Sarah Ferguson recupera en el reinado de Carlos III un papel que tenía perdido

Corría el verano de 2022 cuando Isabel II aprovechaba la tradicional foto de familia desde el Palacio de Buckingham para marcar la diferencia entre los que estaban dentro de la institución y los que no. Tres meses después la longeva soberana murió y comenzó el reinado de Carlos III, que aprovechó su primer discurso para dejar claro que sus únicos apoyos eran su mujer, la reina Camilla, que ya entonces la nombró en primer lugar, y los príncipes de Gales. Sin embargo, en este reinado se está desdibujando la línea que separa los actos familiares de los institucionales y el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, que llevaban años fuera de la vida publica, han ocupado la primera y la segunda fila en el homenaje que se ha brindado en honor a Constantino de Grecia en el Reino Unido. Es evidente (e inesperado) que el reinado de Carlos III ha suavizado el trato que la institución dispensaba a la duquesa de York, ya que este es el evento real de más alto perfil al que acude en décadas.

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Que Sarah Ferguson está integrada de nuevo en la familia Windsor es un hecho, solo hay que ver cómo ha sido su llegada a la Capilla de San Jorge, el templo que es lugar de culto oficial de la monarquía británica. Hasta ahora llegaba en el turno de los invitados, como una amiga de la familia, pero no ha sido así esta vez: Sarah Ferguson ha llegado con los Windsor, caminando junto a los príncipes Andrés y Ana, y al marido de esta, el vicealmirante Timothy Laurence. Una vez dentro, la duquesa de York ha ocupado una segunda fila, también reservada para la familia; mientras que la primera la han ocupado, entre otros, la reina Camilla, la princesa Ana y el príncipe Andrés, que tuvo que retirarse de sus funciones institucionales a raíz del Caso Epstein.

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Este regreso de Sarah Ferguson -que aunque se divorcio del príncipe Andrés siguen siendo los mejores amigos y compartiendo residencia oficial- no se ha producido de la noche a la mañana, es una maniobra que se viene cocinando desde hace tiempo, a fuego muy lento, al estilo de la monarquía británica. El pasado mayo no estuvo invitada a la Coronación de Carlos III y la reina Camilla, pero sí a los festejos familiares; después llego la Navidad y ella regresó a la tradicional misa en Sandringham, un servicio religioso al que llevaba treinta y dos años sin asistir; y ahora, dos meses después, la vemos entrando con los Windsor en un servicio religioso presidido por la reina Camilla y con representación de monarquía extranjera, entre ellos don Felipe y doña Letizia.

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En contra de todo pronóstico, Sarah Ferguson, que no es Alteza Real desde su divorcio en 1996 pero sí conserva el título de duquesa de York, esta viviendo de nuevo una vida pública con los Windsor. Hay que recordar que el príncipe Harry fue el primero en romper una lanza a su favor y la invitó a su boda; con el tiempo supimos que la duquesa de York había ayudado a Meghan Markle con su difícil entrada en la monarquía británica. Además para sus primas, las princesa Eugenia y Beatriz, normalizar la presencia pública de su madre era necesario ya que ellas mismas tenían previsto pasar por el altar.

Cuando se casó Eugenia de York, cinco meses después que el príncipe Harry, todos cedieron, también el duque de Edimburgo. El marido de Isabel II se había prometido en los noventa no volver a coincidir nunca más con Sarah Ferguson, a raíz de las fotografías que se publicaron de ella en actitud íntima con su asesor financiero cuando todavía estaba casada con el príncipe y era Alteza Real de la monarquía británica. Tampoco ayudó a limar esas asperezas lo sucedido en el año 2010, el segundo gran escándalo que dinamitó la imagen de la duquesa: el sensacionalista News of the World publicó un vídeo en el que aceptaba dinero de un empresario a cambio de presentarle al príncipe Andrés, que era Representante Especial para el Comercio y las Inversiones de Reino Unido.

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Esos dos escándalos hicieron trizas su imagen pública y también la relación que tenía con muchos Windsor, sin embargo, Sarah Ferguson tiene otra faceta y es la que le ha traído de nuevo a la familia real: sabe lo que se siente siendo excluido y es una mujer con la que se puede contar. La duquesa de York ha sido el gran apoyo del príncipe Andrés en los últimos años y juntos siempre han creado un frente común, funcionando como una familia y no como una institución. Sea cual sea la naturaleza del escándalo o problema, ella siempre saca la cara por el padre de sus hijas, por sus hijas o por los maridos de sus hijas.