¿Ser conformista es positivo o negativo? Un experto nos da las claves
Sabemos que no siempre es bueno verlo todo blanco o negro, pero a priori, ¿ser conformista es positivo o negativo? Esa es la pregunta que nos hemos planteado sobre esta actitud que la RAE define como la ‘práctica de quien fácilmente se adapta a cualquier circunstancia de carácter público o privado’.
“El conformismo, como muchos rasgos y actitudes humanas, no puede categorizarse estrictamente como positivo o negativo en términos absolutos. Pasa lo mismo con la mayoría de aspectos que trabajamos en referencia a las personas. Depende en gran medida del contexto y de la manera en que se manifiesta. Pero a modo ilustrativo vamos a resaltar algunos puntos positivos y otros ‘negativos’ de este tipo de actitud”, nos cuenta Marc Rodríguez, Psicólogo Especialista en Inteligencia Emocional.
Positivo
Adaptabilidad. En ciertos contextos, el conformismo puede ser una respuesta adaptativa. Por ejemplo, en situaciones en las que hay recursos limitados, ser conformista puede ayudar a evitar conflictos y mantener la armonía dentro de un grupo.
Estabilidad emocional. Las personas conformistas a menudo experimentan menos estrés y ansiedad relacionados con la necesidad de cambio o mejora continua.
Negativo
Falta de crecimiento. El conformismo excesivo puede llevar a una persona a estancarse en su desarrollo personal y profesional, ya que podría no sentir la necesidad de aprender cosas nuevas o enfrentar desafíos.
Pérdida de oportunidades. Las personas conformistas podrían perder oportunidades valiosas simplemente porque no buscan algo diferente o mejor que su situación actual.
Falta de autenticidad. El conformismo puede hacer que las personas supriman sus verdaderos deseos y opiniones para encajar o evitar conflictos, lo que además puede acarrear otros problemas de autoestima o salud mental.
“Ser conformista tiene sus ventajas y desventajas, como todo en la vida. Lo realmente importante es reconocer cuándo el conformismo nos está ayudando o nos está limitando. La clave quizás está en encontrar un equilibrio perfecto entre ambos, aceptando ciertas realidades y al mismo tiempo esforzarse por mejorar, crecer y avanzar en la vida”, nos comenta.
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¿Cómo se definiría una persona conformista?
En opinión del experto, una persona conformista puede definirse como alguien que generalmente acepta y se adapta a las normas, creencias y conductas predominantes en su entorno sin cuestionarlas críticamente o sin esforzarse por cambiar su situación, incluso cuando existen razones válidas para hacerlo.
“Son personas que tienden a valorar mucho la seguridad, la comodidad y evitar conflictos por encima de todo, en lugar de enfrentar la incertidumbre o poner límites”, nos detalla, y añade que s Si tuviéramos que hacer un desglose de características serían las siguientes:
Resistencia al cambio. Las personas conformistas suelen tener una predisposición a mantener el statu quo. Aunque puedan reconocer que existen opciones más ventajosas o justas, optan por mejor malo conocido que bueno por conocer.
Conducta evitativa de riesgo. Tienen una tendencia a evitar situaciones que consideran peligrosas o inciertas, prefiriendo seguir caminos seguros y probados.
Falta de iniciativa para el crecimiento personal. A menudo muestran poco interés en su autodesarrollo. Esto no significa que no tengan habilidades o ambiciones, sino que suelen estar satisfechos con dónde y quiénes son, sin sentir mucha necesidad de auto-mejora.
Dependencia de la opinión ajena. La autopercepción de una persona conformista puede depender en gran medida de las normas sociales y las opiniones de los demás.
“Esto no significa que el conformismo sea algo malo de por sí, como decíamos anteriormente en ciertos momentos o contextos puede ser incluso una ventaja. Eso sí, como todo, en exceso, puede limitar el potencial de cada persona y reprimir la diversidad de pensamiento y creatividad”, nos cuenta.
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¿Por qué somos conformistas?
El conformismo es un fenómeno complejo influenciado por varios factores psicológicos, sociales y culturales. Puede ser complicado atribuir a una sola causa este tipo de actitudes. En opinión del psicólogo, las principales que lo generan suelen ser las siguientes:
Presión social y necesidad de pertenencia. Como seres humanos, tenemos un deseo intrínseco de ser parte de un grupo y ser aceptados por los demás. Esta necesidad nos lleva a conformarnos con las normas y expectativas sociales predominantes para evitar el rechazo. El miedo a ser marginado o desaprobado puede ser un motivador poderoso para el comportamiento conformista.
Condicionamiento cultural. Desde una edad temprana, somos educados y condicionados por nuestra cultura, familia y sistemas educativos para seguir ciertas normas y valores. Este condicionamiento temprano moldea nuestras percepciones, influenciando nuestra tendencia a aceptar el statu quo sin cuestionarlo críticamente.
Miedo al cambio. Mantenerse en la "zona de confort" proporciona un sentido de seguridad y previsibilidad, cosa que muchas personas valoran por encima de las “nuevas oportunidades”.
Falta de autoconfianza o autoeficacia. Algunas personas no confían en su capacidad para enfrentar desafíos o tomar decisiones independientes. Por lo tanto, optan por seguir la opinión de la mayoría o las directrices establecidas.
Economía de energía mental. Cuestionar el statu quo, innovar o adoptar comportamientos no conformistas requiere una cantidad significativa de energía mental, coraje y resistencia. Muchos optan por el camino que consideran menos resistente desde una perspectiva emocional y cognitiva, adoptando el conformismo como la ruta más fácil (incluso en cierta manera la ley del mínimo esfuerzo).
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Limitaciones del conformismo
¿Qué limitaciones puede acarrearnos el hecho de ser conformistas? ¿Cuáles pueden ser sus posibles riesgos? “El conformismo, si bien puede ser una respuesta adaptativa en ciertas situaciones, también puede tener varias limitaciones y riesgos si se convierte en el modo predominante de comportamiento de un individuo, como hemos comentado”, apunta.
Las consecuencias más frecuentes y que más nos encontramos en consulta suelen ser estas cuatro.
Estancamiento vital. Uno de los riesgos más prominentes del conformismo es la resistencia al cambio y la falta de motivación para el crecimiento personal. Esto puede resultar en un estancamiento, donde la persona pierde oportunidades para aprender, mejorar y alcanzar nuevos niveles de realización, en términos de vida personal y profesional.
Supresión de la autenticidad. El conformismo a menudo requiere suprimir los verdaderos pensamientos, sentimientos y deseos para encajar con las expectativas sociales. A largo plazo, esto puede llevar a la pérdida de la identidad individual, la baja autoestima y la insatisfacción con la vida.
Dependencia excesiva y falta de resiliencia. Al depender constantemente de las opiniones y aprobaciones de los demás, una persona conformista puede desarrollar una dependencia que deteriora su autonomía y capacidad para afrontar adversidades.
Toma de decisiones afectada. El conformismo puede llevar a individuos a tomar decisiones pobres porque se basan en lo que es popular o aceptado en lugar de lo que es lógico, ético o en su mejor interés.
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¿Nos volvemos más conformistas con el paso del tiempo?
“Es posible que las personas se vuelvan más conformistas con el paso del tiempo, ya que varios factores como la búsqueda de comodidad y seguridad, la resistencia al cambio y la preferencia por la estabilidad tienden a intensificarse a medida que envejecemos. Durante la juventud, es más común buscar experiencias nuevas, desafiar el statu quo y experimentar con diferentes identidades. Sin embargo, con la edad, las personas a menudo establecen rutinas y hacen compromisos que pueden promover una actitud más conformista”, apunta el psicólogo.
Y añade que esto puede ser el resultado de tener más responsabilidades, como el trabajo estable y la familia, que pueden llevar a valorar más la previsibilidad y el orden. Además, el cambio a menudo implica riesgo, y conforme las personas experimentan más de la vida, pueden desarrollar una aversión al riesgo que les impida explorar nuevos horizontes o cuestionar sus circunstancias actuales.
“También, la fatiga decisional, un fenómeno en el que la calidad de las decisiones de una persona disminuye después de un largo período de toma de decisiones, puede jugar un papel en esto, llevando a las personas a aceptar el camino de menor resistencia en lugar de considerar activamente todas las opciones”, argumenta.
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¿Puede el conformismo quitarnos oportunidades?
Para el experto, sin ninguna duda, la respuesta es sí. “El conformismo puede quitarnos oportunidades, especialmente cuando limita nuestra capacidad para visualizar posibilidades fuera de nuestra situación actual o nos impide tomar riesgos. Al conformarnos, podemos perder oportunidades de aprendizaje, crecimiento personal y profesional, y experiencias enriquecedoras que solo se descubren al salir de nuestra zona de confort”, nos explica.
En el ámbito profesional, por ejemplo, un enfoque conformista podría hacer que alguien evite asumir nuevos retos o buscar promociones, limitando así su desarrollo de carrera.
"En las relaciones personales, el conformismo puede impedir que exploremos nuevas amistades o intereses amorosos por miedo a lo desconocido, restringiendo nuestras experiencias sociales. Aunque el conformismo puede ofrecer una sensación de seguridad en el corto plazo, a largo plazo puede resultar en una vida menos realizada y posiblemente llena de arrepentimientos por oportunidades no aprovechadas”, explica.
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¿Qué motivos nos pueden animar a dejar de ser tan conformistas?
Marc Rodríguez nos cuenta que esta es una pregunta muy profunda que cada persona debería hacerse a sí misma, pero "siempre que nos encontramos con este tipo de situaciones en consulta, debemos basarnos en la psicología humana, todos aunque seamos muy diferentes, de forma interna buscamos las mismas emociones, sentimientos y caminos".
Algunos de los que suelen ser muy motivadores son:
Búsqueda de satisfacción personal. El deseo de sentirse más realizado y satisfecho en diferentes áreas de la vida puede motivar a las personas a romper con la conformidad. Esto puede involucrar la búsqueda de pasiones, hobbies, o una carrera que realmente resuene con los intereses personales y valores fundamentales del individuo.
Experiencias de vida transformadoras. Eventos significativos, como una crisis de salud, la pérdida de un ser querido, o incluso experiencias inspiradoras como viajar, pueden provocar una profunda reflexión y desencadenar el deseo de cambio. Estos momentos pueden llevar a las personas a reevaluar sus prioridades y decidir tomar rumbos menos conformistas en la vida.
Influencia y apoyo de otras personas. Tener una red de apoyo que incluya personas que desafían las normas establecidas puede inspirar y motivar a personas conformistas a hacer lo mismo. Esto puede ser particularmente potente si esas personas pueden servir como modelos a seguir, todos tenemos ciertos “referentes” en la vida.
Educación y autoconocimiento. Adquirir nuevos conocimientos y perspectivas puede expandir la visión del mundo de una persona y fomentar el pensamiento crítico, disminuyendo el conformismo. La educación, formal o informal, abre mentes y puede motivar a las personas a buscar más de la vida.
Deseo de impactar positivamente. Querer hacer una diferencia en el mundo puede empujar a las personas más allá de su conformidad. Este esfuerzo puede tomar muchas formas, desde el activismo social y político hasta las contribuciones en campos específicos como la educación, la ciencia o el arte.
“Dejar de ser conformista implica, a menudo, enfrentar miedos y desafíos, pero también puede ser extraordinariamente gratificante, ya que conduce a una vida más auténtica, plena y alineada con los valores y deseos personales más profundos”, concluye.