Victoria Volkóva y su doloroso proceso de transformación: "soy una mujer trans y estoy orgullosísima de eso"

Victoria Volkova. (Photo by Pascal Le Segretain/Getty Images)
Victoria Volkova. (Photo by Pascal Le Segretain/Getty Images)

En el clóset de Victoria Volkóva hay un suéter rojo brillante. Lo usa poco, pero la ha acompañado en momentos importantes (como un viaje a París) y se parece al que, cuando era niña, usaba en la cabeza a modo de un laaargo y sedoso cabello.

Con el tiempo, ese suéter se transformó en una cabellera abundante y brillante, con un fleco que le cubre la frente, justo por encima de unos ojos enormes de pestañas larguísimas, pobladas y rizadas que, al verlos por pimera vez, su mamá supo que su hija sería una niña diferente, peculiar.

Hoy, después de atravesar por un proceso emocional y físico largo y doloroso de autoaceptación, habla abiertamente de las experiencias que la han hecho convertirse en beauty vlogger con 1.21 millones de suscriptores en YouTube, modelo, la primera mexicana trans en la portada de Playboy y, ahora, autora de su primer libro.

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En diciembre del año pasado, Vico se convirtió en la primera mujer trans en modelar para la revista PlayBoy de América Latina y lo hizo bajo sus propios términos: ella decidió la dirección creativa, eligió fotógrafo y stylist para la sesión fotográfica, además de que dio otra vuelta de tuerca al escribir ella misma una carta sobre sus razones para aparecer en la portada en lugar de la tradicional entrevista que se hace a las playmates.

Y sigue rompiendo los parámetros de lo que “se debe y no se debe” hacer en un mundo heteronormado.

“Mucha gente me pregunta por qué tengo la necesidad de decir que soy una ‘mujer trans’, por qué no simplemente decir ‘soy una mujer’ y ya, y sí, soy una mujer, pero lo que más necesitamos ahorita es visibilidad y si contar mi historia y sirve de algo ponerme la playera de que “soy una persona trans, aquí estoy y existo”, entonces vale completamente la pena”, dice Victoria Volkóva en entrevista para Animal MX.

Y claro, ni Victoria ni ninguna otra persona trans le deben a nadie mimetizarse con las personas cis, especialmente cuando cada una atraviesa un proceso único y, en la mayoría de las ocasiones, muy difícil de autoaceptación y amor propio.

“Yo no tengo por qué camuflajearme con nadie, no tengo por qué hacerme pasar por una mujer cis género, no. Soy una mujer trans, tuve todo un proceso y me costó, estoy orgullosísima de eso y espero que algún día las personas, sean trans o no, puedan sentirse tan orgullosas de ser quienes son”.

Victoria Volkova. (Photo by Miguel Tovar/LatinContent via Getty Images)
Victoria Volkova. (Photo by Miguel Tovar/LatinContent via Getty Images)

El -difícil- camino del amor propio

En el caso de Victoria, quitarse la etiqueta de “hombre gay” con la que vivió varios años fue más difícil para ella misma, que para su familia y círculo social.

Siempre que alguien le preguntaba si en realidad era o deseaba ser mujer, ella respondía que no por el miedo que le causaba iniciar una transición, “no habría manera de esconderme”.

“Para las mujeres trans normalmente son más cosas malas que buenas: desde asesinatos y pocas oportunidades de trabajo, hasta que no hay servicios de salud adecuados y preparados, ni hablar de la discriminación”.

Hay pocos estudios publicados, pero la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) refiere que en encuestas hechas a personas trans, hasta 41% han intentado suicidarse en algún momento, por la ansiedad y depresión provocadas al verse obligadas a vivir aisladas.

Y el proceso de autoaceptación es lento, dice Victoria, pero “es importante dejar en claro que no hay nada de malo con cómo eres, seas como seas, te guste lo que te guste. La reacción que tiene la sociedad, ya sean tus amigos, tu familia, la escuela, el trabajo, no es tu culpa, son los traumas de esas personas”.

A partir de entender eso, los siguientes pasos consisten en encontrar a una tribu, un círculo seguro de personas en quienes confiar, “yo encontré ese refugio en mis amigas porque no podía confiar en mi familia, hubo mucho dolor, impotencia y muchas ganas de salir corriendo, pero es importante saber que nada de eso es para siempre“.

“Va a llegar un momento en el que vas a poder ser independiente, hacer tu vida, vestirte como quieras, estar con quien quieras, ser como quieras, expresarte como quieras y que eso va a ser valioso. Sea lo que sea que estás viviendo en este momento es momentáneo y va a pasar. Probablemente por lo que te molestan ahorita va a ser ese diferenciador que hará que crezcas, despegues y lleves una vida más auténtica y feliz”, dice Victoria.

Cómo se ha transformado la relación con su cuerpo

Hace casi dos años Victoria Volkóva se sometió a la cirugía de reasignación de sexo en Tailandia. Fue un proceso largo y doloroso, no sólo físicamente, también emocionalmente.

Y desde entonces la relación con su cuerpo se ha transformado, no sólo porque la imagen ante el espejo hace match con su interior, sino porque descubrió lo fuerte que es y se renovó el respeto por sí misma.

“Cuando estaba recuperándome de la cirugía de reasignación me dije a mí misma: “cuerpo, de verdad gracias por aguantar todas estas putizas que te he metido” y me ponía a llorar porque yo misma me lo hice, yo pagué para que me causaran esta cantidad de dolor que nadie debería sentir nunca en la vida y que te daña, te marca y que se queda ahí como trauma. Lo único que puedo hacer para devolverle a mi cuerpo todo lo que ha hecho por mí es hacer todo lo posible para que esté sano“.

Cada vez le tengo muchísimo más amor y respeto, porque a pesar de todo, mi cuerpo sigue siendo increíble y aguantando“, dice. “Todos los cuerpos son preciosos, ya basta de criticarnos a nosotras mismas, nuestro cuerpo es mágico, hay que abrazarlo más”.

Victoria Volkóva recién sacó su libro autobiográfico Victoria. Mi camino hacia el amor propio, publicado en Penguin Random House, en el que habla desde esas tardes de juegos con su hermana, cuando usaba un suéter rojo brillante como cabello y crecía en una casa donde sus papás no la limitaban, hasta ahora, que se ha convertido en una de las voces más poderosas de la comunidad.

Tal vez por eso todavía guarda un suéter rojo en su clóset, como una especie de recordatorio de la niña que siempre supo que haría grandes cosas al crecer.