Los secretos de “Mi pobre y dulce angelito”, la nueva película de Disney+, contados por sus protagonistas
A treinta años del film original, que tomó al mundo por sorpresa y convirtió a su protagonista en uno de los niños más famosos del mundo, Disney+ estrena hoy una nueva versión de Mi pobre angelito, que reimagina y transforma la conocida historia bajo otra luz y con un actor tan carismático como lo fue Macaulay Culkin, el británico Archie Yates. “No es ni una secuela ni una remake sino una película totalmente diferente que toma elementos, pero los transforma”, le dijo a LA NACION su protagonista
Mi pobre y dulce angelito transcurre en un tranquilo barrio de Winnetka, Illinois, a donde se mudaron recientemente los Mercer, una familia ensamblada liderada por Carol, una ácida mujer inglesa casada con un estadounidense, y su hijo Max, un inquieto y sarcástico niño de diez años que no teme incomodar con sus preguntas y comentarios. Ellos intentan acomodarse a una nueva vida en los Estados Unidos en una ciudad que no conocen en la casa en la que vive el esposo de Carol con sus hijos.
Para tratar de lograr la armonía familiar el clan completo decide irse a Tokio a celebrar la Navidad. El día anterior al viaje, madre e hijo visitan la casa de sus vecinos los McKenzies, quienes están atravesando problemas económicos y decidieron vender su casa. En ese encuentro Max descubre unas valiosas muñecas antiguas que podrían valer decenas de miles de dólares.
Ya de regreso a su hogar y en medio de los preparativos para su viaje a Japón, Max decide encerrarse en el garage de su casa, cansado de que sus nuevos hermanos no lo dejan usar la consola de videojuegos y monopolizan el televisor familiar. Al día siguiente los Mercer parten hacia el aeropuerto y, por una serie de malos entendidos, despegan hacia Tokio dejando al niño solo en la casa.
Hasta aquí la historia no se diferencia mucho de Mi pobre angelito. Sin embargo, Mi pobre y dulce angelito decide poner el foco no sólo en Max sino en los McKenzies, un padre y una madre que no quieren revelarle a nadie que están en aprietos financieros y que creen encontrar en esas viejas muñecas una manera de conseguir dinero. Pero cuando no las encuentran, asumen que Max las robó e intentan de varias formas entrar a la casa de los Mercer, que suponen vacía.
Las actuaciones de Rob Delaney y Ellie Kemper, como dos padres desesperados por las apariencias pero también bastante torpes, es de lo mejor de la producción que arranca varias carcajadas gracias a escenas de humor físico, tal como el film original, pero también tiene el tono de calidez justo sobre el final para que sea un digno entretenimiento navideño para ver en familia.
De este modo, la flamante película propone una perspectiva diferente. “Hace años que queríamos hacer una nueva versión de Mi pobre angelito pero no encontrábamos cómo hacerlo hasta que apareció esta idea de poner de cabeza la premisa original y no contar la historia del niño sino la de los ladrones... ¿qué es lo que haría que dos padres desesperados se vuelvan criminales y traten de robarle a un niño? Mucho más si el niño es bastante insoportable”, explicó el productor Dan Wilson.
Este niño insoportable, pero a la vez muy querible y totalmente encantador, es el inglés Archie Yates. La producción de la película hizo un casting multitudinario en los Estados Unidos buscando al protagonista hasta que el realizador Dan Mazer, responsable de Mi abuelo es un peligro y la secuela de Borat, vio Jojo Rabbit y quedó fascinado: “Miramos cientos de audiciones pero queríamos a alguien que hiciera suyo el personaje de Max y que fuera distinto al Kevin que todos conocimos. Cuando fui al cine a ver Jojo Rabbit me enamoré de Archie y me di cuenta que era lo que necesitábamos: sincero, auténtico y muy gracioso”.
“No es ni una secuela ni una remake sino una película totalmente diferente que toma elementos de Mi pobre angelito, lo que me permitió no preocuparme por copiar a nadie ni inspirarme. De hecho, Kevin y Max no tienen casi nada en común”, le dijo Yates a LA NACION en un diálogo exclusivo.
El joven actor aseguró sentirse muy cómodo en el rol, ya que encontró varias similitudes: “En una escena él está bajo las sábanas, entre almohadas jugando con su consola... eso es muy parecido a lo que yo haría. La diferencia quizá es que yo me llevo bien con mi familia y disfrutamos mucho estar juntos en Navidad, no sé si alguna vez fantaseé con esconderme como hace Max para que nadie lo pueda ver”.
“Me encantan las películas navideñas y en especial me gusta Mi pobre angelito, la veo cada año. Así que fue genial poder participar de esta producción con grandes compañeros y mucho humor. No sé si a partir de ahora empezaré a ver Mi pobre y dulce angelito... es raro verse a uno mismo, ¿no?”, confesó.
En su familia de ficción se destaca su madre Carol, que es interpretada por la comediante irlandesa Aisling Bea quien disfrutó mucho rodar con su Yates: “Él es genial, trae algo a la película que nadie más tiene y de inmediato te atrapa. La energía que ves que tiene en esta entrevista es la que ves en pantalla. Y mi personaje es muy diferente a mí: es una mujer sofisticada y de clase alta de Londres, que comparte con su hijo un sentido del humor muy ácido y cínico pero cuando descubre que está en Japón y se olvidó a su hijo en los Estados Unidos pierde la cabeza”.
“¡Me encanta que podamos ser británicos sin culpa! La película no sería igual si nos obligaran a tener acento estadounidense. Creo que lo más lindo de esta película es que nadie es completamente malo o completamente bueno: en los films originales era claro a quién tenías que odiar y a quién amar. Acá, en cambio, eso va cambiando y uno va viendo cómo los McKenzies, Max e incluso mi personaje vamos teniendo diferentes facetas, eso es fascinante”, completó la actriz.