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Taylor Swift pone en bandeja lo que más necesitan los Óscar, pero a cambio de una nominación poco convincente

DUESSELDORF, GERMANY - NOVEMBER 13: Taylor Swift attends the MTV Europe Music Awards 2022 held at PSD Bank Dome on November 13, 2022 in Duesseldorf, Germany. (Photo by Jeff Kravitz/FilmMagic)
DUESSELDORF, ALEMANIA - 13 DE NOVIEMBRE: Taylor Swift asiste a los MTV Europe Music Awards 2022 celebrados en PSD Bank Dome el 13 de noviembre de 2022 en Duesseldorf, Alemania. (Foto de Jeff Kravitz/FilmMagic)

Conquistar la industria de la música ya no es suficiente para Taylor Swift y este año se ha propuesto dejar huella en el mundo del cine también. Porque además de lanzar un nuevo disco y causar estragos con la venta de entradas de su próxima gira, la cantante también se ha dejado ver por la cartelera a través de un papel secundario en Ámsterdam, mientras aspira llegar lejos en los próximos premios Óscar como directora. Porque, en caso de que no lo supieran, la artista lleva varios meses generando conversación a través de la posible candidatura que podría conseguir en la categoría de mejor cortometraje de acción tras haber dirigido All too well: The short film. Pero, si se hiciera realidad, me sonaría a pura conveniencia.

Todos aquellos que seguimos la temporada de premios sabemos que la Academia está viviendo una fuerte crisis de audiencia. Que necesita urgentemente encontrar una fórmula que funcione con las nuevas generaciones y atraigan a decenas de millones de espectadores. Por ejemplo, los ratings de cada ceremonia no dejan de bajar desde 2014 por mucho que cambien de anfitrión, nominen blockbusteres, abran las puertas al streaming o tengan grandes estrellas desfilando por la alfombra roja. Y si bien la gala de este mismo año logró superar a la entrega pandémica de 2021, no fue suficiente. Es decir, de los 43.7 millones de televidentes congregados frente al televisor en 2014 se bajó a los 10.4 millones en 2021, para subir apenas a los 15.36 millones este año. Muy, pero que muy lejos, del promedio de entre 30 y 43 millones que se conseguían las dos décadas pasadas (Statista).

Este es un dato muy importante porque si las cifras de audiencia siguen cayendo, los Óscar corren el peligro de perder relevancia. Por eso, contar con un ídolo de masas como Taylor Swift entre los nominados de 2023, y en una categoría tan inesperada, podría congregar al tipo de audiencia que la Academia necesita. Después de todo, no vamos a negar que ver a la cantante recogiendo una estatuilla como cineasta no generaría interés y curiosidad. Sin embargo, nominar a Taylor Swift podría ser una jugada peligrosa para la Academia. Por un lado sería una ventaja a nivel de negocio y audiencia pero, artísticamente hablando, el cortometraje no está a la altura del compromiso narrativo que suele destilar esta categoría.

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El cortometraje, que más bien podría describirse como un videoclip musical extenso, cuenta la historia de amor de una pareja protagonizada por Sadie Sink (Stranger Things) y Dylan O’Brien (El corredor del laberinto), que pasa del enamoramiento ideal a las diferencias que van abriendo una brecha entre los dos. A lo largo de 14 minutos somos testigos de una relación que pasa por diferentes etapas de inmadurez, reconciliación y separación, para hablarnos de un corazón roto, el recuerdo y la huella que deja un amor profundo. Y a excepción de una breve secuencia de diálogo, toda la historia transcurre al son de la conocida balada de Taylor Swift, All too well, que precisamente nos habla de un romance truncado entre una joven y un hombre nueve años mayor.

La canción en cuestión no es nueva. En realidad se publicó en el álbum Red de 2012, siendo retocada y extendida por Swift hasta llegar a la versión de 10 minutos que relanzó el año pasado en la reedición de Red. No olvidemos que la cantante se encuentra republicando sus primeros discos después de perder los derechos de las grabaciones originales en 2018, cuando fichó por Universal y abandonó el sello Big Machine Records. Además, teniendo en cuenta los componentes biográficos que suelen tener las canciones de Taylor Swift, sus fans no tardaron en atar cabos y señalar que la canción habla justamente de la ruptura de la cantante con el actor Jake Gyllenhaal cuando, como dice la canción, ella tenía 20 y él 29.

No tengo nada que achacarle al videoclip. Sadie y Dylan se entregan de lleno a sus personajes contagiando la pasión del relato y la canción nos toca la vena sensible, como hacen todas las baladas de Taylor Swift. Es más, sus fans están entregadísimos con unos 4 millones y medio de likes en YouTube y hasta los premios MTV le otorgaron el galardón a mejor video largo. Pero de ahí a colocarlo en la carrera de los Óscar es otro cantar.

Porque más allá de su duración, All too well: The short film no se diferencia en gran medida al resto de videoclips de la cantante. Hay un relato romántico, colores otoñales y una canción. No somos testigos de ningún riesgo creativo, de una narrativa original ni de una apuesta que marque la diferencia. La única diferencia con el resto de sus videoclips es que dura 14 minutos y que lo dirige ella misma. Por esta pauta, si tuviéramos que nominar a los videoclips de cantantes en la categoría de mejor corto, entonces ahí tendría que haber estad Rainsford con el videoclip de Love me like you hate me que protagonizaron Shia LaBeouf y Margaret Qualley. Ese sí que era un video con riesgo artístico. Pero videoclip, al fin y al cabo, no cortometraje.

Lo curioso del asunto es que Taylor Swift parece estar decidida en ponérselo fácil a la Academia. Después de haberse quedado a las puertas de las nominaciones con las canciones de Los juegos del hambre, Cats y Cincuenta sombras más oscuras, cualquiera diría que este año va a por todas. Porque no solo presentó el cortometraje en el pasado Festival de Cine de Tribeca, sino que también hizo lo mismo en otro certamen por donde suelen pasar la mayoría de candidatas anuales para los Óscar como el Festival de Cine de Toronto. Mientras que, después de asegurarse que el vídeo cumple los requisitos para ser seleccionado por la Academia estrenándolo dentro de la ventana de exhibición, en agosto de este mismo año The Hollywood Reporter confirmó que la cantante había contratado una consultora para que guie su campaña para los premios Óscar. Es decir, iría a por todas sirviendo en bandeja una posible campaña que podría generar el ruido necesario antes de los Óscar y crear expectación.

Evidentemente a la Academia le vendría de perlas contar con Taylor Swift en pantalla. Y aún más en un año donde probablemente también tengan a Lady Gaga nominada por haber sido compositora de la banda sonora de Top Gun: Maverick y por su preciosa canción Hold my hand. Sería un puntazo. Captarían la atención de millones de fans que seguramente se queden despiertos y atentos a la pantalla, no solo para ver la actuación de la canción que pueda estar nominada, sino también por descubrir si recoge la estaquilla a mejor cortometraje o no. Pero, para llegar a este punto, la institución tendría que pasar por el aro de las críticas y dejar a un lado posibles candidatos merecedores del reconocimiento por encima de All Too Well. No olvidemos que por más que los cortometrajes sean vistos como los hermanos menores del cine, la categoría suele estar repleta de historias maravillosas, de riesgos creativos emocionantes y proyectos que sirven de plataforma para futuros cineastas de largometrajes. Por allí pasaron el intenso drama codirigido por Riz Ahmed, The long goodbye; la maravillosa historia de voyerismo The neighbors’ window; o la increíble Madre de Rodrigo Sorogoyen, entre tantos otros. Obras arriesgadas, con relatos narrativos originales que realmente marcaban la diferencia. Algo que on creo que quede latente en el corto-videoclip de Taylor Swift.

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