'The Crown' juega con fuego con sus sugerencias maritales sobre Isabel II y Felipe

Jonathan Pryce en la temporada 5 de 'The Crown' (Cr. Netflix)
Jonathan Pryce en la temporada 5 de 'The Crown' (Cr. Netflix)

Que la quinta temporada de The Crown aterrice en Netflix a dos meses del fallecimiento de la reina Isabel II no creo que le haga ningún favor. Por un lado, es probable que a nivel de audiencia seguramente le vaya de maravilla. Incluso no descarto que consiga récords de audiencia, tanto por la legión de seguidores que solemos devorarnos cada temporada en apenas unos días, como por contar con la baza de la curiosidad entre todos aquellos que quieran descubrir si su creador, Peter Morgan, la ha pifiado tocando sensibilidades de manera equivocada.

Y precisamente por eso podría ser el peor momento para estrenarla. Porque apuesto que, debido a la sensibilidad latente que ha dejado la muerte de la reina, la gran mayoría podría ver algunas de sus tramas y diálogos ficticios como ofensas en torno a su legado y al luto de su familia. Cuando, si somos honestos, en años anteriores hubieran sido parte de la comidilla entretenida que provocaba la serie. Pues uno de esos ejemplos lo encontramos en la figura de Felipe de Edimburgo, a través de las aparentes sugerencias de infidelidad y problemas maritales con la reina que llevan a que la serie juegue con fuego justo en este momento.

Y es que uno de los arcos dramáticos de la quinta temporada se posa en la relación entre el consorte y la monarca, precisamente en las grandes diferencias que los distanciaban. Tanto de personalidad, hobbies como pensamiento. En el segundo episodio, por ejemplo, entra en acción una supuesta relación entre Felipe de Edimburgo (ahora en la piel de Jonathan Pryce) y la esposa de su ahijado, Penelope Kantchbull (Natascha McElhone). Vemos al marido de la reina ser cordial y amigable con la mujer, ayudando a distraerla tras la muerte de su hija pequeña a través de su pasión por la conducción de carruajes. En principio todo apunta a una amistad platónica que permite a Felipe disfrutar de su hobby en compañía, y a ella a encontrar vías de distracción en una etapa muy difícil de su vida. Además, se supone que Felipe ya tiene poco más de 70 años y la mujer es tres décadas más joven.

Jonathan Pryce como el príncipe Felipe, Natascha McElhone como Penny Knatchbull en la temporada 5 de 'The Crown'. (Cr. Netflix)
Jonathan Pryce como el príncipe Felipe, Natascha McElhone como Penny Knatchbull en la temporada 5 de 'The Crown'. (Cr. Netflix)

Sin embargo, ciertas conversaciones abren la veda a los malos pensamientos. El consorte le confiesa a Penny en la tumba de la niña que una de las cosas que los seres humanos no tienen en cuenta a la hora de comprometerse en matrimonio, es que se termina “creciendo en direcciones separadas”, aparentemente poniendo su relación con la reina como ejemplo. A continuación lo vemos introducir a su nueva amiga en su hobby, reviviendo su pasión por los carruajes y disfrutando como un niño. Esta cercanía abre el camino a una amistad donde las confesiones comienzan a aflorar. Y así saltamos al sexto episodio, donde siguen compartiendo intereses en común, como la ciencia y la historia, siendo dos seres humanos curiosos e inquisitivos. Y en una de las secuencias lo vemos casi anonadado mirando a Penny, embelesado incluso al ser consciente de su belleza y lo mucho que tienen en común.

En este punto la serie toma un camino de drama telenovelero colocando a la reina en la tesitura de mujer celosa, cuestionando la relación entre su esposo y Penny, incluso pidiéndole que le ponga fin como si fuera una mujer insegura. Él se niega, asegurando que no está haciendo nada malo, que solamente son amigos. Sin embargo, existe una escena anterior que siembra la semilla de la duda, como preparando el terreno para este arco narrativo.

Volviendo al segundo capítulo, Felipe aparece manteniendo una conversación con Diana de Gales. Ha descubierto que trabaja en un libro que destaparía trapos sucios contra la familia (el de Andrew Morton) y la visita para advertirle. Algo similar a lo que hizo en el final de la cuarta temporada, como amenazándola si se atrevía a pedir el divorcio a Carlos. En esta ocasión, Felipe de Edimburgo le reafirma el cariño que le tiene y le da un consejo: “Solo hay que ser creativo. Rompe las reglas que quieras. Haz lo que te venga en gana. Haz lo que creas necesario para perseguir tu felicidad, siempre y cuando recuerdes la única condición: serle fiel a tu esposo y a esta familia en público […] No agites las aguas. Nunca. En tu vida”.

Sin embargo esta especie de advertencia nos lleva a dudar si está hablando de sí mismo cuando comparte con la reina sus palabras. Porque a continuación, vemos a Felipe volver a casa y contarle a la reina lo que han hablado, volviendo a dejar en evidencia sus grandes diferencias. Le cuenta que le dijo que podría ser más astuta, más estratégica, y así encontrar toda la felicidad que desea dentro del sistema (la realeza) “sin que nadie se entere”. Pero a la reina no le causa ninguna gracia que su marido piense que lo mejor es que un matrimonio se oculte secretos.

Pero él insiste que “si la gente fuera más considerada, más madura, más discreta, podría ser el pegamento que une todo”. Sin embargo, al estar ante una serie que nos está mostrando las diferencias y distanciamiento entre la reina y su marido, termina dándonos la sensación que está hablando de su propia experiencia manteniendo secretos. Como que si él da el consejo es porque sabe de lo que habla. Pero entonces la reina lo desafía, diciéndole que ella pensaba que “el éxito de un matrimonio se basa en la ausencia de secretos” y que, al final, lo que importa no es que lo una pareja sabe del otro sino lo que Dios sabe de cada uno. Y entonces Felipe saca su picardía diciendo “Creo que él también se toma alguna noche libre”. Y aquí queda la cosa con miradas sostenidas que dicen mucho en silencio.

Imelda Staunton y Jonathan Pryce en la temporada 5 de 'The Crown' (Cr. Netflix)
Imelda Staunton y Jonathan Pryce en la temporada 5 de 'The Crown' (Cr. Netflix)

Si tenemos en cuenta que la serie ya jugaba con la duda de la infidelidad en la segunda temporada metiendo en escena a una bailarina rusa, este tipo de comentarios, consejos y cercanía con Penelope no hacen más que cimentar la misma duda. Y a más de uno no le está gustando un pelo. Por ejemplo, el secretario privado de la reina, Dickie Arbiter, arremetió contra este tipo de sugerencias encubiertas de la serie en una entrevista reciente. Dijo al canal británico Channel 4 (vía Express) que ”las mujeres caían” por el príncipe Felipe pero que nunca fue infiel. “Miraba las vitrinas pero nunca compraba” sentenció. Incluso aclaró que la muerte de la hija de Penny se utiliza en la serie para crear un drama que no existió en la vida real como tal. Afirma que la mujer se interesó en los carruajes pero “no hubo de ninguna forma algún tipo de relación” entre ellos.

Por eso, con el fallecimiento de Felipe en abril de 2021 y el legado de la reina siendo ensalzado más que nunca tras su muerte en septiembre de este año, que se abra la mínima duda de infidelidad termina provocando cierto rechazo. Después de todo hablamos de dos personajes que forman parte de la historia británica, fallecidos recientemente, cuyo legado estaría siendo manchado para favorecer el drama. Y si bien Peter Morgan ha repetido por activa y por pasiva que su serie es una dramatización de la historia de la familia real británica, y no una biografía, resulta inevitable que este tipo de narrativas le vayan a llover más críticas que nunca justo ahora.

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