La gran pantomima de 'Supervivientes' se destapa en la final

La emoción fue, sin lugar a dudas, la principal invitada en la gala final de Supervivientes. Cada momento vivido nos mantuvo con el corazón a mil y reconozco que la disfruté de principio a fin. Pero como parte de mi trabajo es analizar el reality, reconozco que todo hubiera sido aún más perfecto si no fuese por un pequeño gran detalle que nos dejó a muchos desconcertados. Las altas temperaturas y la pasión vivida en el programa final se convirtió en pura frialdad con un suceso que confirma, al menos para mí, el aparente teatro que varios participantes intentaron vendernos allende los mares. Su choque con la realidad y llegada a tierra firme han puesto de manifiesto que aquello era una ilusión bastante bien orquestada.

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Al final creo que, muy a mi pesar, vamos a tener que darle la razón a Kiko Matamoros. Muchas han sido sus teorías sobre varios compañeros y también las estrategias para sobresalir en el concurso. Como decía ayer con cariño Alejandro, ha sido uno de los grandes tramposos de esta edición. Ahora que se puede decir todo, se dijo. Sin embargo, hay un tema que pensé que era más inquina que otra cosa, y me tengo que poner un puntito en la boca porque ha resultado ser una verdad, al menos después de lo que percibimos ayer en pleno directo.

Puede ser otra pantomima más para dar de qué hablar y generar portadas de revistas y platós, o sencillamente se acabó el programa y con él las diferentes tramas ficticias producidas en su escenario. Lo que puedo asegurar es que yo no esperaba que esto sucediera, al menos no tan pronto. Tenía la seguridad de que tarde o temprano la cosa explotaría, pero no de esta manera tan evidente y frente los más de dos millones de espectadores que la vieron.

Sí, me refiero a Anabel Pantoja y Yulen Pereira. Lo siento por Mercedes Milá, a quien respeto y admiro infinitamente. En estos días defendía a muerte la historia de amor de estos concursantes y recriminaba a las gentes de mentes cerradas, ahí le doy toda la razón, que criticaran algo tan natural como los tocamientos captados por las cámaras. Habló de la doble moral en este país ante un asunto tan normal y resaltó el buen hacer de estos dos tortolitos. Lo que ahora me pregunto es, ¿habrá visto la final de Supervivientes? Si es así, me encantaría saber qué le pareció lo que pasó con ambos dos en su encuentro. Y que no me digan que estamos adelantando acontecimientos y que no es justo juzgar todavía, porque anoche los hechos hablaron por sí solos y en mayúsculas.

Una servidora va a dar su opinión, que refleja lo que muchos espectadores compartieron en las redes tras presenciar el inesperado momento. Anabel entró en plató con su efusividad de siempre y se tiró a los brazos de Yulen pero le quitó la cara y no hubo beso en la boca. Si uno se fija bien en la escena, dio la sensación de ser fría, forzada y nada que ver con ese amor que hasta ahora nos habían vendido desde Honduras. Mientras le abrazaba saludaba a otros y al acabar ese abrazo rápidamente se dirigió a los demás dejando a Yulen con la miel en los labios, nunca mejor dicho. Después de defender su amor a capa y espada durante las últimas semanas, asegurar este domingo a Ion Aramendi que se moría por verle, abrazarle y besarle sin fin, ¿a qué viene lo que vimos ayer?

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Fue tal el shock, que hasta un Jorge Javier Vázquez le dijo, en muy buen tono, que cómo era que no le había besado. Ahí nos representó a todos. "¿Has visto a Yulen y no le has dado un beso?", le dijo sorprendido. Y entonces, los dizque enamorados se besaron en la boca, eso sí, sin un ápice de pasión. El beso más forzado de los últimos tiempos en televisión, diría yo. Si el presentador no le hubiese dicho nada creo que no habría habido beso. Cuando uno ve el reencuentro de Marta y Toni o incluso el de Tania y Alejandro, ahí te das cuenta de que hay deseo, amor y ganas. Nada que ver con lo ocurrido entre Pantoja y su campeón de esgrima. Aquí es que vienen a cuento las palabras que en su día dijo Matamoros sobre este romance: "Esta relación tiene menos cuerda que el reloj de mi abuela. Van a durar lo que dure el concurso y eso te lo digo yo porque en mi vida he visto menos pasión", expresó antes de su expulsión.

Las teorías sobre este cambio de la noche a la mañana varían, pero la más fuerte señala a Omar Sánchez, su expareja, como el principal culpable de este paso atrás de Anabel. Este mismo jueves, la sobrina de la tonadillera era la invitada especial del programa de Toñi Moreno, Déjate querer, al que tendría que enfrentarse a un encuentro con su pasado. Allí, al otro lado de la pantalla, estaba el canario. Lo que pasó entre ellos fue fuerte según contó en adelanto a Sálvame la periodista, pero para saber y entenderlo hay que ver el programa este sábado. Algo pasó y eso ha podido tener efectos secundarios, dicen.

Aún así, pasase lo que pasase, no veo justificable que si ves al chico que supuestamente te gusta tanto no le beses y le saludes como a uno más. La pareja trató de compensar este marrón con susurros, risas y bromas durante el resto de la gala, pero todo se vio demasiado forzado y poco natural. Faltó la pasión, esa que nunca hubo en la isla y nos hizo tanto dudar sobre las verdaderas intenciones de esa relación. Ni siquiera en su ratito de placer nos llegamos a creer esa historia del todo por mucho que ellos insistieran en que estaban coladitos.

Entiendo que las cosas cambian cuando uno se golpea con la realidad, que los estados de shock existen al igual que los miedos a hacer algo que pueda ofender a otros. Lo que no comprendo es cómo el amor se puede ocultar o disimular. Cuando ves a la persona a la que llevas nombrando día y noche lo mínimo que uno espera es un beso en toda regla y una emoción eléctrica. Nada de eso hubo, más bien todo lo contrario, cero química y conexión. La cámara nunca miente y lo capta todo y de ahí solo percibimos incomodidad y un rollo muy raro que seguro ellos explicarán debidamente en próximas ediciones de polígrafos, revistas y encuentros en redes.

Con Supervivientes finiquitado, se abre de nuevo el telón y empieza la segunda parte de esta aparente obra teatral. Eso sí que es una triste realidad.

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