Salvajes: una mirada sin concesiones sobre la sociedad, disfrazada de thriller

Salvajes, estreno del jueves 1°
Salvajes, estreno del jueves 1°

Salvajes (Argentina/2024). Dirección: Rodrigo Guerrero. Guion: Rodrigo Guerrero. Fotografía: Ezequiel Salinas. Música: Murci Bouscayrol. Edición: Mariana Quiroga Bertone. Elenco: Beatriz Spelzini, Luis Gnecco, Alan Fernández, Jonatan Toledo, Juan Carlos Romero, Tania Casciani. Duración: 90 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas. Distribuidora: Vi-DOC. Nuestra opinión: buena.

Se llama “marginal” a aquel que está fuera de la sociedad, de sus reglas y normas. Y aunque comúnmente se ha vuelto un adjetivo para hablar de delincuencia y pobreza, transitar por esos márgenes no es privativo de malvivientes; o mejor dicho, tal vez la marginalidad sea transversal a toda clase social y no tenga que ver con la falta de recursos sino con la esencia humana. Este y otros temas subyacen e incomodan en la nueva película de Rodrigo Guerrero.

Sonia (Beatriz Spelzini) y Arturo (Luis Gnecco) son un matrimonio gris, silencioso y retraído, que una noche es sacudido por la aparición en su casa de tres delincuentes. La pareja sale ilesa de la violenta situación, y además Arturo logra capturar al más joven de los ladrones (Alan Fernández), manteniéndolo encadenado en su sótano. Mientras él se obsesiona con el poder que le significa pasar de víctima a victimario, su esposa ve en el muchacho el reflejo de su hijo muerto. Con el correr de los días, ambos irán construyendo una relación enfermiza con el cautivo que los aislará de su entorno, a la vez que tendrá consecuencias inesperadas para los tres.

Guerrero (Siete perros, El tercero) manipula con destreza la consabida tipificación de dos mundos opuestos, como puede ser el de la marginalidad y el de la gente “de bien”. Pobres que no tienen nada que perder, ricos que lo han perdido todo, seres al límite cuyas acciones justifican el título de la película. Todos a su manera son “salvajes”, y terminan pagando por eso.

La idea es interesante e intenta sostenerse a lo largo del film, pero no siempre lo logra. Que la narración se concentre casi exclusivamente en el devenir del matrimonio por sobre la historia del chico capturado (del que se sabe poco y nada más allá de algunos recuerdos que tiene durante su cautiverio) termina desbalanceando el propósito original. Al mismo tiempo que por momentos lleva a que el guion peque de repetitivo en el excesivo subrayado en torno a las conductas de la pareja.

Para una mejor representación de esa dualidad subyacente en el film, quizás habría sido buena idea profundizar en el entorno familiar del muchacho, de dónde viene y hacia dónde quiere volver, así como también reforzar la presencia de su madre. Elementos cuya mínima presencia y desarrollo los lleva a quedar opacados frente al conflicto que afrontan los personajes de Sonia y Arturo.

Este desequilibrio es el punto más flojo de Salvajes, una propuesta muy bien construida desde su fotografía, dirección y puesta en escena, que aportan un clima de opresión y oscuridad, coronado por excelentes trabajos de Beatriz Spelzini, Luis Gnecco y Alan Fernández.

Disfrazada de thriller policial, Salvajes presenta una mirada sin concesiones sobre la sociedad, y sobre aquellos que formamos parte de ella. Seres que arrastran un origen, un pasado y un presente, que en cualquier momento puede colisionar con resultados trágicos. La esencia humana puesta en discusión, de manera descarnada e impiadosa, donde todos somos iguales. Y también impredecibles.