The Killer, de David Fincher, ya tiene calificación de la crítica

Este es un thriller de pura superficie y estilo, dirigido con un estilo fantástico, y el rostro inescrutable y preocupado de Fassbender es perfecto para ello (...) Todo es entretenidamente absurdo y, sin embargo, la pura convicción y el enfoque inexpresivo que Fassbender y Fincher aportan a este ballet de profesionalismo anónimo lo hacen muy agradable.

No quiero revelar mucho de “The Killer”, porque la película trata de descubrir el viaje de venganza y autodefensa de Fassbender junto con él. Pero diré esto: por muy cuidadosamente hecha y, en algunos momentos, ingeniosa que sea, la película nunca iguala esa secuencia inicial de pura emoción. Lo que el personaje de Fassbender continúa haciendo, aunque ciertamente atrae nuestra atención, comienza a parecer cada vez más variaciones intensificadas pero convencionales de las acciones de muchos personajes que hemos visto en muchos otros thrillers.

Fincher parece divertirse mucho con The Killer. Aunque lo toma en serio como una obra de arte de acción, no tiene nada de serio. Hay un ingenioso combate cuerpo a cuerpo, filmado con poca luz y buen gusto: la vista de dos siluetas golpeándose entre sí se convierte en una especie de títere de sombras.

...puede haber una astuta autorreflexión en el enfoque de Fincher aquí, casi como si se estuviera burlando de sí mismo. Pero hay una delgada línea entre la autorreflexión y la autoparodia, y The Killer está peligrosamente cerca de cruzarla demasiadas veces.

'The Killer' contiene un punzante comentario social, pero en el corazón de la película palpita una mirada de orden filosófico a la naturaleza trágica del protagonista (...) Fincher elabora uno de sus trabajos más precisos y rigurosos, aunque su mirada de cineasta-samurái también tiembla cuando el romanticismo asoma por el relato.

Cualesquiera que sean sus justificaciones, la película es extremadamente concisa, de una manera que casi parece una agresión hacia el público. Fincher sabe que sabemos lo que puede hacer cuando realmente se pone en marcha, pero nos niega ese placer: el tipo cerebral y el más básico. The Killer es un experimento de economía cuyos resultados son menores que el esfuerzo realizado. Calcular la eficiencia está muy bien, pero se requiere al menos algo de vida para darle sentido a toda esta matanza.

The Killer es sin duda la película más simple y directa de la carrera de David Fincher, para bien o para mal. Por un lado, la narración melancólica y la actuación magnética de Michael Fassbender, así como la cinematografía cambiante y la música vibrante, contribuyen a la experiencia inmersiva y llena de tensión notablemente idealizada y ejecutada por el cineasta. Por otro lado, la falta de cualquier capa emocional relacionada con la historia superficial y los personajes sin nombre, junto con una estructura repetitiva y carente de arcos secundarios, aleja gradualmente a los espectadores del mundo ficticio igualmente subdesarrollado. Un caso de admiración más que de disfrute.

...en algunos aspectos The Killer es una película anti-Bond, anti-asesino súper genial, un ejercicio para subvertir expectativas (...) la película no hace lo que muchos espectadores podrían esperar, y esa imprevisibilidad persiste hasta el final, pero posiblemente no de una manera completamente satisfactoria. Digamos que moralmente, The Killer está por todas partes, lo que puede alienar a algunos espectadores. Otros pueden deleitarse tanto con el protagonista como con la actitud traviesa y despreocupada de la película, una que parece total y atea desinhibida por el miedo a una deidad punitiva o a un propósito moral superior.

The Killer encaja perfectamente en el trabajo de Fincher, examinando el papel de la violencia y el desapego en nuestra sociedad. Algo un poco frío o distante en la perspectiva del director hace milagros aquí, reduciendo esta historia a un minimalismo nítido que, cuando se combina con ese tono fuera de lugar manejado por expertos, produce algo placentero y original.

Gran parte del placer de la película reside en el procedimiento: ver a alguien trabajar con diligencia y conocimiento para lograr un objetivo que resulta ser el asesinato. Pero surge una tensión oscuramente divertida entre los principios internalizados de su antihéroe y cómo se comporta realmente cuando se le presiona. “Anticípate, no improvises” y “Sigue siempre el plan” son dos de sus mantras susurrados favoritos. Y aunque el propio Fassbender no siempre los cumpla, la película ejecuta su propósito con una resolución helada que ondea dióxido de carbono líquido.