Las señales para no confundir una lesión cerebral como la de Emilia Clarke con una contractura cervical
Es común confundir los signos de un aneurisma cerebral con migrañas y contracturas cervicales debido al intenso dolor que este tipo de lesión puede llegar a producir.
De hecho, los principales síntomas del aneurisma cerebral son un dolor de cabeza súbito y muy intenso, que a menudo se puede confundir con una migraña, así como rigidez en la zona cervical del cuello. Por este motivo, muchos pacientes reciben como primer diagnóstico una migraña o una contractura cervical.
Así lo cuenta la actriz Emilia Clarke, Daenerys Targaryen en 'Juego de tronos', quien sufrió dos aneurismas cerebrales mientras rodaba la histórica serie de HBO. Era "el dolor más insoportable", ha contado en una entrevista para el programa Sunday Morning de la BBC, en la que revela que las crisis de salud que ha sufrido la llevaron a perder algunas partes de su cerebro. Lo cuenta con naturalidad y con una sonrisa triunfante por haber sobrevivido.
La primera vez que habló de ello fue en 2019 en una artículo escrito por ella y publicado en la revista New Yorker, donde contó que durante un entrenamiento para combatir el estrés generado por el rodaje de primera temporada comenzó a sentir como si una banda elástica le estuviera estrujando el cerebro: "Llegué al lavabo, me caí de rodillas y vomité de manera violenta mientras el dolor punzante y constrictivo se intensificaba. Sabía lo que estaba pasando: mi cerebro estaba dañado".
Un dolor de cabeza repentino e intenso es el síntoma clave del aneurisma cerebral, una enfermedad cerebrovascular en la que se produce una dilatación de una parte de un vaso sanguíneo del cerebro. Esto hace que pueda llegar a formarse un globo y llenarse de sangre.
Puede ser que al principio, sobre todo si es pequeño, el aneurisma no se manifiesta con ningún síntoma. Sin embargo, con el paso del tiempo, el aneurisma puede llegar a romperse; de alguna manera es como si ese globo que se ha formado, explotara.
La probabilidad de que ocurra es aproximadamente de 10 rupturas por cada 100.000 personas al año, apunta Elena López-Cancio, del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN. “La rotura es más frecuente en algunas poblaciones y también depende del tipo de aneurisma y de su tamaño”, cuenta en declaraciones en Cuidateplus,
En este caso, se produce una hemorragia cerebral -es decir, un accidente cerebrovascular vascular hemorrágico-, que puede derivar en complicaciones neurológicas graves o, en los peores casos, la muerte. Este tipo de derrame cerebral se conoce como ‘hemorragia subaracnoidea’ (SAH, por sus siglas en inglés), que es un tipo diferente de ictus.
"Cuando se rompe un aneurisma, lo típico es que se produzca una hemorragia subaracnoidea -el nombre indica que la rotura se localiza bajo la membrana aracnoides-, un tipo de ictus que supone alrededor del 5 por ciento de todos los casos", explica en El País el doctor Óscar Ayo, neurólogo del Servicio de Neurología del Hospital General Universitario de Albacete y vocal del grupo de estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
También puede ocurrir que la protuberancia que se forma en la arteria antes de la rotura presione un nervio o el tejido del cerebro que lo rodea.
Es entonces cuando se manifiesta el dolor que produce un aneurisma cerebral, que es tan intenso que sientes que se expande y puede presionar nervios e ir desde la cabeza a la nuca y las vértebras cervicales, hasta los hombros y la columna dorsal provocando visión doble, vértigos e incluso pérdida o deterioro de la conciencia.
El dolor arriba o detrás del ojo y la pupila dilatada también están entre las señales que indican que una persona ha desarrollado un aneurisma cerebral. Así como el párpado caído, los problemas con el movimiento de los ojos, el entumecimiento en un lado de la cara o la dificultad para hablar.
Se estima que aproximadamente un 2 por ciento de la población general desarrollará un aneurisma cerebral durante su vida, según el Grupo Español de Neurorradiología Intervencionista (GeNI). Este problema es más frecuente en las mujeres que en los hombres y, en uno de cada cinco casos, se forma más de un aneurisma, según publica CinfaSalud.
La mayoría de los aneurismas se desarrollan después de los 40 años, pero son más prevalentes en las personas entre los 35 y los 60 años. También pueden ocurrir en los niños y en los adultos jóvenes. Clarke tenía 24 años cuando le sucedió la primera vez.
“La mayoría de los pacientes tienen suerte de que sus aneurismas hayan sido detectados incidentalmente a través de un escáner después de quejarse de migrañas, problemas de sinusitis, pérdida de memoria, mareos u otros síntomas”, explica el doctor Guilherme Dabus, neurorradiólogo en el Miami Cardiac & Vascular Institute y director de investigación en neurorradiología intervencionista en el Baptist Health Neuroscience Center.
“Cuando los aneurismas sangran, la queja más común es tener el peor dolor de cabeza de su vida”, añade el Dr. Dabus. “Todo puede estar completamente normal en un momento dado y de repente los pacientes sufren un dolor de cabeza agudo. Además, pueden sentir nauseas, sensibilidad a la luz o pueden hasta desmayarse”.
Así fue como se lo detectaron a Clarke, tras llegar al hospital y someterse a un escáner cerebral la tuvieron que operar de urgencia. "Uno de los aspectos vitales para el tratamiento con éxito del aneurisma cerebral es su rápido diagnóstico y tratamiento", explica el doctor Jaume Roquer, jefe del Servicio de Neurología y del Grupo de investigación Neurovascular del IMIM. Durante su recuperación le detectaron un segundo aneurisma de menor tamaño que el primero. Y es que tener un aneurisma significa que hay un 20 por ciento de probabilidad de tener uno o más aneurismas.
Sin embargo, en esta ocasión, los especialistas decidieron que no era necesario intervenir. Dos años más tarde, y después de comprobar que este segundo aneurisma había duplicado el tamaño, la actriz tuvo que someterse a una nueva operación para eliminarlo por completo. Dado que hubo problemas en esta primera intervención como consecuencia de una "terrible hemorragia", Clarke tuvo que ser nuevamente operada para poder así seguir con vida.
“El bulto del otro lado de mi cerebro había crecido mucho, su tamaño se había duplicado y el médico dijo que había que "cuidarlo". Me prometieron una operación relativamente simple, más fácil que la última vez”.
Su caso es excepcional. Ella misma reconoce que pertenece a la "muy, muy, muy pequeña minoría de personas que han sobrevivido a eso". Tras la intervención (mínimamente invasiva al ser por vía endovascular) cometió algunos fallos al hablar y pasó por episodios de afasia.
También tuvo que lidiar con la fatiga y el dolor. Aunque confiesa que lo que más le preocupaba eran las pérdidas cognitivas o sensoriales. Sin embargo, no tiene secuelas, excepto que "hay partes de mi cerebro que ya no puedo utilizar", bromea. Se considera afortunada. Sabe que muchos no lo pueden contar, como Luke Perry, el inolvidable Dylan McKay de 'Sensación de vivir'.
Por eso ha compartido su historia, con la esperanza de concienciar a la gente y de que no dejen pasar síntomas comunes como el dolor de cabeza crónico o la rigidez en la zona cervical del cuello. Y es "los médicos no son los únicos que tienen que actuar con rapidez, los enfermos también deben hacerlo, y para eso necesitan conocer bien los síntomas", concluye el Dr. Ayo.
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