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La ausencia de representantes oficiales españoles en la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame de París generaba perplejidad en España, donde el Ejecutivo intentaba este lunes explicar por qué ni los reyes ni nadie del Gobierno acudieron."Es preocupante que los principales líderes del mundo estuvieran en la reapertura de Notre Dame y el único Gobierno importante que faltaba fuera el de España", deploró este lunes Elías Bendodo, uno de los responsables del conservador Partido Popular (PP), el principal de oposición."La ausencia de España (...) es una vergüenza para nuestro país. Una vez más, el Gobierno no está a la altura de la sociedad a la que debe servir", había criticado el sábado el jefe del PP, Alberto Núñez Feijóo.Los reyes Felipe VI y Letizia y el ministro de Cultura del Gobierno de izquierda, Ernest Urtasun, habían recibido invitaciones para acudir, según informaciones oficiales, pero finalmente no estuvieron presentes.Preguntado al respecto durante un encuentro con periodistas extranjeros, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró el lunes que las invitaciones iban dirigidas exclusivamente al jefe de Estado y su esposa y a Urtasun, quien no pudo asistir por razones personales.Las invitaciones eran intransferibles, según fuentes del Gobierno.Consultada por AFP, la Casa Real no comentó sobre la ausencia de los reyes, limitándose a señalar que la ceremonia no estuvo "en agenda".Urtasun, que según medios españoles estuvo el fin de semana en Madrid donde asistió a un espectáculo de circo, declinó referirse al tema durante una rueda de prensa este lunes.La catedral de Notre Dame, obra maestra gótica del siglo XII, reabrió sus puertas el sábado durante una ceremonia a la que asistieron numerosos jefes de Estado y de Gobierno, cinco años después de un devastador incendio que conmovió al mundo entero.Entre las personalidades presentes se encontraban el presidente electo estadounidense, Donald Trump, el rey Felipe de Bélgica, la reina Sonia de Noruega, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.vab/du/mb