The Last of Us: de Depeche Mode y A-Ha a Pearl Jam, todas las joyas de la banda de sonido de la serie
La mayor distopía de los últimos años suena a paisaje latinoamericano por obra y gracia de nuestro Gustavo Santaolalla. Él está a cargo del soundtrack original de The Last of Us, serie producida por HBO en base al videojuego de survival horror homónimo creado por la compañía digital Naughty Dog. Las aventuras de Joel (Pedro Pascal) y Ellie (la revelación Bella Ramsey) escapando de los caníbales infectados por el cordyceps sitúan también una memoria de la cultura popular estadounidense a partir de canciones folk, soul, rock y tecno pop. Un mundo que la experiencia fresca de la pandemia vuelve todavía más inquietante, en el que la música aparece como otra posibilidad de supervivencia. ¿Una canción puede salvar una vida? Acaso no sea todo pero... ¡como ayuda! Así suena, entonces, la primera temporada de The Last of Us.
“Alone and Forsaken” (Hank Williams, 1952): En 2023, este año calendario, el mundo de The Last of Us se ha detenido de tal manera que para la adolescente Ellie hasta la experiencia de atravesar la ruta en auto es nueva. En una vieja camioneta encuentra otro objeto que le es desconocido: un casette. Así es como una de las voces señeras del country sonoriza el camino en una sincronía perfecta con la soledad ominosa del paisaje. Williams describe la caída de una primavera en un invierno desolado y no parece haber palabras mejor escritas que esas para esa escena. El casting musical es impecable. Y el gran Hank, que inspiró a Elvis y a Dylan, vuelve a ser escuchado en un tiempo que le es enteramente ajeno.
“I Got You Babe” (Etta James, 1968): Compuesta por Sonny Bono para cantarla junto a la joven Cher y convertirla en un hit en 1965, esta canción nació para ser versionada. En los 80 repitieron la fórmula los UB40 con Chrissie Hynde (The Pretenders) al frente y la misma Cher volvió a cantarla con Michael Stipe como partenaire. Sin embargo, ninguna resulta tan arrebatadora como esta que suena en la serie en la voz de la fantástica Etta James. De balada de pop barroco pasa a un número de soul bailable con una intro de bronces impetuosa que encuentra a Ellie y su room mate Riley (Storm Reid) en una íntima fiesta de disfraces en un shopping abandonado. Un breve momento de amor y fiesta ante la inminencia de una feroz amenaza. La versión de Etta se puede escuchar en el álbum Tell Mama.
“I’m Comin’ Home to Stay” (Fleetwood Mac, 1968): Un blues en el estilo de Chicago cierra el primer álbum de Fleetwood Mac con una formación muy distinta a la del cuarteto que, con base en Los Ángeles, se convirtió en uno de los mejores vendedores de discos de la segunda mitad de los 70. Este Fleetwod Mac es el de los puristas, devotos del guitarrista Peter Green (uno de los héroes de Pappo), que consideran a la segunda encarnación con dos chicas demasiado soft frente a la formación original. Como fuera, aquí ya se puede escuchar a John Mc Vie y Mick Fleetwood como base (bajo y batería) del grupo y lo mejor es que este sonido le queda puesto al perfil ermitaño de Bill, quien sobrevive a la infección y se atrinchera en la soledad de un pueblo rural deshabitado.
“White Room” (Cream, 1968): Mientras Fleetwod Mac era un grupo que destacaba en la revancha del blues puro ante la psicodelia, el Cream de Eric Clapton expresaba la posibilidad de trasuntar los blues de viaje lisérgico. Con su obertura épica, “White Room” es una de las mejores canciones del trío (el primer super-grupo como se los conocía a finales de los 60) que formaron Eric Clapton, el bajista Jack Bruce (que se luce aquí como cantante) y el batería Ginger Baker. Irrumpe en el tercer episodio de esta primera temporada causando la misma conmoción que habrán sentido quienes en el 68 llevaron a su bandeja giradiscos el álbum Disraeli Gears. También es uno de los solo más celebrados de Eric Clapton, lo que ya es mucho decir.
“Long Long Time” (Linda Ronstandt, 1970): Así opera el milagro de las series. Esta balada del segundo álbum (Silk Purse) de la cantante country-pop iba a ser desechada por el sello y por la insistencia de la artista terminó siendo uno de sus singles. La inclusión de “Long Long Time”, que une los destinos de Bill y Frank, la puso ahora en el podio de sus canciones más escuchadas en Spotify. Una insistencia celebrada por la serie que vuelve a darle la razón a una de las voces más características junto a Carly Simon de ese cruce entre Nashville (donde se grabó en 1970) y la cultura pop. En el siglo XXI, a la Ronstandt hay que escucharla en la versión que hacen estos personajes en un piano vertical (la original cierra luego el capítulo) o en Taylor Swift, acaso su heredera (con permiso de las swifties).
“Take on Me” (A-Ha, 1985): Otro giro de la serie con respecto a la música es pensar el chart de la radio como un código de mensajes cifrados para comunicar a sobrevivientes aislados entre sí. “Lo 80 significan problemas” descubre Ellie nacida en un tiempo en el que, de nuevo, Internet no existe. Solo en esta clave, una canción tecno pop que a mitad de los 80 puso a Noruega por primera vez (como Suecia con ABBA en los 70) en las radios, la tevé y las discotecas de todo el mundo puede volverse una alarma a distancia. Lo cierto es que la misma historia de “Take on Me” tiene algo de survival horror. Su primera versión se editó en un simple lanzado solo en Europa en 1984 sin mayor relevancia. Un año después, remezclada, fue incluida en el álbum debut Hunting High and Low sin terminar de despegar. Fue la poderosa influencia de MTV lo que hizo que el lanzamiento del simple con un video en el que se aplicaba la técnica de la rotoscopía los pusiera en el número uno de Estados Unidos, Reino Unido y Japón (Noruega también, claro). Como Ellie, el hit resiste al hongo ochentoso y nunca se volvió una pieza de consumo irónico. Al contrario, en perspectiva se valora todavía más la dinámica emocional de su estructura y arreglos. Finesse.
“Never Let me Down Again” (Depeche Mode, 1987): Esa suerte de riff de sintetizadores en cortocircuito es la primera intrusión del catálogo pop en la serie. Tras la expresión ancestral de la partitura original escrita por Santaolalla sobreviene esta canción en la que, fuera de la voz y los coros, no hay nada que no sea máquina. Del álbum Music for the Masses llega la música que la serie elige para mostrarnos un 2023 en el que el mundo dejó de ser lo que definitivamente era. El video dirigido por el fotógrafo Anton Corbjin (uno de los nombres clave del videoclip) era una cita al expresionismo alemán de los años 20 superponiendo la caja de herramientas posmoderna a un paisaje rural europeo. En el cierre del primer capítulo se resignifica con una imagen desangelada de Boston en un prodigio de dirección de arte.
“All or None” (Pearl Jam, 2002): Como contrapartida, en esta pieza acústica de Pearl Jam no se escucha nada que sea asimilable a la automatización. El rasgueo del comienzo ata cabos con la intro imborrable de “Durazno sangrando” de Invisible y todo lo que se toca podría haber sido grabado treinta años antes (lo que no podría haber pasado con los hits de A-Ha y Depeche Mode). Es una canción folk con una interpretación concentrada y muy sentida de Eddie Vedder tomada del álbum Riot Act. Se escucha en el capítulo 7. Tracción a sangre es todo lo que queda. Y es lo que se oye en Pearl Jam.
“White Flag” (Dido, 2003): Pucha. Aquí es donde la ficción detiene el reloj. ¿Qué estabas haciendo en 2003? Quizás silbando esta balada de Dido, su single más logrado luego de que el sample de Eminem en “Stan” hiciera de “Thank You” un hit global. “White Flag” es una composición muy superior a “Thank You”, donde la herencia folk de Sandy Denny (Fairport Convention, feat. en Led Zeppelin IV) se cruza con el efecto hipnótico de Portishead. La transición entre las estrofas y el estribillo es prodigiosa, un ejercicio digno a la altura de un Elton John. Si Eminem no le hubiera puesto el oído a la anodina “Thank You” (un efecto en la mejor tradición del hip hop, de Afrika Bambaata a Kanye West) quién sabe cómo hubiera seguido la discografía de Dido. En modo repeat, “White Flag” eriza la piel todavía más si pensamos que, siguiendo esta ficción, ninguna otra canción se hubiera grabado después. Bandera blanca por favor.