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La serie que enganchó a Mario Vargas Llosa y le asesta un golpe definitivo a 'Narcos'

En 2012 se estrenaba en Colombia una de las series de mayor presupuesto en la historia de la televisión nacional, Escobar, el patrón del mal, que revivía a quien, probablemente, haya sido el personaje más sanguinario desde que el país es república soberana y no propiedad, Pablo Escobar. Revivir, metafóricamente hablando, y demos gracias. Ahí sigue pudriéndose en su tumba, en Itagüi, al sur de Medellín, donde cada año recibe la visita de miles de turistas. Una procesión en masa que es una bofetada a los otros muertos que no están ahí enterrados. Esos que dejó el capo en su cruzada macabra por fraguar su imperio de la droga.

La serie cosechó un éxito de audiencia y recaudación sin precedentes: el primer capítulo se convirtió en el mejor estreno de una producción colombiana en el país. Hasta el mismísimo Mario Vargas Llosa sucumbió al fenómeno y fue tal su enganche que le dedicó una columna en el diario español El País un año después de su irrupción en televisión. “Esta muy bien hecha, escrita y dirigida”, escribió el Premio Nobel de Literatura tras visionar los 74 capítulos que conforman la producción y que actualmente pueden verse en Netflix.

El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, también sucumbió al fenómeno de 'El Patrón del mal', como expone en la columna que dedicó a la serie. (AP Photo/Paul White, File)
El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, también sucumbió al fenómeno de 'El Patrón del mal', como expone en la columna que dedicó a la serie. (AP Photo/Paul White, File)

Vargas Llosa define la serie como una no ficción, “con algunas libertades”, por su acertada recreación de la vida personal y trayectoria criminal de Escobar, desde sus inicios como ladrón de tumbas hasta convertirse en uno de los hombres más ricos y poderosos de Colombia. Mató a candidatos presidenciales (Luis Carlos Galán), a un ministro de Justicia (Rodrigo Lara Bonilla), jueces, militares, policías, periodistas (entre ellos, el director del diario El Espectador, Guillermo Cano), civiles, muchos civiles inocentes. Aunque las cifras bailan, se calcula que bajo sus órdenes fueron asesinadas entre 3.000 y 4.000 personas. Mandó poner coches bomba, derribar aviones (el vuelo 203 de Avianca; 110 víctimas mortales), cometer secuestros, deshacerse de amantes, muchas vírgenes menores de edad que los sicarios de Escobar reclutaban de las comunas. Ordenó que a una de ellas se le practicara un aborto clandestino tras quedarse embarazada de él... Compró políticos, funcionarios, jóvenes de las barriadas con los que fraguó un ejército de gatilleros corrompidos por el dinero fácil. Financió la toma del Palacio de Justicia en Bogotá por parte de la guerrilla del M19, uno de los capítulos más dolorosos del conflicto colombiano. Todo aquel que tuviera un precio, acabó en la nómina del Cartel de Medellín.

El patrón del mal repasa estos y otros pasajes del historial delictivo y personal del narcotraficante, inverosímiles si no fuera porque lo que ahí se relata sucedió. “Un testimonio muy genuino, fascinante e instructivo sobre la modernización económica y social –un verdadero terremoto– que trajo a la aletargada sociedad colombiana la conversión, por obra del genio empresarial de Pablo Escobar, de lo que debía ser en los años setenta una industria artesanal, en la capital mundial de la producción y comercio clandestinos de la cocaína”, remata el fan Vargas Llosa.

La serie está producida por Caracol Televisión y protagonizada por el actor Andrés Parra, quien dio vida de forma magistral al ‘El patrón’, como le conocían aquellos que le entronizaron y lloraron su muerte aquel 2 de diciembre de 1993, cuando cayó acribillado en un tejado de Medellín. Tenía 44 años. Un desafío enorme el de contar la vida de Pablo Escobar en un país que todavía hoy guarda sentimientos encontrados en torno a su figura. Están aquellos que prefieren olvidar y deshacerse del estigma que vincula Colombia con el promotor del negocio internacional de la cocaína. Los que idealizan a Escobar, caracterizado como una suerte de Robin Hood criollo “que hizo mucho por los pobres”, como todavía se puede escuchar en las comunas que cercan Medellín. Están aquellos cuya aproximación a los hechos parte del reconocimiento como garantía para la no repetición.

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Ese fue el compromiso que asumieron los creadores de El patrón del mal, con Juana Uribe a la cabeza. Fue la primera vez que una serie de esta envergadura se atrevió a dar testimonio lo más fehaciente posible, con nombres y apellidos, del régimen de terror que instauró Escobar en Colombia durante cerca de dos décadas (“plata o plomo”). “Siempre se había hablado de hacer algo sobre Escobar, pero nunca se había concretado nada. Después de tanto tiempo, no solo creo que los colombianos estaban preparados para esta serie, sino que se la merecían”, contó Uribe a Revista Semana en 2012.

La crudeza y precisión del relato que plantea El patrón del mal contrasta de lleno con aquel otro que propuso Netflix en 2015 al más estilo hollywoodiense, plagado de inexactitudes y de reveses. Narcos es una ficción, no hay discusión, por más que sus creadores incluyeran piezas sacadas de la hemeroteca ente toma y toma. La serie se inspiró en el testimonio de Javier F. Peña y Steve Murphy, dos ex agentes de la DEA (la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos), para contar el ascenso a los cielos y debacle de Pablo Escobar. En 2020, Peña y Murphy reconocieron a elDiario.es que solo el 30% de lo que se describe ahí es verdad, “lo demás es licencia artística”.

Narcos no solo se dedicó a difundir una versión facilista y adulterada de uno de los periodos más trágicos de Colombia. Su trivialización de los hechos suscitó un verdadero boom mundial en torno a la figura idealizada de Escobar. Medellín y sus alrededores se han convertido desde entonces en un popular destino turístico por las razones equivocadas: recorrer los lugares que alguna vez pisó el narcotraficante. Actualmente se pueden jugar partidas de paintball en La Manuela, una de sus haciendas, donde “puedes cazar o defender a Escobar y ser el más destacado de tu equipo”, apunta una de las agencias de turismo que oferta la actividad. También es posible visitar uno de los centros neurálgicos del narco, la hacienda Nápoles, reconvertida en parque temático para toda la familia y donde todavía se conservan algunos de los animales del zoológico privado de Escobar, que llegó a albergar unas 200 especies.

Entrada a la Hacienda Nápoles, reconvertido en parque temático (Photo by RAUL ARBOLEDA/AFP via Getty Images)
Entrada a la Hacienda Nápoles, reconvertido en parque temático (Photo by RAUL ARBOLEDA/AFP via Getty Images)

La lista de “lugares icónicos” suma y sigue y no son pocos los que han visto en los narco tours un negocio redondo. Según una investigación realizada por Bloomberg BusinessWeek, es posible, incluso, coordinar encuentros con familiares y ex miembros de la banda criminal de Escobar por cientos de dólares…

Más allá de la anécdota, si es que lo es, series como la de Narcos reabren el debate sobre la responsabilidad que recae en las producciones audiovisuales y cinematográficas a la hora de reconstruir sucesos o personajes históricos. Especialmente cuando aquello que se escenifica forma parte de la memoria colectiva de una nación que todavía hoy tiene dificultades para hacer las paces con su propia historia.

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