Sobrevivientes: inquietante retrato coreano sobre el regreso al estado de naturaleza de la humanidad

Sobrevivientes, estreno del jueves 18, se centra en un edificio que es el único que ha quedado en pie tras un cataclismo
Sobrevivientes, estreno del jueves 18, se centra en un edificio que es el único que ha quedado en pie tras un cataclismo

Sobrevivientes: después del terremoto (Concrete Utopia, Corea del Sur/2023). Dirección: Um Tae-hwa. Guión: Um Tae-hwa y Lee Shin-ji. Fotografía: Cho Hyoung-rae. Música: Kim Hae-won. Edición: Han Mee-yeon. Elenco: Lee Byung-hun, Park Bo-young, Park Seo-jun, Park Ji-Hu, Kim Doo-yoon. Distribuidora: BF Paris. Duración: 130 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años, con reservas. Nuestra opinión: buena.

El juego del calamar, Parasite, Estación Zombie son títulos que representan una tradición reciente de la prolífica y cada vez más influyente producción audiovisual surcoreana. Desde perspectivas, estilos y géneros diferentes las tres reconocen el común denominador del relato de supervivencia en situaciones límite, aquellas en las que se ponen a prueba los límites éticos y morales de la conducta humana. En otras palabras, ¿cuáles son los valores que estamos dispuestos a resignar frente a una situación en la que no hay otra alternativa que perder la vida?

Sobrevivientes: después del terremoto nos lleva a un futuro posible en el que esa pregunta queda expuesta en toda su crudeza. La película elegida para representar a Corea del Sur en la carrera por el Oscar internacional 2024 es una genuina expresión del cine posapocalíptico, a partir del cual se dispara un tenso y crudo relato distópico.

Todo comienza con un terremoto devastador que deja a Seúl reducida a un montón de escombros, dicho esto en el más literal sentido de la expresión. Solamente queda en pie el edificio Hwang Gung, una mole de cemento cuyos departamentos fueron diseñados únicamente con destino de vivienda personal o familiar.

En circunstancias normales allí no hay lujos visibles ni estrecheces imposibles de remontar. Pero cuando el lugar se convierte en el único espacio habitable, el austero despliegue de comodidades que la cámara registra en cada departamento convierte a sus dueños en verdaderos privilegiados.

El primer impulso de esta nueva e inesperada élite es asegurarse para sí todos los elementos de primera necesidad que hacen falta para garantizar una vida mínimamente digna. Algo que solo se consigue con una estrategia de brutal acopio, que deja a quienes no son residentes o propietarios acreditados a vivir en la calle, casi como animales.

En esencia, Sobrevivientes: después del terremoto es un relato sobre el regreso del estado de naturaleza. El cuadro descripto por los grandes teóricos del contrato social como disparador de la primera experiencia de vida en sociedad. En este caso, frente a la desaparición completa de cualquier instancia mediadora o representativa de la convivencia previa (no hay policías, funcionarios o figuras con espíritu organizativo), el grupo del edificio entrega el liderazgo a la única persona capaz de garantizar protección, seguridad y mística comunitaria, un “delegado” de pasado resbaladizo. A su influjo, a sus caprichos y a su comportamiento arbitrario se abrirán muchos más conflictos de los que supuestamente se evitarían con su presencia.

Con un imponente diseño de producción que le aporta realismo extremo a la destrucción y una colección de tipos humanos abierta a todas las situaciones esperables (algunas casi estereotipadas) en un cuadro de tanta degradación, Sobrevivientes cumple con su inquietante propósito: preguntarse qué podría pasar con el género humano cuando los peores instintos aparecen en medio de la urgencia por reconstruir una sociedad desde sus cimientos.