Smashing Pumpkins, Beck y Sublime le dieron brillo a la temporada en el concierto navideño de KROQ
Nadie garantizaba el éxito. A fin de cuentas, en los últimos años, la suerte del rock, ese género que sonaba por todos lados a inicios de los 2000, se ha visto severamente afectada por la inclinación de las masas hacia ritmos más comerciales y superficiales, hasta el punto de que los grandes eventos que se encontraban inicialmente dedicados a la misma tendencia empezaron prácticamente a evitarlo.
La muestra más clara es, por supuesto, Coachella. Pero el asunto se reflejó también en los festivales de KROQ, que sin haber sufrido un cambio tan radical (a fin de cuentas, estamos hablando de una radioemisora rockera), empezaron a coquetear peligrosamente con vertientes más concesivas, más electrónicas o, sencillamente, más apegadas al pop.
Es por eso que los amantes de la rama guitarrera se sintieron tan animados ante la llegada de una edición del Almost Acoustic Christmas que, esta vez, parecía anclarse firmemente en la época más celebrada de la actividad, es decir, la que se produjo hace cerca de dos décadas, gracias a la presentación de un cartel que, con una que otra excepción, podría haberle pertenecido fácilmente a la era descrita.
Finalmente, la apuesta resultó acertada, como lo demostró el rótulo de ‘sold out’ que nos recibió a la entrada del Kia Forum, así como la enorme multitud de diferentes edades con la que nos encontramos en el nivel del suelo, que se encontraba completamente lleno, y en el que el ambiente de celebración era más que evidente.
Todavía en la cima
Claro que, por fortuna, no todos los artistas que participaron en el evento viven a costa de la nostalgia, empezando por los que integran la banda principal de la velada, The Smashing Pumpkins, que se formó hace ya 36 años, pero que, únicamente en los tres últimos años, ha lanzado un par de álbumes inéditos en estudio, uno de ellos en tres partes que completan la asombrosa suma de 33 temas.
Esta agrupación de Chicago ha sido tan fundamental en el desarrollo del rock alternativo que poder verla en la actualidad con la mayoría de sus integrantes originales y en tan buena forma sería suficiente como para justificar el pago del boleto. Pero poder apreciarla además mientras interpreta algunas composiciones recientes, a pesar de que el tiempo que se le otorga no es el de un recital regular, sirvió para potenciar incluso más su legitimidad.
Por ese lado, la que más nos entusiasmó fue “Beguiled”, una excelente pieza del “Atum: A Rock Opera in Three Acts” (2022-2023) que recupera algunos de los elementos más afortunados de la escuela de las calabazas al combinar un riff muy metalero con un interludio particularmente pop y un irresistible contrapunto de guitarras y teclados, aunque no nos desagradó tampoco “Sighommi”, el primer sencillo de “Aghori Mhori Mei”, la placa lanzada en agosto del 2024 y caracterizada por su devoción al rock duro.
Estas inclusiones le dieron un aire novedoso a un set que, como se esperaba, ofrecería mayormente éxitos de la talla de “Tonight Tonight” (con el que se abrieron los trámites), “Today”, “1979”, “Bullet With Butterfly Wings” (la que dice que “el mundo es un vampiro”) y “Cherub Rock”, pero que le dejó también espacio a cortes más oscuros -e igualmente valiosos- como “Where Boys Fear to Tread” (tremendamente ‘heavy’), “Jellybelly” y “Mayonnaise” (adecuadamente delicado), sumados por dos ‘covers’: uno de “Ziggy Stardust” (del inmortal David Bowie) y otro de “Landslide” (original de Fleetwood Mac).
Adoramos a Bowie, pero no nos convenció lo que se hizo con su clásica creación, cantada por el guitarrista James Iha, debido justamente a que Iha no es precisamente un gran cantante. Sin embargo, él mismo hizo las cosas de manera estupenda el resto del tiempo, erigiéndose como el proveedor principal de un poderosísimo sonido que le debió mucho a la descomunal labor del baterista Jimmy Chamberlin, pero que estuvo a veces fabricado por tres guitarras simultáneas, es decir, la suya, la del cantante Billy Corgan (dueño de una voz sumamente particular y de un enorme talento como compositor) y la de Kiki Wong (una joven procedente del mundo del metal que fue incorporada este año a las presentaciones en vivo de los Pumpkins).
¿Qué onda, güero?
Antes de Corgan y cía, el escenario rotativo del Almost Acoustic Christmas le dio cabida a Beck, el solista angelino que se dio igualmente a conocer en la década de los ‘90 y que maneja un estilo musical sumamente diferente, pero de todos modos enérgico y divertido. Su apelación a combinaciones todavía sorprendentes de funk, soul, hip hop, psicodelia y música electrónica le otorga todavía un espíritu vanguardista y propositivo que no desentona con el de las propuestas rockeras más creativas.
Pese a que no ha lanzado un disco nuevo desde el 2019, el espigado Beck mantiene un estado físico que lo hace lucir mucho más joven de lo que es (tiene 54 años) y que le permite bailar y moverse en la tarima de manera ciertamente llamativa cuando no lleva encima la guitarra. La diversidad de su set fue ciertamente bienvenida en medio de una programación que apuntaba a propuestas más cargadas de distorsión.
En medio de sus inclinaciones alternativas, el cantante se dio cuenta de que este era un festival que necesitaba mantener al público atento, por lo que inició su acto con “Loser”, que sigue siendo su número más solicitado. Lo que vino después mantuvo la misma línea al centrarse en cortes tan festivos como “Devils Haircut”, “The New Pollution” y “Where It's At”, aunque se tomó también el tiempo de cambiar súbitamente de frecuencia para darle cabida a “Debra”, una brillante balada soul en la que su voz -normalmente enmarcada en un tono apacible o en el espectro del rap- asume un impresionante registro agudo que recuerda a los mejores esfuerzos de Mick Jagger en esas lides.
La gran actuación de Beck fue antecedida por la de 311, otra agrupación noventera -procedente esta vez de Omaha, Nebraska- que, sinceramente, no conecta demasiado con nuestros gustos, porque lo que empleamos la mayor parte de su set para ir al baño y conseguir algo de comer. Presenciamos el inicio, encabezado por “Beatiful Disaster”, el ‘hit’ mayor de la banda, así como una efectiva -e inusual- fusión de heavy metal y reggae que encendió las ondas radiales en 1997.
En el papel, y según las declaraciones dadas por sus integrantes, 311 tiene las influencias correctas (The Clash, Red Hot Chili Peppers, Led Zeppelin, De La Soul, Public Enemy), y en el Forum, sonó estupendamente; pero hay algo por aquí que no nos termina de convencer, y es probablemente el aspecto general de ‘frat boys’ que destila el grupo y que se termina traduciendo en canciones mucho menos interesantes que la descrita, como “Down”, la elegida para el cierre, que resulta demasiado comercial e impostada.
Desde Playa Larga
Estábamos mucho más ilusionados con el conjunto que lo antecedió en el escenario, Sublime, y que tras un largo periplo de irregularidad con un vocalista dedicado, pero ajeno a la estética y a la fiereza originales del mismo combo (Rome Ramirez), despertó nuevamente el interés de la hinchada al colocar en el micrófono a Jakob Nowell, hijo de Bradley Nowell, el idolatrado ‘frontman’ fallecido en mayo de 1996, justo cuando la banda se encontraba a punto de acceder al estrellato.
Nuestra debilidad por Sublime tiene que ver también con que, en lo que respecta a la cultura popular, se trata de una de las instituciones musicales más emblemáticas de Long Beach, la ciudad californiana en la que vivimos. Hace algunos meses, tuvimos la oportunidad de ver a la nueva formación (que incluye a los fundadores Bud Gaugh -batería- y Eric Wilson -bajista y secuenciador-) durante la inauguración del US Open of Surfing, y nos dejó una gratísima impresión. En esta ocasión, las cosas fueron un poco distintas.
En el Forum, el ahora quinteto (al menos en lo que respecta a los trámites en vivo) se vio afectado por un mal sonido que perjudicó la apreciación de su repertorio, así como por un Jakob que, por decirlo de algún modo, parecía estar desconcentrado, porque olvidó partes de las letras y, al menos al principio, no puso la fuerza suficiente en su entrega vocal. Hubo otra situación rara relacionada a la extensión del set, porque, mucho antes de que éste hubiera terminado, se les dijo a los músicos que habían excedido ya su tiempo en el escenario, pero estos siguieron en lo suyo.
Sea como sea, no dejó de ser placentero escuchar nuevamente clásicos de la talla de “Date Rape”, “Bad Fish”, “What It Got” y, por supuesto, “Santeria”. A diferencia de 311, Sublime hace (o hacía, porque todos los temas que sonaron eran antiguos) una mezcla de rock, reggae, ska y punk que resulta completamente emocionante, y que al menos en el Forum, se vio realzada por los coloridos y alucinados videos que se proyectaban en la enorme pantalla trasera.
Poco antes, el cuarteto Jimmy Eat World, procedente de Mesa, Arizona, presentó con profesionalismo y dedicación una propuesta que, como se sabe ya, se inscribe dentro de los lineamientos del pop-punk, es decir, una rama que se orienta sin reparos hacia los gustos masivos. Cerraron su repertorio con el inevitable éxito “The Middle”, pero no pudieron resistirse a la tentación de entregarse al espíritu navideño, lo que los llevó a interpretar un ‘cover’ del “Last Christmas” de Wham! que aprovechamos para visitar el bar (aunque estamos seguros de que otros asistentes estuvieron encantados con la decisión).
Los trámites de la velada, que se extendió a lo largo de seis horas, se completaron con las intervenciones de AwolNation, The Linda Lindas y bby. Más allá del espectáculo, el festival sirvió para la recaudación de fondos destinados a Para Los Niños y Al Wooten Jr. Heritage Center, instituciones dedicadas a promover la educación de los jóvenes en Los Ángeles.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.