Un talento para encontrar talento

Kendall Werts en el desfile de Giambattista Valli en París, el 4 de octubre de 2021. (Elliott Verdier/The New York Times)
Kendall Werts en el desfile de Giambattista Valli en París, el 4 de octubre de 2021. (Elliott Verdier/The New York Times)

PARÍS - “Siempre he tenido la sensación de que tengo mucha labia”, dijo Kendall Werts, sentado en un gabinete del bar del vestíbulo del Park Hyatt, junto a la Place Vendôme. “La razón por la que le gusto a la gente es la autenticidad, la espontaneidad de lo que expreso”.

Le gusta contar historias, o más exactamente, crearlas e hilarlas. “Soy capaz de hacer limonada con naranjas”, comentó.

Werts se tomó una taza de té con miel, quizá para calmar su voz, un poco cansada de trabajar horas extras mientras acompañaba a un puñado de clientes de Jeffries, su prometedora agencia de talentos, desde un desfile de moda hasta una sesión fotográfica, una cena y una fiesta a la siguiente.

Era finales de septiembre, y había llegado a París el día anterior desde Milán, donde su principal tarea era guiar a Evan Mock, un patinador, modelo, influente, actor y diseñador, a través de la ráfaga de flashes y el bullicio que rodea el espectáculo más exclusivo de la Semana de la Moda de Milán: la colaboración de Versace y Fendi llamada #Fendace.

“Donatella está obsesionada con Evan”, dijo Werts.

En París, Mock y Werts estuvieron acompañados por otros miembros de la familia Jeffries: la actriz y artista Julia Fox, conocida por “Uncut Gems” y “No Sudden Move”; Kailand Morris, hijo de Stevie Wonder, que ha hecho prácticas para Kim Jones en Dior, ha protagonizado una campaña de Dior Men y recientemente diseñó una colección cápsula para Iceberg; y Luna Blaise, actriz conocida por la serie sobrenatural “Manifest”.

Mock, un escuálido joven de 24 años con cabello rosa, es el cliente de Jeffries que más se acerca a ser famoso. Fue elegido para el papel de Aki, el patinador bisexual y de género fluido, en la nueva versión de “Gossip Girl”, después de que su productor ejecutivo Joshua Safran lo viera en todas partes. Eso fue en gran parte gracias a Werts, que conoció a Mock cuando era un patinador de Hawái que hacía un poco de modelaje.

Kendall Werts y Julia Fox antes del desfile de Giambattista Valli en París, el 4 de octubre de 2021. (Elliott Verdier/The New York Times)
Kendall Werts y Julia Fox antes del desfile de Giambattista Valli en París, el 4 de octubre de 2021. (Elliott Verdier/The New York Times)

“Mi carrera se disparó”, dijo Mock sobre su carrera desde que firmó con Jeffries. Ha acumulado cientos de miles de seguidores en Instagram; ha aparecido en una serie de televisión; ha aparecido en sesiones de fotos para revistas; ha aparecido en campañas publicitarias para Paco Rabanne, Rimowa, Calvin Klein y Lacoste; y tiene su propia marca, llamada Sorry in Advance.

En Milán y París, Mock también asistió a los desfiles de Balmain, Lanvin y Vivienne Westwood, pero su momento culminante fue tomar el té con Werts. “Oírlo hablar es divertidísimo”, dijo Mock. “Es muy improvisado y no tiene guion. Es un espectáculo en sí mismo”.

Fox, de 31 años, conoció a Werts a través de su publicista, quien pensó que podría beneficiarse de sus servicios. Dice que al principio no estaba claro qué le ofrecía exactamente. The Jeffries no encaja en el molde de una agencia tradicional —de Hollywood o de modelos—, que es donde se encuentra la trayectoria de Werts. Más bien se sitúa a caballo entre los mundos invertidos y amorfos de las celebridades, la moda, el lujo, el arte y las redes sociales, en los que la fama, la influencia y sus orígenes hace tiempo que han atravesado el espejo del país de las maravillas.

Werts, de 40 años, es un experto en la turbia cartografía del panorama moderno de las celebridades, en el que hacer una cosa realmente bien es mucho menos importante que hacer tantas cosas “acertadas” como se pueda. Consigue campañas publicitarias, colaboraciones y colecciones cápsula, a menudo sacando a los clientes de los rincones de internet cuando son jóvenes y están a punto de hacer algo más grande. Y entonces encuentra lo que es.

Fox firmó con Werts después de que una reunión de 30 minutos se convirtiera en una sesión de cuatro horas de intercambio de ideas sobre cómo construir su imagen y encontrar proyectos creativos fuera del cine y la televisión. “Siempre va diez pasos por delante”, dice Fox. “Es capaz de ver el panorama completo. A veces dice cosas como esta: ‘Dios mío, se me acaba de ocurrir la mejor idea’. Tú harás esto y aquello”.

Durante una oleada de la pandemia el año pasado, Fox expresó su interés en escribir una columna, así que Werts ayudó a organizar un artículo con GQ en el que daba consejos de parejas. Cuando llegó el momento de hacer prensa para “No Sudden Move”, Werts se aseguró de no usar nada más que Armani y Tiffany, elegidos para plantar la semilla de algo más. Funcionó: Fox protagonizará la campaña navideña de Tiffany.

‘Eso es todo. Me voy de aquí’.

The Jeffries lleva el nombre del proyecto de viviendas en Detroit donde creció la madre de Werts. Ella era adicta y vendía drogas, dijo, y su padre nunca estuvo en su vida. Werts estuvo al cuidado de su abuela materna hasta que murió cuando él tenía 10 años. Finalmente, su tía Wilhelmina se convirtió en su tutora, lo sacó de ese conjunto de viviendas y lo trasladó a una escuela imán.

Aunque su abuela y su tía le proporcionaron orientación positiva y estabilidad, el trauma lo acechaba dentro y fuera de su hogar de la primera infancia. Cuando se encendían las luces de la calle, todo el mundo tenía que estar adentro. El sonido de los disparos y cubrirse de las balas en el suelo era algo habitual, comenta.

La televisión era su gran consuelo. “No es que no me permitieran salir a jugar”, dijo. “Obviamente, sí podía”. Pero su preferencia —y la de su abuela— era pasar horas consumiendo televisión, y llegaban a ver nueve telenovelas. Luego se aficionó a “Beverly Hills 90210” y “Melrose Place”.

La televisión le abrió los ojos a la vida fuera de The Jeffries y de Detroit. “Me dio la sensación de que había alguien más ahí afuera”, dijo.

También le proporcionó un profundo conocimiento de las referencias de la cultura pop, al seguir la carrera de las estrellas a través de diversos conciertos y apariciones. “Saber lo que Diana Ross llevaba puesto cuando estuvo en ‘The Ed Sullivan Show’ y cómo eso fue efectivo para su carrera me ayuda en mi carrera ahora”, afirmó.

El canal Style Network y su cobertura de los desfiles de Alexander McQueen a finales de la década de 1990 son lo que estimuló el interés de Werts por la moda. “Me quedé pensando: ‘¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo está pasando esto?’”, recuerda. “Era tan diferente a todo lo que había visto en toda mi vida que pensé que iba a dedicarme a la producción de desfiles de moda, o a trabajar en una agencia, pero sin duda iba a tratar con modelos”.

Primero, tenía que dejar Detroit. La madre de Werts murió de un aneurisma en 2002, narró. “Yo pensaba: ‘Se acabó. Me voy de aquí. Tengo que empezar a correr’”. A principios de 2003, corrió a Nueva York con 75 dólares y se alojó con un amigo en el barrio de East Williamsburg en Brooklyn. En su primera noche en la ciudad, fue a bailar al club Plaid. La noche siguiente hizo lo mismo y le presentaron a una vendedora de Patricia Field.

De día, Werts era “una reina de las ventas minoristas”, dijo. Por la noche, era el “duque” de los clubes, y salía con Sophia Lamar, Amanda Lepore, Drew Elliott, los Misshapes.

Con el tiempo, Werts se dio cuenta de que sería prudente graduarse del entorno de los clubes: “La vida no es ‘Cabaret’”, dijo. “No puedes ser Liza para siempre”. Su periplo en el mundo de la venta al por menor lo llevó de Patricia Field a Banana Republic, a Ted Baker y a Hervé Léger en el momento álgido de la moda de los vestidos de venda. Un día entró una mujer del Upper East Side con un pants de Juicy Couture. Resultó que acababa de perder peso, lo que inspiró a su marido a someterse a un bypass gástrico, lo que a su vez lo inspiró a empezar a acostarse con su asistente. La mujer buscaba los vestidos de Hervé Léger para animarse gastando decenas de miles de dólares.

“Había una narrativa”, dijo Werts. Fue capaz de tomar su historia y “hacerla más grande”, dijo: “Cuando ella va a algún sitio, se luce con todo el Upper East Side. Le hacía imaginarse a sí misma con esos vestidos, en esas fiestas, y así fue como pude vender sus vestidos”. Decidió que, si podía vender vestidos, podía vender personas.

Nace un agente

A través del amigo de un amigo, Werts consiguió hacer prácticas en Supreme Management, trabajando en sus días libres, antes de aceptar un puesto de asistente en DNA, una agencia de modelos de primera línea que representa a Kaia Gerber, Freja Beha Erichsen y Adwoa Aboah. En 2011, tras un año de ser asistente, Werts le dijo a Taylor Hendrich, entonces director de la agencia, que quería tener a su propio cliente.

“Me dijo: ‘Ve a buscar uno’”, cuenta Werts. Se fijó en Andreja Pejic, entonces conocido como Andrej Pejic, el modelo transgénero que había cerrado recientemente el desfile de alta costura de Jean Paul Gaultier con un vestido de novia.

La revista New York quería al modelo para su número de moda de otoño. “Soy un fanfarrón”, dijo Werts, que llevó a beber al redactor del reportaje. Se convirtió en cinco páginas y una portada, bajo el titular “El chico más bonito del mundo”.

Con ello, Werts se convirtió en agente. Él y Hendrich no tardaron en marcharse a Wilhelmina, una agencia rival, dejando a todos sus clientes en DNA, como dictaban los contratos. En Wilhelmina, Werts empezó a centrarse en clientes con ambiciones más allá del modelaje, pero la agencia se sumió en la confusión interna. Werts se fue en 2017.

En medio de la frustración en Wilhelmina, sus antiguas conexiones con la vida nocturna le resultaron útiles. Werts mantuvo una amistad con Patrick Meijer, un ejecutivo de telecomunicaciones, después de conocerlo durante sus primeros días de club. En agosto de 2017, Werts se tomó en serio la idea de poner en marcha The Jeffries, y Meijer, que buscaba salir del mundo corporativo, se ofreció a financiarlo.

¿Por qué? “Había visto a Kendall en un entorno profesional, y siempre me impresionó cómo descifraba a las personas de un lugar, cómo conocía a todo el mundo que estaba allí, cómo era capaz de mantener conversaciones con la gente sobre cosas muy actuales de la moda o la belleza y ser capaz de sacar cosas de las décadas de 1970 o 1980”, dijo Meijer.

La cultura se puso al corriente

Él y Meijer no se han detenido. Su personal ha pasado de dos miembros a cinco, y la lista de Jeffries se ha ampliado. El talento ante la cámara se entremezcla con el que está fuera de ella. Virgil Abloh ha contratado al patinador, actor y rapero Lil Dre para una campaña de lentes de sol para Off-White. Matthew Mazur, estilista y DJ, trabaja con la estrella del pop transgénero Kim Petras.

Los fotógrafos Ricardo Gomes y Ray Polanco llegaron a Jeffries desde los séquitos de los más famosos: Madonna y Travis Scott. Han pasado de fotografiar sus activos en Instagram, imágenes entre bastidores y —en el caso de Gomes, el nuevo documental de Madonna, “Madame X”— a contratar campañas publicitarias y sesiones de moda para GQ y Rolling Stone.

Por mucho que Werts haya trabajado para alejarse de Detroit, esta sigue siendo una parte importante de la forma de enfocar su negocio. La búsqueda de talentos fuera de lo común comenzó en Detroit.

Recuerda a una mujer llamada Shawn, que solía venir a casa de su abuela para las cenas navideñas con abrigos de visón y muchas joyas. “No sabía que era una desnudista”, dice Werts. “Solo pensé que era una de las personas más glamurosas que había visto en toda mi vida”.

“En eso consiste mi empresa”, dijo. “La persona en la que no se piensa, la persona que quizá no tiene seguidores, la persona que debajo de todo eso es feroz, aunque los demás no lo hayan visto”.

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