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La talentosa señora Highsmith: seis films inspirados en las novelas de la creadora de Tom Ripley

Patricia Highsmith vuelve a la pantalla gracias a una nueva adaptación de sus novelas
Patricia Highsmith vuelve a la pantalla gracias a una nueva adaptación de sus novelas

Patricia Highsmith fue una de las escritoras más interesantes de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Si bien su popularidad estuvo atada a la creación del personaje de Tom Ripley, exquisito y maquiavélico impostor que cimentó su triunfo en el fascinante desapego de su carácter y en su camaleónico ascenso en los más recoletos círculos sociales, la obra de esta escritora recorrió numerosos tópicos: desde algunos ensayos sobre la técnica literaria del suspenso, a la exploración de la pulsión criminal en los hombres más ordinarios, hasta llegar a la concepción de la mente enamorada como el mapa de un crimen perfecto.

El estilo de Highsmith se nutrió de su asombroso poder de observación pero también de la gestación de una narrativa ocurrente y poderosa, enquistada en un distante punto de vista. El narrador mira a su personaje desde la distancia, penetra en sus deseos, peros siempre reserva para sus adentros una cuota irrestricta de misterio. El caso de Mar de fondo, novela que dio origen a la nueva película de Adrian Lyne, Aguas profundas (Amazón Prime Video), es ejemplar en la transparencia de su ideario. Un hombre común como Victor van Allen ensaya el crimen como un juego, una broma para alejar a los amantes insolentes de su esposa Melinda. Pero… ¿y si ese deseo se convirtiera en realidad? Todos podemos ser asesinos si las circunstancias fueran favorables, parece decir Highsmith con esos aires de curiosa misantropía.

Sus novelas han sido perfectas para el cine, desde la inaugural Extraños en un tren, adquirida por Alfred Hitchcock cuando Highsmith todavía era una desconocida, hasta Carol de Todd Haynes, aquella intriga de amor y secreto. Varias de sus historias han sido traicionadas y reinventadas, han dado origen a divertidos ejercicios de estilo y a notables obras maestras. En vida, ella nunca quedó conforme con los resultados. Ahora podemos dar nuestro propio veredicto.

Pacto siniestro (1951), de Alfred Hitchcock. Basada en la novela Extraños en un tren, publicada en 1950.
Pacto siniestro (1951), de Alfred Hitchcock. Basada en la novela Extraños en un tren, publicada en 1950.


Pacto siniestro (1951), de Alfred Hitchcock. Basada en la novela Extraños en un tren, publicada en 1950.

Pacto siniestro (Strangers on a Train, Alfred Hitchcock, 1951) El último guion de Raymond Chandler en Hollywood supuso una seguidilla de sinsabores para el célebre creador del detective literario Philip Marlowe. Si bien su experiencia en la adaptación de Pacto de sangre de James M. Cain no había sido satisfactoria y la colaboración con Billy Wilder había derivado en el mutuo desprecio y en la reincidencia en el alcoholismo para el escritor, el encuentro con Alfred Hitchcock no iba a resultar mucho mejor. El desafío era adaptar la primera novela de una joven escritora texana que se había publicado hacía algunos meses y despertó tanto interés en el director británico que convenció a la Warner de comprar los derechos a un precio de rebaja. De hecho, Highsmith siempre se quejó de haber vendido Extraños en un tren por monedas. La historia del intercambio de crímenes y la transferencia de culpabilidad, de claro cuño católico, resultaba perfecta para el universo hitchcockiano, pero la primera versión del guion de Pacto siniestro no dejó conforme al director. Después de deshacerse de Chandler y encomendar la corrección a Czenzi Ormonde, colaboradora habitual de Ben Hecht, realizó varios ajustes en el acto final y en la distribución de las culpas y castigos. Por supuesto, Highsmith quedó profundamente desilusionada: acusó a Hitchcock de simplificar la historia y traicionar su final. Lo cierto es que Pacto siniestro fue el comienzo de la era de oro del arte del inglés en Hollywood, con escenas memorables como el asesinato en el parque de diversiones y el descontrol de la calesita en el final. Además, demostró que Hitchcock siempre creyó, como Highsmith, que las mejores historias son las que tienen los mejores villanos. Disponible en HBO Max y Apple TV.

A pleno sol (1960), de René Clément. Basada en la novela El talento de Mr. Ripley, publicada en 1955.
A pleno sol (1960), de René Clément. Basada en la novela El talento de Mr. Ripley, publicada en 1955.


A pleno sol (1960), de René Clément. Basada en la novela El talento de Mr. Ripley, publicada en 1955.

A pleno sol (A plein soleil, René Clément, 1960) Fue la primera adaptación de la novela inaugural de la saga sobre Tom Ripley, que años después tuvo una revancha más fiel (y no por ello mejor) en la película de Anthony Minghella, El talentoso señor Ripley (1999). Si bien Highsmith quedó defraudada por el cambio del final y la sanción moral al personaje en la película de Clément, el gran aporte de esta versión fue darle el mejor rostro a ese sofisticado e irresistible estafador: el de Alain Delon. En el pináculo de su belleza y en camino de ascenso a la fama, antes de sus excursiones al melodrama viscontiano con Rocco y sus hermanos y El gatopardo, Delon fue el asesino exquisito y seductor imaginado por Highsmith, un rostro de Adonis imperturbable y despiadado, tan elusivo y letal como en los mejores pasajes de la creación literaria. En el inicio de la historia, Ripley es un joven tímido que busca a su amigo Philippe Greenleaf en la isla Ischia del mediterráneo italiano. Greenleaf no es otro que Maurice Ronet, con su porte despreocupado de heredero consentido, dedicado al despilfarro y los amoríos, dueño y señor de esa Europa del milagro económico. La mirada de Ripley no solo cristaliza una envidia corrosiva sino también un deseo prohibido para la época, metáfora de esa ambigüedad que definió a la literatura de Highsmith en el atentado a todos los tabúes de su época. Con una paleta de colores estridentes y un uso eufórico de los exteriores, Clément convirtió a su impostor en el mito erótico del momento. Disponible en Apple TV.

El juego de Ripley (2002), de Liliana Cavani. Basada en la novela El juego de Ripley (también editada como El amigo americano), publicada en 1974.
El juego de Ripley (2002), de Liliana Cavani. Basada en la novela El juego de Ripley (también editada como El amigo americano), publicada en 1974.


El juego de Ripley (2002), de Liliana Cavani. Basada en la novela El juego de Ripley (también editada como El amigo americano), publicada en 1974.

El juego de Ripley (Ripley’s Game, Liliana Cavani, 2002). En 2002, Liliana Cavani dirigió una nueva versión de la novela El juego de Ripley, la tercera de la saga y para muchos la más exquisita. La directora de Portero de noche decidió dar su propia versión de aquel encuentro entre Ripley y Jonathan, un hombre común y anodino convertido a la fuerza en un asesino. El mismísimo Wim Wenders había hecho su propia adaptación, trasladando la acción a la ciudad de Hamburgo, en la Alemania de los años de plomo, y convirtiendo al Ripley de Dennis Hopper en un cowboy extravagante, compendio de la cinefilia versátil de pleno apogeo del Nuevo Cine Alemán. Las traiciones al original fueron muchas pero El amigo americano (1977) se conserva como uno de los ejercicios más vitales nacidos de la fría pluma de Highsmith. Cavani opta por otra estrategia: su Ripley, en la perfecta piel de John Malkovich, se acerca más al cinismo de la escritura original, y el devenir de ese encuentro se nutre menos de una colaboración fructífera y exultante que de una decadentista dependencia, ambigua y obsesa como la de Highsmith, enraizada en el mercado del arte y la tragedia de la enfermedad. Por ello la película de Cavani convierte a Ripley en un perfecto titiritero, cuyo comportamiento es tan sinuoso y letal como el de la serpiente, y su máscara se ha hecho carne, buen gusto y savoir faire en un mundo de apariencias y engaños. Cavani no pierde el grotesco y la provocación de su firma, pero asume el universo de Highsmith con verdadera devoción. Disponible en Google Play.

De amor y dinero (2014), de Hossein Amini. Basada en la novela Las dos caras de enero, publicada en 1961.
De amor y dinero (2014), de Hossein Amini. Basada en la novela Las dos caras de enero, publicada en 1961.


De amor y dinero (2014), de Hossein Amini. Basada en la novela Las dos caras de enero, publicada en 1961.

De amor y dinero (Two Faces of January, Hossein Amini, 2014). Basada en la novela Las dos caras de enero, publicada a mediados de los años 60, la ópera prima del director británico-iraní Hossein Amini recoge la estructura triangular nacida de un encuentro fortuito en la Acrópolis de Atenas. Una pareja de turistas estadounidenses, Chester McFarland (Viggo Mortensen) y su joven esposa Colette (Kirsten Dunst), deambulan entre las ruinas cuando divisan a un extraño observador. El joven guía turístico Rydal (Oscar Isaac), varado en la capital griega hace ya varios años, compara en silencio una foto de su padre muerto con la silueta del caballero vestido de blanco. Ese encuentro en apariencia ocasional se delinea con una fuerza arrolladora que solo Highsmith puede pergeñar. Como en casi todos sus relatos, los personajes son enigmas incluso para ellos mismos, y la trama que enreda a Chester y Colette con el tercero en discordia es tan espesa como esos interiores mediterráneos, bañados con la luz del mediodía y la tentación irresistible del crimen. La adaptación del propio Amini, que demoró cuatro años en concretar, se concentra en los detalles: la ansiedad y el temor creciente en los gestos de Chester, el deseo latente en la mirada de Rydal, las dudas en las convicciones de Colette. La aparente tranquilidad de la pareja no solo se ve asediada por un investigador privado que sigue la estela de estafas de Chester, sino por esa inocente intromisión que ensaya Rydal, figura dual por excelencia, delegado de sus fantasmas, de ese pasado contenido en cartas y fotografías. En esa resistencia a ser lo que parecen, todos los personajes esconden sus densas oscuridades bajo las máscaras más afables e inofensivas. Sin demasiadas pretensiones, Amini da en el clavo en el retrato de esa Europa prometedora que guarda bajo la manga las crueldades más absurdas. Disponible en Amazon Prime Video, Movistar Play y Paramount +.

Carol (2015), de Todd Haynes. Basada en la novela El precio de la sal (también editada como Carol), publicada en 1952.
Carol (2015), de Todd Haynes. Basada en la novela El precio de la sal (también editada como Carol), publicada en 1952.


Carol (2015), de Todd Haynes. Basada en la novela El precio de la sal (también editada como Carol), publicada en 1952.

Carol (Todd Haynes, 2015). Publicada como El precio de la sal y bajo el seudónimo de Claire Morgan, Carol fue la novela más personal de Patricia Highsmith, nutrida de sus experiencias lésbicas pero también de la audacia de su propia literatura, que aún no se encasillaba en el suspenso. De hecho el rechazo de su editor, más allá del tabú que abordaba, se justificaba en la necesidad de focalizar su escritura en un género y así ganar lectores y popularidad. Escrito el guion por Phyllis Nagy, tardía discípula de la escritora, y recién financiado cuando Cate Blanchett sumó su nombre al proyecto, llegó a las manos de Todd Haynes por la convicción de las productoras Christine Vachon y Elizabeth Karlsen. Director emblema del New Queer Cinema de los 90, Haynes filmó Carol como la perfecta representación del mundo de Highsmith, teñida de secreto y timidez, envuelta en la influencia de Breve encuentro de David Lean y de la fotografía de Saul Leiter en los tempranos 50, con el abismo del amor convertido en una impensada road movie. El punto de vista, como en toda la obra de la escritora, está teñido de una tenue opacidad, de una inquietante incertidumbre. Aquí la mente criminal deja paso a la mente enamorada, pero su operatoria no es muy distinta. Therese Belivet (Rooney Mara) divisa a Carol (Blanchett) en la tienda de regalos en la que trabaja durante los días previos a la Navidad. De allí no solo surge una subterránea pasión amorosa sino también una infinidad de interrogantes sobre la identidad y el deseo, el compromiso y la sexualidad. Haynes abandona los colores furiosos de sus melodramas sirkianos para construir un mundo de espejos y dualidades, miradas que asumen la posición de la cámara, rostros que despliegan su intermitente reflejo. Muchas años después de su producción manuscrita en ese tiempo previo al éxito y su hibernación por décadas en el silencio de la prohibición, Carol asumió el esplendor de sus imágenes, de esa declaración que Highsmith se negó a conservar en un cajón. Disponible en Mubi, Apple TV y Google Play.