Santiago Kovadloff emprende una travesía al rescate de la lírica
Un gran logro de La travesía, el espectáculo poético-musical creado por el filósofo, ensayista y poeta Santiago Kovadloff junto a la reconocida pianista Ana Victoria Chaves y la colaboración de Federico Mouján al violín, es el mérito de recuperar el sentido más ancestral de la lírica: el de “decir” la poesía.
No en vano el trío lleva el nombre de Orfeo, el célebre poeta de la mitología griega, trovador enamorado de la música que conmovía tanto a fieras como a divinidades cantando sus poemas al son de la lira. De allí la expresión “lírica”. De modo que rescatar esa belleza antigua y delicada de la palabra artística nacida de la mano de su hermana la música (con los atributos que comparte con ella: la métrica, el ritmo, la forma e incluso la interpretación), merece un elogio importante en tiempos de vulgaridad y estridencia.
Y así como el nombre del ensemble refiere al género, el título refiere a la forma. La travesía consiste en un viaje, un recorrido caleidoscópico de veinte números que no siguen una secuencia lineal de cronologías ni estilos, sino que más bien desarrollan un concepto de unidades cerradas, contrastantes en temas y climas a la manera de una suite musical. Cada una de esas veinte estaciones convoca al trío completo, a algunas de sus posibilidades de dúos, o a solos que van enlazándose y evocando sentimientos y temas universales como el paso del tiempo, las pérdidas, los anhelos, el amor y el desamor.
Otro logro para celebrar de este proyecto surgido del confinamiento, en el inicio de una pandemia que cambió los parámetros no sólo en materia de producción artística sino también en los hábitos de consumo de los bienes artístico-culturales, es el acercamiento y colaboración creativa entre dos géneros autónomos que buscan un encuentro a través de sus cadencias, de sus ritmos y acentos, de las entradas y salidas de sus discursos, del caudal melódico de las frases poéticas y las frases musicales. Algunas de esas uniones dialogan más armoniosamente que otras, tratando siempre de evitar la competencia que es la parte de riesgo que conlleva este desafío. Todas las músicas y los textos escogidos son expresiones ya completas en sí mismas. Sin embargo, aquí se tienden una mano para ofrendar algo de esa autonomía en una fusión que privilegia el diálogo cercano a la música de cámara o al género del lied y que, más allá de la superposición o la suma en la que cada uno de los intérpretes se luce en su momento, aspira a la invención de algo distinto que las trascienda.
Las lecturas van desde el poeta latino Cayo Valerio Catulo hasta Jorge Luis Borges, pasando por Neruda conjugado con Bach y Gounod; César Vallejo, con Schumann; y García Lorca, con su compatriota Isaac Albéniz. Hay varios textos del propio Kovadloff con músicas de Chopin, Ginastera y Satie; y las voces de los argentinos Daniel Salzano, en un solo de lectura sin instrumentos; Antonio Requeni con su correlato en Dvorák; y César Tiempo, en Ástor Piazzolla. A ello se suma una selección traducida de la lengua portuguesa que reúne a Carlos Dummond de Andrade con Debussy; a Vinicius de Moraes con música brasileña; y a Fernando Pessoa con un poema titulado “Cumpleaños”, en cuya lectura, sin acompañamiento instrumental, Kovadloff creó uno de los momentos más intensos del recorrido. En cuanto a la sincronización y simbiosis de carácter y estilo, una de las perlas del programa es la encantadora carta del niño Wolfgang Amadeus a su padre Leopold Mozart, acompañado con el Andante de una de sus exquisitas sonatas para piano.
Para concluir, una polifonía sutil en torno a la figura del “Mar”, el poema de Borges y el etéreo “Claro de luna” de Debussy, desembocando en el alegórico final de “Ítaca”, poema del escritor griego Constantino Cavafis que reflexiona sobre el regreso a la isla legendaria y el afán por recuperar lo perdido que ella representa (el amor, la familia, la patria), pero más que nada, por comprender la metáfora eterna del viaje en sí, de la enseñanza existencial que deja sobre la travesía humana: nunca encontrará a los gigantes, a los cíclopes ni a Poseidón aquel que no los lleve dentro de sí. “Si no los llevas en tu alma –dice el poema–, si no los yergue tu alma en ti”.
Magnífica la trama musical concebida y ejecutada con refinamiento camarístico por Ana Chaves al piano. Impecables las intervenciones al violín del talentoso Federico Mouján. Y siempre elegante la claridad, imaginación y desenvoltura expresiva de Santiago Kovadloff transmitiendo en la declamación de los versos, la profunda comprensión de sus significados. En suma, una travesía que cumple con la virtud extraordinaria de devolver a nuestra vida cultural el gusto por el decir de un lenguaje casi extinguido.
Para agendar
La travesía, una noche con músicos y poetas. Con Ana Victoria Chaves, Federico Mouján y Santiago Kovadloff. Malba, Figueroa Alcorta 3415. Hoy, a las 19. Entradas online y en la recepción del museo.