No hay simpatía que valga entre los "mundialistas" del 'scrabble'

Buenos Aires, 28 oct (EFE).- La simpatía de Benjamín Olaizola desaparece cuando juega al 'scrabble'. El semblante serio, la mirada fija, la mano que tapa su boca para no revelar sus emociones. La partida que empieza con armonía y termina transformándose en una lucha de voluntades, donde el primero en perder los estribos cae derrotado sin piedad.

"Es fundamental controlar el tema de las emociones y no tomar decisiones precipitadas", comenta Olaizola a EFE en el hotel de Buenos Aires que acoge el XXIV Campeonato Mundial de Scrabble en español, torneo que él ha ganado en dos ocasiones (2001 y 2007).

Durante estos días, cerca de 150 jugadores procedentes de 17 países de habla hispana compiten por definir quién es el mayor experto del mundo en este popular juego de mesa de construcción de palabras, mezcla de estrategia, conocimiento y un intangible imprescindible para ganar: el azar.

FANÁTICOS REINCIDENTES

Dentro del salón de competición, el silencio solo es interrumpido por el tintineo de las fichas en sus bolsas, pero fuera reinan las risas y las complicidades entre sospechosos habituales de estos certámenes: la mayoría de los participantes de este Mundial de Scrabble ya había competido en ediciones pasadas.

"Este lo hemos llamado el Mundial del reencuentro. Hacía casi tres años que no jugábamos, la última vez fue en el Mundial de Panamá de 2019 y luego la pandemia nos alejó", manifiesta a EFE el presidente de la Asociación Argentina de Scrabble, Adrián Balajovsky.

La fiesta de las palabras inverosímiles incluye este año varias competiciones abiertas al público: la Copa de las Naciones, la Copa Amistad, la Copa FILE, el Campeonato Mundial de Duplicada y, por supuesto, el Campeonato Mundial clásico, que incluye un premio de 3.000 dólares para el ganador.

Uno de los aspirantes al título es el andaluz Antonio Álvarez, ganador del Mundial disputado en 2005 en la localidad valenciana de Alfaz del Pi: "Es muy complicado, porque te tiene que acompañar un poco la suerte a la hora de agarrar las letras, pero sí, me veo en forma", vaticina a EFE.

"Aquí hay mucho nivel y cualquier jugador argentino te puede pintar la cara", reconoce Álvarez, que aprovechó la "excusa" del 'scrabble' para recorrer, con su esposa, países como Uruguay, Paraguay, Colombia, Venezuela y Costa Rica.

JUEGOS MENTALES

Los preparativos para un desafío de esta magnitud son más o menos conocidos por todos: practicar todos los días, elaborar listados de palabras (con atención especial a los términos de dos y tres letras) y, sobre todo, entrenar mucho la mente, puesto que la línea entre triunfar o fracasar es muy difusa.

Benjamín Olaizola, que mantiene el título de campeón más joven de la historia con 22 años, constata la importancia de jugar con los nervios del rival, algo que se aprende con la experiencia.

"Siempre me tomo un tiempo previo a cualquier decisión para ver otras opciones, aún siendo muy tentador jugar. En ocasiones también hago consultas de palabras, para ver la seguridad del oponente en la palabra que está colocando", señala Olaizola al detallar sus estrategias en el tablero.

Para un jugador novel como el chileno Raúl Cañas, estar en el Mundial de Scrabble es lo más parecido a jugar un torneo de tenis en el que participen Roger Federer, Novak Djokovic y Rafa Nadal, y por eso guarda varias palabras en la recámara, para tener mayores posibilidades de victoria.

"Las palabras que uno aprende son muy difíciles que salgan, pero si salen, sé que las voy a poner, por ejemplo, 'záverich'. La z, la v y la ch son solo una en el juego, pero espero que algún día pueda jugarla", afirma Cañas.

'SCRABBLE' COMO SALVAVIDAS

El Mundial de Scrabble agrupa infinidad de historias, algunas de personas que encontraron en estas fichas un significado a su existencia: es el caso de Rogelio Rivas, consagrado como campeón nacional de Argentina en 2009 y 2016 tras sufrir un aneurisma cerebral a principios de los 90.

Entonces estudiante de Ciencias Físicas, Rivas perdió la memoria a corto plazo luego del estallido de una vena en el cerebro. No podía leer libros, ver la televisión ni tampoco mantener amistades. Los crucigramas, y posteriormente el 'scrabble', fueron su tabla de salvación.

"Estaba muy aislado del mundo, empecé a buscar crucigramas por internet y me enteré de que existía esto del 'scrabble'. El 'scrabble' me salvó la vida, porque justamente a partir de él le di un sentido nuevo, empecé a relacionarme e hice un montón de amigos", relata Rivas, justo antes de unirse a sus compañeros en el enésimo reto lingüístico de su vida.

Javier Castro Bugarín

(c) Agencia EFE