Sol Bonelli, la hija teatrera de Marcelo Bonelli que soñó con un novio como el Che Guevara
“Tengo una mirada crítica sobre la sociedad porque hay cosas que están mal”, dice Sol Bonelli, dramaturga, guionista y directora que, en sus cuatro obras ya estrenadas, toma partido y se planta con una visión del mundo. En la primera, Flores de Tajy (2016), se metió con la trata de personas; después, con la soledad de la maternidad, en Mamífera (2017); seguida por otro unipersonal sobre la prostitución, La Naty (2019); y ahora, Eva furiosa, la primera mujer que vuelve para contar otra historia y retruca, con habla lunfarda y sudaca, la versión bíblica en pos de una nueva creación.
“Caín y Abel son sus hijos y se mataron entre sí para quedar bien con Dios. ¿Qué pasa con nuestros hijos en el mundo? Los soldados que van a la guerra son hijos de alguna madre y en nombre de qué lo hacen, son nuestros hijos al servicio de ideologías que no tienen miramientos, son peones en un tablero de ajedrez. Nunca dejaría que mis hijos fueran a ninguna guerra, no hay ninguna obediencia que justifique algo así. Y Eva refiere a eso, ¿qué hace el poder con nuestros hijos?” , dice Bonelli sobre una de las principales preguntas que trae esta Eva furiosa, subtitulada Transgresión apocalíptica para un nuevo Génesis, que proclama sus verdades en el escenario de la sala El extranjero, sobre un colchón de bolsitas plásticas, materiales que la sociedad de consumo desecha, acompañada por algunas manzanas luminosas y la mítica serpiente.
La protagonista es la actriz chaqueña Olave Mendoza, fundadora de la Compañía Monomujer, teatro para un solo espectador, la misma que eligió para La Naty que se reestrenó el año pasado en el Cultural San Martín y este año, giró por la Patagonia y Misiones. “Me gusta armar esta dupla creativa, en una época de tanta brevedad y liquidez, elegí apegarme a un vínculo, eso potencia”, dice la autora y directora sobre su actriz, a quien conoció y vio actuar por primera vez cuando aplicó para El Sábato, espacio cultural de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA donde Bonelli es programadora.
Olave Mendoza, protagonista de la obra Eva furiosa, dirigida por Sol Bonelli (PATRICIO PIDAL/AFV/)
–¿Preferís dirigir tus obras antes que lo haga otro?
–Soy más escritora que directora. Me gusta que otros dirijan -Flores de Tajy tuvo otra versión en el Maipo Cabaret dirigida por Valeria Ambrosio- pero se dio así. Tengo un vínculo muy fuerte con mis textos, escribo sobre cuestiones que me atraviesan , es un activismo desde la escritura, desde mi lugar de mujer en el mundo, todavía no lo hice, no sé cómo haría, desde los zapatos de algún varón. Soy parte de la Colectiva de Autoras y me identifico con el ecofeminismo, que ahora se le dice así pero siempre lo fui. Siempre fui un bicho raro.
–¿Por qué?
–Yo era una chica de Caballito, la mayor de tres hermanas, muy de colegio privado pero me gustaba meterme en otros mundos, donde hay injusticias, salir de mi burbuja: escribir es una posibilidad de viajar a esos otros lugares, de estar en los zapatos de otros. En mi viaje de egresados a Bariloche me puse a hablar en (la disco) Grisú con un chico que militaba en el MST sobre el FMI, no era el común. Siempre buscaba al Che Guevara en todos los pibes y en Puán (Facultad de Filosofía y Letras) había un montón de figuritas del Che Guevara. Después me di cuenta que yo ponía en el otro, la pareja, el amor romántico -en el que obviamente fui criada- ponía lo que yo quería. El feminismo me permitió ver eso: era yo la que quería ese lugar de aventuras, no tenía que buscarlo en otro.
–¿Y tu pareja y padre de tus dos hijos tiene algo que ver con el Che Guevara?
–No, es especialista en Comercio exterior (risas). Es que ser la mujer del Che Guevara no estaba bueno: no lo veías nunca, cuando venía te embarazaba, se iba y vos te quedabas cuidando hijos. Yo quería la acción. Hay una canción del Indio Solari que dice “cuando el fuego crezca, quiero estar allí”. En fin, mi pasaje por Puán también sirvió para entender que todo bien con el filósofo y con el poeta pero son inestables emocionalmente. Para intensidades, ya estamos conmigo. Y mi compañero es un canceriano hogareño, le encanta cocinar, me permitió anclar en lo cotidiano, la estabilidad que te permite el trampolín. Estoy con él desde los 22 años.
Este recuerdo por sus parejas anteriores no es casual. Si lo tiene tan presente es porque hace poco entrevistó a todas sus relaciones sexoafectivas por WhatsApp. El objetivo era realizar una obra para el taller de biodrama de Vivi Tellas pero luego viró al formato audiovisual: El cuarto de SOLtera, título de una futura película documental o totalmente ficcional (todavía ni Bonelli ni la otra directora, Silvina Estévez, están decididas): “¿A quién le importa mi vida sexoafectiva? Lo mío es un disparador para contar algo generacional, veremos dónde lo presentamos, falta darle forma”.
"Creo que la principal grieta o la verdadera es entre los de arriba y los de abajo, sean K o Pro, porque cuando están arriba se arreglan mientras los de abajo son los que pagan el pato siempre", afirma Sol Bonelli (PATRICIO PIDAL/AFV/)
No sería su primer audiovisual: Se trata de nosotros, una serie de ocho capítulos de media hora sobre distintos aspectos de la trata, abordada desde distintas perspectivas, ganó Ficciones Federales INCAA en 2012. Dirigida por Juan Manuel Díaz y con un elenco integrado por Romina Gaetani, Edda Bustamante, Moro Anghileri y Luis Machín, entre muchos otros, se estrenó en 2015 en canal Orbe 21, se quedó con un premio Santa Clara de Asís en 2017 y está disponible en la plataforma Cont.ar.
–Te interesan temas sociales también investigados por el periodismo
–Sí, estudié además de Letras en la UBA, periodismo en TEA y fotografía. El periodismo me resultó muy atado a la realidad, la ficción te da la posibilidad de volar. Hice muchos talleres de dramaturgia y la Diplomatura Paco Urondo.
–¿En qué momento, si lo tenés claro, después de esos recorridos sentiste que eras dramaturga?
–Después de ser madre, en 2011, hice un taller en el Club cultural Matienzo y ahí escribí el monólogo de La Naty. En esos momentos, se enferma de cáncer y muere mi primo, de 28 años, de modo fulminante. Ahí hice un clic. La muerte es como una amiga que te dice “dale, todo bien con tu sueño pero hacelo porque se termina”. Me metí en ese tren de lleno, escribirla, dirigirla, estrenar, sin miramientos, sin tanta reflexión, medio kamikaze, con la intuición del hacer que me hizo bien. Así nació Flores de Taji (de la que La Naty es parte). Y mal no me fue.
–¿Tu familia que dice?
–Siempre me apoyan. Ahora entienden mejor todo, antes no tanto, no son teatreros, mi papá es periodista; mi mamá, profesora de Inglés; mis hermanas, una es politóloga y la otra socióloga. Les fascina y los sorprende lo creativo por ser de otro palo.
Sol Bonelli nada tiene que ver con la actriz Andrea Bonelli ni con la novelista Florencia Bonelli pero sí con el periodista económico Marcelo Bonelli: es su hija, un vínculo que le guste o no, nadie olvidará recordarle: “No voy a negar mi origen, no hay por qué. Hay gente que me saluda diciendo que ama a mi papá y otros me rechazarán. Aprendí a vivir con eso. A mi papá lo admiro porque se hizo de abajo y es apasionado de su trabajo y esa pasión la aprendí de él, mamé esa enseñanza de ir por lo que te gusta”.
–¿El ser “hija de” te incomodó, te hizo sentir mal en algún momento?
–A los 19 años, ir a TEA y en la primera clase escuchar a un profesor decir “Bonelli es buen economista pero cecea”. Y todos dándose vuelta para mirarme. Supongo que el profesor no sabía mi nombre. Al principio, estas cosas me hacían renegar pero ya estoy mejor parada, hice mi propio camino. En 2014, por la serie Se trata de nosotros, un productor me preguntó si quería cambiarme el apellido porque era justo un momento álgido antiClarín. Por supuesto que no acepté.
–¿La grieta en el mundo de la cultura te perjudicó, la sentiste?
–Mi carta de presentación es mi trabajo. No voy por la vida diciendo que soy Sol Bonelli y si a alguien le molesta no me lo hizo saber. Creo que la principal grieta o la verdadera es entre los de arriba y los de abajo, sean K o Pro, porque cuando están arriba se arreglan mientras los de abajo son los que pagan el pato siempre. Estoy muy descreída de los partidos políticos tradicionales. En las últimas elecciones voté a Myriam Bregman por una razón simple: va a las mismas marchas que voy yo.
–Para volver con tu obra, te metiste con la Eva bíblica: ¿Sos creyente?
–Me crié en una familia católica pero no me considero creyente, no bauticé a mis hijos. Soy espiritual pero no me siento adentro de ningún dogma, de ninguna de las grandes religiones monoteístas con sus dioses masculinos. La perfección de la naturaleza es ya sagrada. La verdad, soy bastante pagana.
PARA AGENDAR
Eva furiosa, de Sol Bonelli. Jueves, a las 20.30, en El Extranjero (Valentín Gómez 3378). $ 1200.