La serie que tuvo un final que Steven Spielberg no deseó y por qué McGyver colaboró a su cancelación
A mediados de los 80, Steven Spielberg era considerado el nuevo rey de Hollywood. Luego de grandes éxitos de taquilla como Tiburón o E.T., el director parecía tener carta blanca para realizar cualquier proyecto que le interesara. Así puso en marcha un experimento televisivo, que si bien no duró demasiado, dejó huella en su carrera y especialmente, en el público que fue testigo de esta producción, llamada Cuentos asombrosos.
Un taller en la pantalla chica
Como se vio en Los Fabelman, la película en la que Spielberg reflejó el momento en el que nació su amor por el cine, el universo de los cortometrajes fue una escuela inmejorable para él. El reto que significaba contar una historia en pocos minutos era muy excitante y le exigía poner en práctica todo tipo de herramientas narrativas. Aunque en 1984 Spielberg era un autor abocado a los largometrajes, el interés por los cortos fue la mecha que derivó en este proyecto de televisión. “La génesis de todo fue cuando hice el corto Amblin, en 1968, un relato que duraba 23 minutos”, comentó el realizador en una nota y agregó: “El de los cortos es un mundo fantástico porque tenés que presentar una historia y mostrar el punto de quiebre de tu personaje en los primeros nueve minutos, así que con suerte el resto de la historia está entregada al desarrollo de la trama y a la diversión”.
Con esta idea en mente, el realizador recordó una vieja revista de los años cuarenta titulada Cuentos asombrosos y con ese nombre como estandarte ideó una serie televisiva antológica, con historias autoconclusivas de 23 minutos, que contaban con algún elemento fantástico como eslabón temático.
La cadena NBC dio luz verde al proyecto con la fe de tener entre manos una exitosa antología del calibre de La dimensión desconocida, una serie que pisaba fuerte en la pantalla chica de esos años. Muy seguros de que todo lo que tocaba Spielberg era oro, le destinaron a cada episodio un presupuesto de un millón de dólares, una suma extraordinaria para un producto que no contaba con grandes estrellas . Spielberg confiaba en su idea y en las credenciales que daba su propio nombre, pero no había mucho más que eso. Cuentos asombrosos llegó a las pantallas de los Estados Unidos el 29 de septiembre de 1985.
Con la firma de su creador
Con Cuentos asombrosos, Spielberg se encontró ante un mundo de posibilidades. Como máximo responsable de esta producción, él se mostró ávido de leer guiones que se animaran a patear el tablero, tramas que le dieran una vuelta de tuerca a los relatos cliché, que parecían inundar la televisión de ese entonces. Desde piezas de comedia negra a fantasías de ciencia ficción, cualquier tipo de propuesta podía tener su lugar dentro de esta serie, y así lo demostró uno de sus primeros episodios, titulado “Papá momia”. Inspirado en una anécdota de Boris Karloff (quien personificó al monstruo de Frankenstein del cine clásico), dicho corto narraba las peripecias de un actor que interpretaba a una momia, pero que ante la noticia del inminente nacimiento de su bebé decidía irse al hospital sin quitarse el terrorífico vestuario. Como era de esperar, un grupo de personas ve a la momia dando vueltas y decide darle caza, sin saber que detrás de esas vendas se esconde un inocente actor.
Semana a semana, Cuentos asombrosos presentaba una serie de historias muy originales como por ejemplo “Cine secreto”, “El tren fantasma” o especialmente “La misión”, en la que un soldado quedaba atrapado en la parte inferior de un bombardero (este episodio es muy recordado por el protagónico de Kevin Costner y Kiefer Sutherland, dos nombres no tan conocidos por aquel entonces).
Claro que no todas las ideas llegaban a buen puerto y si bien algunas fueron rechazadas, otras encontraban otros formatos. Este fue el caso de The Dig, una ambiciosa épica espacial que debido al millonario presupuesto que exigía terminó convertida en un videojuego o Milagro en la calle 8, un relato al que Spielberg le vio el potencial suficiente como para llevarlo al cine. Un destino similar tuvo Family Dog, un corto escrito por Brad Bird (futuro director de Ratatouille y Los increíbles), cuya recepción fue tan buena que dio pie a un spin-off propio.
A medida que la serie avanzaba, el director no podía estar más que satisfecho. El resultado no podía ser mejor: calidad en los relatos y realizadores tanto novatos como consagrados mostraban su interés por dirigir algún capítulo . Desde Clint Eastwood, Martin Scorsese, Robert Zemeckis, Joe Dante, Paul Bartel hasta actores devenidos directores como Danny DeVito o Burt Reynolds, todos querían sumarse. Si bien nadie parecía resistirse el tentador llamado de Spielberg, el único que se animó a decirle que no fue James Cameron, que si bien también empezaba su carrera, por esos años prefería abocarse al guion y la dirección de Aliens 2.
Cuentos asombrosos buscaba sorprender al público con historias novedosas que escaparan de los lugares comunes y en mayor o menor medida, ese objetivo siempre se lograba. Pero aunque todo parecía ir sobre ruedas, el rating se presentaba esquivo.
Un cierre prematuro
A lo largo de su primera temporada, Cuentos asombrosos recibió 12 nominaciones a los premios Emmy y obtuvo cinco de esos galardones. Pero mientras esos y otros premios se acumulaban, la serie se ubicaba en el puesto número cuarenta de los títulos televisivos más vistos, una posición muy baja para una producción tan costosa.
Los analistas descubrieron rápidamente que el bajo rating tenía nombre y apellido. Protagonizada por Richard Dean Anderson, McGyver competía con Cuentos asombrosos en día y horario. Esta exitosa ficción era furor entre los televidentes y contra ese rival, Spielberg no podía hacer demasiado. Cuando la segunda temporada comenzó en septiembre de 1986, el rating descendió aún más y en abril del año siguiente el título llegó a su final: figuraba en el puesto número 52 de las series más vistas de la pantalla chica.
Con apenas 45 episodios al aire, Cuento asombrosos marcó un hito en la televisión, pero para Spielberg la cancelación fue un duro golpe. Según contó en una nota, en el aire quedaron los planes de trabajar junto a nombres del calibre de los Monty Pythons, Volker Schlöndorff, Bernardo Bertolucci y especialmente, el gran Sergio Leone.
Visto en retrospectiva, se puede concluir que la NBC canceló de manera prematura la serie en vez de intentar reducir sus costos de producción y darle un tiempo más al aire. Porque mientras en los Estados Unidos esta ficción llegaba a su fin, en el resto del mundo comenzaba una fiebre por la misma. Como sucedió en la Argentina, en muchos países esta serie se distribuyó en formato VHS, una estrategia que hizo del título un fenómeno en la era de los videoclubes.
El mito de Cuentos asombrosos perduró a lo largo de los años y en 2020 se llevó a cabo una remake que fue cancelada luego de solo cinco episodios. Al día de hoy, muchos espectadores recuerdan este proyecto de Spielberg como una piedra bazal en la formación cinéfila (y televisiva) de toda una generación. Y aunque se podría asegurar que este fue un proyecto fallido, alcanza con ver cualquiera de sus capítulos para comprender que el problema no estuvo en la calidad de la propuesta sino en no haberle dado a Cuentos asombrosos el tiempo suficiente para encontrar a su público, algo que eventualmente sí sucedió, pero cuando la serie ya había sido cancelada.