El último y sorprendente capítulo en la guerra entre los Agnelli y los Elkann, una fascinante historia de poder y venganza
Dos décadas después de la muerte del magnate italiano Gianni Agnelli, la guerra familiar por su herencia millonaria sigue generando noticias y polémica. La última batalla se saldó con el 'triunfo' temporal de Margherita Agnelli, la hija de Gianni Agnelli y Marella Caracciolo, quien mantiene una larga disputa en los tribunales con sus tres hijos: John, Lapo y Ginevra Elkann. Hace unos días, la Fiscalía de Turín dispuso el embargo preventivo de casi 75 millones de euros a los tres nietos de Agnelli bajo la acusación de delitos de fraude fiscal y estafa contra el Estado. Además, Gianluca Ferrero, presidente del club de fútbol Juventus, propiedad de la familia, y el notario suizo Urs Robert von Grünigen también se han visto afectados por esta medida cautelar.
Esta guerra sin cuartel entre madre e hijos mantiene en ascuas a la opinión pública italiana que ve cómo la lluvia de millones del hombre fuerte de FIAT no ha logrado traer la felicidad a los suyos. Pero ¿cuál es el origen de los conflictos que han roto esta aristocrática familia?
Para entender esta trama, digna de una novela, tenemos que remontarnos al 24 de enero de 2003, fecha en la que, aquejado de un cáncer de próstata, falleció el todopoderoso Agnelli, dejando una fortuna valorada en unos 30.000 millones de euros. Aunque le sobrevivió su viuda, la aristócrata y musa de Truman Capote, la princesa Marella Caracciolo di Castagneto (fallecida en 2019), con quien estuvo casado medio siglo, y su hija Margherita –su primogénito, Edoardo, se suicidó en 2000–; su nieto John Elkann, casado con Lavinia Borromeo, es quien, elegido por su abuelo antes de morir, controla los negocios familiares.
Como botón de muestra de lo que está en juego cabe señalar que, solo en 2023, el holding Exor de los Agnelli logró 16.800 millones de euros de beneficios. Sin embargo, en el reparto de estos beneficios no entran ni Margharita ni ninguno de los cinco hijos que esta tuvo con su segundo esposo, el noble de origen ruso Serge de Pahlen.
En 2004, Margharita Agnelli, quien siempre prefirió estar en un segundo plano, aceptó un primer acuerdo sobre la herencia y aceptó 1.300 millones de dólares. En aquellos años, FIAT parecía estar a punto de la banca rota. Sin embargo, pronto se saneó la empresa y Margharita descubrió que esta cantidad era “peccata minuta” con todo lo que generaba el holding familiar y se echó para atrás. Este fue el inicio de la guerra.
"Estoy muy triste"
Margharita no se cansa y sigue indagando para ver dónde puede hallar una fisura que eche por tierra aquel primer acuerdo de 2004 al que dieron por llamar “pactos de Ginebra”. Ahora no está dispuesta a dar marcha atrás y sigue su camino por los tribunales hasta conseguir su objetivo: que ella y sus cinco hijos menores entren a formar parte del reparto de beneficios. Para ello, no ha dudado en remover Roma con Santiago para encontrar presuntas irregularidades fiscales en la herencia y lograr, de esta manera, que todo se revise nuevamente. “Es muy triste –declaró recientemente John Elkann–. Mi madre reabrió la cuestión de la herencia inmediatamente después de la muerte de mi abuelo, de una manera inesperada”. Además, en un largo comunicado hecho público por su equipo jurídico se leen las siguientes palabras acusadoras: “Hay una madre que persigue, desde hace más de veinte años, a sus padres y a tres de sus hijos”.
Como en todas las disputas, se presenta otra lectura, la de Margherita Agnelli y sus abogados, quienes no tardaron en dar réplica a las palabras de John Elkann: “Su voluntad es garantizar un trato justo a todos sus hijos, conforme a la ley”.
Por el momento, las autoridades italianas, a través del fiscal de Turín, Giovanni Bombardieri, ha demostrado “con una considerable cantidad de documentación contable y extracontable y de tipo informático” que los Elkann podrían haber incurrido en un delito de fraude fiscal ya que su abuela, Marella Caracciolo, pudo pasar sus últimos años en Italia, al menos desde 2010, y no en Suiza, por lo que el reparto de la herencia no debía seguir las directrices de la Ley del país helvético sino las italianas.
Marella Caracciolo –nacida en el seno de una familia noble que había reinado en Nápoles– se casó con 26 años, y vestida nada menos que de Balenciaga, con Gianni Agnelli, el heredero de Fiat, pero también la encarnación de Casanova (se le atribuyeron romances con Anita Ekberg y Jackie Kennedy). De hecho, la actriz sueca, protagonista de la mítica escena en la Fontana di Trevi, en la “Dolce Vita”, confesó muchísimos años después que su “único verdadero amor” había sido Gianni Agnelli: “Al principio, nadie creía en la relación y su mujer pensaba que era sólo un affaire más, pero nunca pudimos dejarnos”. Anita Ekberg falleció antes que Marcella, en Roma, en 2015.
A pesar de todos los rumores de infidelidad, Gianni y Marcella se mantuvieron unidos. Vivieron entre lujos y “glamour”, pero también sufrieron las duras cornadas de la vida; especialmente, tras el suicidio de su hijo Edoardo, a los cuarenta y seis años. El cadáver de Edoardo, un hombre esclavo de sus adicciones y sus miedos, que en los últimos años se había convertido al Islam, fue hallado bajo un puente a las afueras de Turín. Edoardo vivió toda su vida con la triste sensación de que su padre no confiaba en él y que jamás confiaría en él para sacar adelante la empresa familiar.
Por su parte, Marella, el último cisne de Truman Capote, murió en febrero de 2019, en Turín. Hoy, tras las pesquisas iniciadas a petición de su hija Margharita, las autoridades italianas han cuantificado las cantidades no declaradas por la aristócrata, o por sus representantes legales, teniendo en cuenta que residía en Italia: parece ser que 42,8 millones de euros por evasión del IRPF, y 32 millones por no pagar el impuesto de sucesiones y donaciones sobre un total de 800 millones de euros.
Según ha publicado el “Corriere della Sera”, los hermanos Elkann sabían lo que hacían y la prueba que esgrimen los tribunales es que cuando Marella publicó su libro “He cultivado mi jardín”, el equipo legal de los Agnelli habló con la editorial para que se introdujeran algunas páginas que mostraran cómo la matriarca vivía en Suiza.
Además, todo apunta a que en algunos documentos importantes del testamento las firmas de Marella Caracciolo, la viuda del “Avvocato”, podrían no ser suyas. Y si aún fuera necesario algún elemento más en esta rocambolesca historia, las autoridades italianas investigan la existencia de un patrimonio no declarado hasta ahora. “La Guardia de Finanzas –se leía en ‘Il Fatto Quotidiano’– registró el jueves la casa del presidente de Stellantis”. Por el momento, hay quinientos millones de euros en cuentas en el extranjero de los que se desconoce la procedencia.
Historia de una fortuna estratosférica... de telenovela
En la televisiva serie “Sucesión”, se analizó desde un punto de vista “telenovelesco” toda esta disputa que se vive en torno a la herencia de Gianni Agnelli. Y es que, desde fuera, la trama parece creada para una saga familiar extraordinariamente atractiva.
El origen de la fortuna de los Agnelli se remonta a principios del siglo XX, cuando la incipiente industria automotriz encontró sede en el Piamonte italiano. Y ahí se encontraba un visionario, Giovanni Agnelli, abuelo de Gianni Agnelli. Su padre, Edoardo, había sido criador de gusanos de seda y esta actividad le había producido ingentes beneficios.
Giovanni, el 1 de julio de 1899, fundó la Sociedad Italiana para la Construcción y Comercialización de Automóviles en Turín. Una semana y media después, ya estaba listo el documnto fundacional de la Fabbrica Italiaana Automobili Torino (FIAT) y el resto es historia. Su hijo, Edoardo II, tuvo siete hijos. Si la mayor, Clara, se casó con el príncipe Tassilo zu Fürstenberg, madre de los príncipes Egon e Ira von Fürstenberg; Gianni, el segundo, tomó las riendas de la empresa familiar y fue el director de FIAT de 1966 a 2003. Su gestión fue clave para la internacionalización de la firma.
Por su parte, John Elkann, su nieto, dio un espaldarazo definitivo a la crisis de la empresa familiar y logró relanzar la empresa. De hecho, este es uno de los argumentos de los abogados defensores de John: que Margherita se desentendió de la empresa cuando parecía a punto de la quiebra y que, años después, cuando vio cómo ha florecido de la mano de su hijo John quiere beneficiarse “sin haber aportado nada”.
John, desencantado por el proceder de su madre, el pasado mayo reveló datos sobre su infancia que no la dejan bien parada: “Mis hermanos, Lapo y Ginevra, y yo sufrimos violencia física y psicológica por parte de nuestra madre desde que éramos niños. Esto creó una relación de protección por parte de nuestros abuelos”. Cabe recordar que el matrimonio de Margherita y el padre de John, Lapo y Ginevra, el escritor y periodista Alain Elkann, apenas duró cinco.
La familia Agnelli/Elkann vive hoy rota en pedazos. Veinte años después de la muerte del “Avvocato” su herencia parece envenenada y la ira de Margherita no tiene fin. ¿Se logrará un nuevo pacto que deje descansar en paz a Gianni Agnelli? Por el momento, los tribunales dictan sentencia.