coliseo con otros colosos de la interpretación como Austin Butler, Richard Madden, o Miles Teller. Junto a actores consagrados como Denzel Washington –Macrinus en la película–, aparece en el reparto otro de los actores más aplaudido de los últimos meses: el chileno Pedro Pascal, en la piel del líder de los ejércitos romanos, Marcus Acacius.
Regresemos por un instante a Paul Mescal, el actor que habla gaélico con fluidez; el mismo que jugó fútbol profesionalmente, pero al que una lesión en la mandíbula le apartó de los campos; aquel que deleitó a sus fans durante la pandemia con sus versiones de canciones archiconocidas, con lo que demostró sus dotes como cantante, la profesión de su hermana, Nell; el intérprete que saltó a la fama por su papel en la serie Normal People; curiosamente su personaje, Connell, estudió en la misma universidad que él: el mítico Trinity College de Dublín; en quien confió Maggie Gyllenhall para su La hija oscura, con Olivia Colman de coprotagonista; y el que logró que Hollywood se rindiera a su talento, antes de cumplir los veintisiete años, por su interpretación en Aftersun, valedora de un Oscar.
Además de su meteórica carrera profesional –ganó un BAFTA en 2021–, el actor se ha destacado por su extrema sensibilidad y su trayectoria solidaria. De hecho, ha apoyado causas benéficas que involucran temas de salud mental y prevención de suicidios. En cuanto a su preparación física para ponerse en la piel de un gladiador no ha sido tan difícil: dicen que su genética gaélica –a pesar de su metro ochenta parece más ancho que alto– y su pasión por los deportes le han ayudado mucho. A pesar de lo anterior, sí ha precisado de un entrenador personal, Tim Blakely, fisioterapeuta de las estrellas, y quien ha contribuido a cincelar el cuerpo del actor.
La buena forma física de Paul Mescal ha tenido su víctima, el genial Pedro Pascal quien, siempre en tono jocoso, ha confesado que, durante el rodaje, el irlandés le puso contra las cuerdas. “Fue como abusar de un anciano”, comentó entre risas Pascal, quien a los 49 años está viviendo su verdadero sueño americano.
Acción y trama
Paul Mescal no tenía ninguna experiencia en películas de acción, pero una vez que leyó el guion se dio cuenta de que su personaje tenía una atractiva complejidad, porque tras su cuerpo de héroe escondía un interior herido por los traumas: “Y yo soy el hombre para [interpretar] eso”. En Variety comentó: “Quise ser un guerrero, sí, pero con dudas y miedos, como cualquiera de nosotros; un tipo que pese a todo puede seguir adelante”.
Russell Crowe fue el pionero. A regañadientes, pronunció la frase más conocida de la primera parte de Gladiator: “Me llamo Maximus Decimus Meridius. Comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, fiel servidor del verdadero emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada y juro que alcanzaré mi venganza, en esta vida o en la otra". Conocido por su mal humor y por su falta de diplomacia, cuentan que le espetó al guionista William Nicholson: “Tus frases son basura”, pero que accedió a repetir la famosa sentencia con este comentario: “Como soy tan buen actor, hasta haré que suene bien”.
Con su vida patas arriba –su romance con Meg Ryan sacudió los pilares más conservadores de Hollywood–, gracias a su papel del comandante Maximus saboreó un éxito épico, como su papel: ganó el Oscar a Mejor Actor y acumuló un sinfín de anécdotas, que hasta hoy enamoran. Por ejemplo, en estos días de promoción, Russell Crowe fue invitado al programa de Stephen Colbert y relató su reencuentro con otro gran protagonista de Gladiator, el caballo George, con quien volvió a coincidir una década después en el rodaje de Robin Hood. Según Russell Crowe el equino “me reconoció, me levanté hacia él y le dije muy muy bajito: ‘Hola, George’. Él bajó su cabeza hacia mi pecho y le dije: ‘¿Te diste cuenta de que ganamos un premio de la Academia’”.
Un cuarto de siglo después de su Oscar, y de su inolvidable interpretación con un antagonista espectacular, Joaquim Phoenix, en la piel de Cómodo (el hijo corrupto del emperador Marco Aurelio), Russell Crowe sigue mostrando su talento frente a las cámaras en proyectos como Land of Bad, Sleeping Dogs y The Exorcism. El tiempo, como a todos, le ha pasado factura y su actual silueta poco tiene que ver con la fibrosa que de Máximo, que enamoró a toda una generación.
Por el momento, Gladiator 2 huele a Oscar, Russell Crowe le “ha dado la bendición” a la nueva película de Ridley Scott, y Paul Mescal, que ha aportado al personaje una profundidad muy interesante, tiene todas las papeletas para llevarse la preciada estatuilla.