Y nadie supo qué hacer con el balón… La lesión de Alberto Onofre que terminó con el sueño mundialista de México 70

Faltaban menos de 10 minutos para que la práctica de la Selección Mexicana acabara, pero Alberto Onofre seguía sin sentirse cómodo con las botas, por lo que pidió a Francisco Chico Larios otro par para cambiarlas. “Tráeme los zapatos esos”, pidió el jugador del Guadalajara para sorpresa del utilero, quien de inmediato reprocha su decisión: “¿para qué te los vas a cambiar? Está lloviendo”, recomendación a la que debió hacer caso.

La maravilla de 23 años, el que fue capaz de hacer brillar al Rebaño Sagrado y lo llevó al título de liga en la temporada 1969-70, se puso un calzado de plástico en lugar del que tenía seis tachones porque le causaba ampollas. Esa decisión la lamentó el resto de su vida pues, sólo cuatro días antes de que comenzara la competencia, acabó con los sueños de un país que se ilusionaba por verlo comandar al equipo tricolor en la Copa del Mundo.

Enseguida, y tras intentar superar la marca a Ignacio Basaguren, en su trayecto apareció Juan Manuel Alejandrez, con quien chocó y quedó trenzado al resbalar en el campo mojado, lo que llevó a que la tibia y el peroné de su pierna izquierda acabaran destruidos.

Los presentes escucharon como si se hubiera roto un palo de escoba, pero fueron los huesos del mejor futbolista mexicano por entonces y que, los siguientes nueve meses, se la pasó enyesado.

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La lesión de Alberto (nacido el 5 de julio de 1947 en Guadalajara) sacudió los planes del cuerpo técnico de la Selección Mexicana, integrado por Diego Mercado, Javier de la Torre, Ignacio Trelles y Raúl Cárdenas, por lo que tuvo que reunirse de urgencia con el directivo Guillermo Cañedo para analizar qué deberían hacer, ya que era una baja que arruinaba un proceso que venía de años atrás.

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Desde la participación de México en Inglaterra 1966, en la Federación se trabajaba ya en un proyecto con el que se pretendía que el país tuviera una participación positiva en el primer Mundial que albergaría –la sede se le había otorgado durante Congreso de FIFA celebrado en 1964 en Tokio– por lo que aprovecharon el despunte de Onofre para que se convirtiera en su bujía.

“Pero pasó la desgracia, el jugador pilar fue lesionado”, lamentó Basaguren, quien recordó que cada integrante del equipo mundialista fue elegido para exprimir las cualidades del jugador del Rebaño Sagrado.

“Para poner en perspectiva: lo que le ocurrió a Brasil en el 66 en Inglaterra, en donde lesionaron a Pelé a la mala, lo llevó a no ganar sin el eje de su juego. Si a ese jugador -que es el centro de tu estrategia- te lo lesionan ya no hay nada que hacer, y eso le pasó a México. El eje de todo, por el que se habían elegido los jugadores, se lesionó cuando ya no se podían hacer cambios en el registro de jugadores, ya estábamos elegidos”.

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Si bien había una gran representación con jugadores de la talla del porterazo Ignacio Calderón; los defensa Gustavo Peña, Mario Pérez y Javier Guzmán; Horacio López Salgado y Enrique Borja como delanteros; Héctor Pulido y José Luis González como medios, entre otros, la baja del rojiblanco fue brutal, ya que desarmó a un grupo que desde los Panamericanos de 1967 trabajaba de la mano.

“Cualquier fanático que padezca mi edad, recordará la demolición que significó saber que el mejor de los nuestros quedaba fuera del Mundial”, escribiría Juan Villoro en “Onofre, el genio breve” (Letras Libres, mayo de 2004) en un sentir del lado del aficionado, aunque dentro de la plantilla no era distinto.

El equipo estaba fracturado, nadie sabía a qué jugar, nadie sabía a quién darle la pelota, el partido fue de lo más soso”, analizó Basaguren al recordar la pobre presentación de México ante la URRS el 31 de mayo, partido que acabó con un marcador de 0-0 por culpa de Raúl Cárdenas, que apostó por un esquema medroso.

“Cañedo les dijo: ‘tú, Güero, tienes un futuro muy prometedor en el futbol mexicano, no te arriesgues ni arriesgues tu categoría, fama o reconocimiento en este Mundial’”, y entonces vino el partido de Rusia, en el que presentó la alineación más defensiva posible.

Jugó el delantero Javier Fragoso, que nunca participó en la etapa de preparación, y entonces no hubo ocasiones de gol, no se aprovechó la altura y no hubo gol. Para mí ese partido fue una exhibición muy pobre”, analizó El Fraile, como apodan a Basaguren.

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Dos triunfos, el país se puso de cabeza y un telegrama salió de Presidencia.

El sorteo del Mundial había colocado al representativo mexicano en el mismo grupo que El Salvador y Bélgica, lo que aprovecharía la Selección para sumar un par de victorias de 4-1 (doblete de Javier Valdivia, además de goles de Javier Fragoso y Basaguren) y 1-0 (anotación de Gustavo Peña), respectivamente, que le sirvieron para meterse en la segunda ronda y también originar un fenómeno social, a pesar de que no se jugaba bien y de que Borja y Fragoso –el primero apoyado por tener el mismo apellido que Guadalupe Borja, esposa de Gustavo Díaz Ordaz, y el segundo impulsado por ser jugador del América– aportaron poco al equipo.

En la prensa fue repetitivo ver las portadas repletas de fotografías de aficionados mexicanos en las calles, con el Periférico y el Ángel de la Independencia convertidos en los epicentros de las celebraciones, manifestación que sirvió para alertar a Gustavo Díaz Ordaz, presidente que no arrastraba una buena popularidad tras los hechos del 2 de octubre de 1968, y que había sido abucheado en la inauguración.

En la versión oficial se menciona que México tuvo que jugar en Toluca por haber acabado segundo de su grupo por detrás de los rusos, aunque Basaguren defiende que su salida del Estadio Azteca fue por una petición en un telegrama que salió de las oficinas de Presidencia y que los directivos debieron aceptar para impedir que las manifestaciones de júbilo se transformaran en contra del gobierno.

El Italia-México era el partido más importante en la historia del futbol mexicano hasta entonces, pero tuvo que jugarse a kilómetros del recinto ideal.

Sin el apoyo de más de 100 mil personas, sí con las cuestionables decisiones de Cárdenas –que metería a Borja e Isidoro Díaz cuando todavía se competía bien ante el gigante europeo– y errores fatales de Calderón, el equipo tricolor se desdibujó para acabar con un 4-1 en contra y ser eliminado, hecho que dejó al país en una especie de luto y entre los jugadores una gran molestia.

“No valió el sacrificio, porque no nos jugamos la vida quienes pusimos el capital humano, no nos lo permitieron, y eso lo saben quienes jugaron”, detalló Basaguren, quien recordó que con la eliminación vinieron días grises, acaso solo maquillados por un representativo al que se le recuerda con el mote del “Brasil de los cinco 10”, en el cual Tostao, Jairzinho, Rivelino, Gerson y Pelé se conjuntaron para alzar una Copa del Mundo que bien pudo ser mejor para los mexicanos si Alberto Onofre no se hubiera lesionado.

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Alineación Italia 4-1 México: o de cuando México perdió su oportunidad de la Copa por apostar todo a un jugador

(Eliminación de la selección nacional en Cuartos de Final, 14 de junio de 1970)

  • Titulares

Francisco Castrejón

Gustavo Peña

Mario Pérez

José Vantolrá

Javier Guzmán

Antonio Munguía

Héctor Pulido

José González

Aarón Padilla

Javier Valdivia

Javier Fragoso

  • Suplentes

Antonio Mota

Francisco Castrejón

Juan Manuel Alejándrez

Guillermo Hernández

Francisco Montes

Marcos Rivas

Isidoro Díaz

Mario Velarde

Enrique Borja

Horacio López Salgado

Ignacio Basaguren

  • Entrenador

Raúl Cárdenas