No Te Va Gustar: un conmovedor paseo retrospectivo por su historia con una gran noticia para sus fans

La estrecha conexión entre No Te Va Gustar y el público argentino viene de larga data. Desde su primera visita al país, a comienzos del año 2000, la agrupación uruguaya generó un intenso ida y vuelta con sus seguidores locales que con el transcurso de los años no sólo fue creciendo en número sino que se fue solidificando de una manera especial y notable. Después de presentar oficialmente Luz, su más reciente álbum, durante octubre del último año en el Hipódromo de Palermo, el grupo decidió reencontrarse con sus fans porteños como parte de su actual gira en la que está celebrando sus primeros veintinueve años de historia. Y el espacio elegido para tal festejo fue el mítico estadio Luna Park, donde anoche se desarrolló la primera de un total de cuatro funciones previstas (repite hoy viernes, mañana sábado y el domingo).

Frente a una audiencia que colmó las instalaciones del lugar sin dejar de flamear sus banderas ni de cantar a lo largo de toda la velada, No Te Va Gustar confirmó una vez más su formidable poder de convocatoria a base de un ecléctico cancionero cuyas más nóveles composiciones se suman a los ya probados hits, conformando así una lista de temas a puro clásico.

“Sin pena ni gloria”, “Cero a la izquierda”, “Al vacío” y “A las nueve” rompieron el hielo de una noche intensa y marcada por los diferentes climas propuestos por una banda que, más allá de haber forjado una identidad propia, siempre se caracterizó por experimentar y recorrer diferentes senderos musicales con el objeto de enriquecer y enaltecer su propuesta. El ska, el reggae, el pop, la murga y el candombe permanecen girando alrededor de sus canciones. No obstante, de un tiempo a esta parte el combo charrúa parece haber inclinado la balanza hacia un sonido emparentado con un rock más potente y directo, donde las guitarras, el bajo, los teclados y la batería cobran una vital preponderancia, dejando en un segundo plano a su tan característica sección de vientos.

Al menos en esta primera jornada, eso fue lo que destiló NTVG desde un plano instrumental; un grupo sólido, compacto, por momentos muy rockero y con destacadas participaciones de la base compuesta por Guzmán Silveira (bajo y coros) y Diego Bartaburu (batería) junto a Pablo Coniberti (guitarra y coros) y Francisco Nasser (teclados).

Sin embargo, y como se cita previamente, estamos en presencia de una agrupación curiosa, inquieta y que hace de la variedad un culto. Fue entonces en esos pasajes más rítmicos donde la labor de Martín Gil (trompeta), Denis Ramos (trombón) y Mauricio Ortíz (saxo), más la participación de Agustín Azubel (saxofonista de Nonpalidece), cobró mayor dimensión y lucimiento. De este modo, el reggae asomó con “Pensar”, “Verte reír” y “La única voz”; el tex mex dijo presente a través de “Los villanos” y “Nada para ver” aportó la cuota de ska, todo acompañado por una dinámica iluminación sumada a las atractivas visuales e imágenes en vivo reflejadas por cinco pantallas led dispuestas en forma de rombo.

Por su parte, los tintes acústicos de “Memorias del olvido”, “Josefina” y “De nada sirve” no sólo desembocaron en un segmento de mayor calma sino que transformaron al Luna en un multitudinario fogón para luego transportar al público hacia el espíritu mismo del carnaval de Montevideo mediante los celebrados sones murgueros de la muy coreada “Clara”.

“Este sábado 24 de junio cumplimos veintinueve años de carrera, es decir que el año que viene estaríamos llegando a los treinta. Por eso, queremos comunicarles la primicia de que el próximo 6 de abril vamos a celebrarlo tocando en Vélez ”. El sorpresivo anuncio dado a conocer por el propio Emiliano Brancciari provocó un estallido en todos los rincones del estadio y semejante entusiasmo se prolongó al son de “Tan lejos” y “Fuera de control”. Fue uno de los tantos diálogos que el vocalista y guitarrista mantuvo con el público aunque siempre conservando ese perfil de frontman atildado, medido, simple, sencillo y que, como compositor, desgrana desde historias mínimas de corte personal, situaciones amorosas y de desamor hasta sensaciones y miradas más generales y sociales, como por ejemplo en “Venganza”, ese descarnado alegato en contra de los femicidios y la violencia hacia las mujeres, con Nicky Nicole disparando un flow feroz desde las pantallas de video.

En calidad de invitada, Ivonne Guzmán (la destacada vocalista de La Delio Váldez) desplegó todo su encanto y sensualidad entonando el hit “Chau” en una noche plena de emociones, donde tampoco faltaron sendos guiños a Rodrigo Bueno y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y que bajó el telón con “No hay dolor”, “Más mejor”, “El camino” y “No era cierto”.

Veintinueve años de historia resumidos en casi tres horas de concierto y 31 canciones, conformando así un conmovedor viaje tripulado por una de las principales protagonistas del siempre latente rock rioplatense.