¿Sandía o melón? Te contamos en que gana una fruta a la otra
Cada verano nos reencontramos con ellas como ese primo que vemos de higos a brevas en el pueblo o los programas de la tele en que pueblos compiten entre sí por ver quienes son los que mejor torean una vaquilla o hacen una paella gigante. Son la sandía y el melón, dos frutas que comparten ADN pero que también tienen diferencias entre sí. Esto nos lleva a plantearnos si es que una es mejor que la otra para la salud o si conviene más atiborrarse de una o de otra. Hemos recurrido a la información oficial de la Federación Española de Nutrición para tratar de averiguar por dónde van los tiros.
Lo primero: las dos son curcubitáceas. Podríamos enrollarnos recurriendo a la descripción que habla de ellas como plantas trepadoras por zarcillos, en general herbáceas, etc. pero creemos que está claro que son familia: su piel dura, su tamaño grande, su carne interior y hasta las pepitas las delatan. A esta misma categoría pertenecen también calabacines, pepinos, calabazas...
Las dos son agua casi en su totalidad. Son frutas de verano porque esa es su temporada y también porque son increíblemente refrescantes. La explicación está en su contenido. La sandía es la fruta que más agua contiene. Representa nada más y nada menos que un 95% de su peso. En el caso del melón no se llega a tanto, pero casi: se queda en un 92% que no está nada mal. Esa pequeña variación explica que el melón sea un poco más carnoso que la sandía. Esto ya nos da la pista de que, por lógica, ni el melón ni la sandía van a tener una barbaridad de nutrientes, aunque hay varias cositas interesantes...
El color de la sandía lo da el licopeno. Una diferencia evidente entre el melón (español, no el cantalupo) y la sandía es el color. Mientras el melón es blancuzco, la sandía tiene un color rojo radiante que viene dado licopeno, ya que se encuentra en una elevada cantidad, siendo este alimento una de las principales fuentes dietéticas del fitoquímico (2.454 microgramos por 100 gramos de porción comestible) junto a otros como el tomate. Es un antioxidante natural que nos ayuda a mantener nuestra piel en perfecto estado y que se cree que también ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares. Un punto para la sandía.
La vitamina C es cosa del melón. Aquí no hay discusión. Tomando 300 gramos de melón (corteza aparte) nos estaremos metiendo en el cuerpo el 75% de la ingesta diaria recomendada de vitamina C: chúpate esa, naranja. Aquí tenemos más poder antioxidante que nos permite mejorar la salud de piel, protegiéndonos mejor de sol. También fortalece cabello y uñas. Aquí la sandía se queda muy atrás con apenas 7 gramos de vitamina C por la misma cantidad de alimento.
Hablemos del retinol. Aunque el contenido en la sandía no es para volverse loco (33 microgramos por cada 100 gramos) es bastante superior al que nos encontramos en el melón (3 microgramos por cada 100 gramos) por lo que es un aporte que no conviene desdeñar. Al fin y al cabo, la vitamina A mantiene nuestro sistema inmune en perfecto estado y cuida de nuestra visión y de nuestra piel.
El melón gana en folatos. El déficit de esta vitamina B puede provocar que tengamos anemia y se está estudiando sus beneficios para la prevención del cáncer. El melón es una de las frutas más ricas en folatos, aportando 30 microgramos por cada 100 gramos. Aquí la sandía vuelve a perder fuelle, quedándose en una décima parte.
Potasio: otro punto para el melón. Una ración de melón cubre en un 16% de las ingestas recomendadas para este mineral, el cual contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos. La sandía tiene una tercera parte.
¿Y azúcar? Hay que recordar que se trata de azúcar contenido de manera natural en la fruta y de absorción lenta gracias a la fibra, evitando así, los picos de glucosa. Por ello, es más saludable. Como dato curioso, el melón tiene 6 gramos por cada 100 y la sandía 4,5 por cada 100.
Como conclusión, hay que añadir que son frutas bastante similares, con una gran cantidad de agua y muy recomendables para cualquier dieta. ¿Cuál es mejor? Quizá desde un punto de vista nutricional el melón sea un poco más completo pero no conviene desdeñar el aporte en licopenos de la sandía como un argumento de peso para consumirla en abundancia. Nosotros, por nuestra parte, somos incapaces de decidirnos por una o por otra...